—¡Basta, levántate, que me estás salpicando de barro! —chilló Eddie.Richie volvió a levantarse de un salto y le pellizcó la mejilla.
—¡Ay, qué niño bonito! —exclamó.
—¡Basta!
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—¡Basta, levántate, que me estás salpicando de barro! —chilló Eddie.Richie volvió a levantarse de un salto y le pellizcó la mejilla.
—¡Ay, qué niño bonito! —exclamó.
—¡Basta!