Misterios por resolver

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El viento silbó lastimero arrastrando los trozos de basura que atestaban las calles de aquel vecindario de mala muerte.

Un aroma nauseabundo inundaba aquel callejón infestado de roedores, animales callejeros, vagabundos y drogadictos, ocultos entre el cúmulo de basura abandonada en los enormes contenedores que jamás eran vaciados.

Un quejido se elevó al fondo de aquel lugar. Pero ningún otro sonido. Solo el rechinido de los sucios dientes apretarse de forma fuerte, ahogando un grito en su garganta, mientras cerraba los ojos por el dolor. La sangre de su cuerpo comenzaba a circular de forma inversa, vaciándose por completo de su cuerpo a través de dos pequeños orificios hechos en su moreno y sucio cuello.

Las nubes en el cielo se abrieron lo suficiente como para mostrar una enorme luna llena que iluminó por completo aquel callejón dejando ver un par de siluetas oscuras, muy cerca una de la otra. Uno de ellos cerró sus ojos ante la luz, que centellaron de un color rojo sangre por un momento.

Apretó por última vez dando el sorbo final, al tiempo en que el corazón de su victima dejó de latir. Soltando el cuerpo inerte de su abrazo mortal, este cayó de forma precipitada al sucio suelo dejando escuchar un fuerte golpe.

Una sonrisa de satisfacción se dibujo en el desfigurado rostro de la criatura nocturna, una gota de sangre resbaló por su labio manchando el piso. Con su mano limpió sus labios al tiempo en que escuchaba algo a sus espaldas.

Giró bruscamente topándose con la imagen de una asustada mujer madura. Abrió la boca mostrando sus colmillos enrojecidos por la sangre de su victima, dispuesto a alimentarse por segunda ocasión en una noche.

La mujer frente a él temblaba de miedo, jamás había visto a un hombre como ese y escurriendo sangre por la comisura de los labios, haciéndole temblar el corazón y helándole la sangre. Comenzó a hurgar torpemente entre sus ropas buscando algo con que defenderse, mientras la criatura caminaba sigilosa hasta ella. Sintió el frío del metal entre sus dedos y lo sacó a toda prisa para ponerlo frente al hombre.

La criatura sonrió de forma irónica, cuan tontos eran los humanos al pensar que una simple cruz podría detenerle. La mujer seguía aferrando con ambas manos el crucifijo, mientras murmuraba algo ininteligible. Rezos, posiblemente. Pero nada iba a detenerle. Dio un par de pasos para acercarse a la mujer, cuando sus finos oídos escucharon algo. Siseo una maldición y retrocedió apoyando sus manos entre los maderos amontonados a los lados de la basura haciéndolos caer, para perderse entre la oscuridad del callejón.

Al tiempo en que la criatura desapareció, el gritó que no había podido soltar salió de la garganta de la mujer.

Ssssssssssssssssssssssssssssssssss

Una mujer nerviosa, entre sollozos, relataba lo que había visto sin orden aparente. La policía tomaba notas de todo, pero no tenían una idea clara de lo que había pasado. Lo único claro era que un hombre había aparecido muerto en un callejón, justo al lado de la iglesia del barrio.

La policía cerco el lugar con un par de cintas amarillas y cubrió con plásticos el cadáver para evitar que alguien le viera. La evidencia era nula. No había huellas, no había arma homicida y el hombre estaba muerto. Solo porque la mujer decía que había sido asesinado se contemplaba esa posibilidad. Pero no había sospechosos, era imposible de creer que hubiese sido lo que la mujer decía: Un Vampiro.

¡IMPOSIBLE!.

Un auto de vidrios ahumados detuvo su andar frente a aquel alboroto de sirenas y luces encendidas. Sin bajar del auto dejo vagar la vista reconociendo el lugar. Un barrio donde se mataba gratis, donde la vida de los pandilleros y los vagabundos se encontraba en cada esquina. No había luz que iluminara esas calles. Las farolas tenían los focos rotos, seguramente quebrados por los delincuentes que se juntaban en ese lugar, con el objetivo de no ser reconocidos. Frente a la escena del crimen, había un edifico oscuro y algo lúgubre, medio descuidado. Sobre sus tejas descansaba una cruz enorme.

Bajo Sombras de SospechasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora