💌;; [Tøxic;; Obssesio TaeHyuck]

II [💌]

Ya no quería, no quería seguir con esto, se estaba aburriendo de él y es que, Dios, RenJun no deja que lo toque ¿Por qué? No es su culpa que su querido novio sea un cerdito que anda en dos patas ya le ha dicho que haga dieta pero no le hace caso y eso colma su paciencia, no entiende el porque no capta su broma ¿Es una broma, no?

Desde su niñez fue el segundo en todo, primero siempre estuvo su querido hermano y el más adorado por sus padres, patético, por otro lado siempre era el primero en llevarse a alguien a la cama, joder, eso si que ama. TaeIl es uno de los chicos más hermosos de todo el Instituto cada uno se muere por él no importa si eres hombre o mujer, todos sabemos que Wong TaeIl es uno de los hombres más hermosos que este mundo pudo haber tenido pero eso no tiene nada que ver con Yukhei, él se llevaba a alguien a la cama tan fácil porque abusaba sexualmente del primer o primera joven que se le cruce, en cambio TaeIl tarda ya que prefiere conocer a esa persona hasta cansarse de ella y terminar drogandola para después follar, un total tesoro para algunos.

—¡Diablos RenJun, déjame tocarte! Hace mucho no tenemos sexo, no es mi culpa que tengas un cuerpo de cerdito con esos muslos que, Dios, dan asco. ¿Acaso no seguiste ningúna dieta que te dieron mis cocineras? —El pequeño asintió lentamente a la pregunta de Yukhei con lágrimas queriendo salir de sus ojitos, le dolían mucho sus palabras— ¡Entonces deja de comer como un cerdo! Repugnas a cualquiera que te vea, de seguro y romperás la balanza si te llegas a subir.

La voz gruesa de su novio y futuro esposo diciendo cosas hirientes eran como alfiler clavando en su pequeño, dulce y frágil corazóncito. RenJun estaba muy delgado, tenía una pequeña cintura, unas piernas perfectas, rostro angelical lleno de heridas, su piel de porcelana y sus brazos delgados. Pero para Yukhei no era suficiente eso él quería más perfección, y para obtenerla de la mejor manera era con aquellas palabras que afectaban demasiado a su novio, vamos Xuxi siempre tiene razón.

Se pasó sus dedos índice y pulgar por el puente de su nariz por ver a su novio llorar por tercera vez en el día, Dios, es tan molesto escuchar sus sollozos ¿Por qué no se va a buscar a alguna prostituta? Pff ¿Y manchar su imágen? Aunque no sería la primera vez que se acuesta con alguien que no sea RenJun de todas formas hay algún camarógrafo cerca para sacarle una foto y publicarla en una revista de chismorreo algo que le afectará demasiado en su vida.

— Y-yo... Las hice, estuve semanas tras semanas haciéndolas tal y como ellas me lo dicen.. —Habló por fin RenJun quien ya se encontraba derramando pequeñas lágrimas.—

— Entonces ¿Cómo mierda engordas? ¿Me estás engañando? Si, de seguro estás de puta con todo el instituto pero hasta una puta que tiene más cojidas que nosotros tiene mejor cuerpo que tú, de seguro subes de peso para que yo te deje días antes de la boda y quedes como la víctima aquí, idiota. —Yukhei se dignó a mirarlo de nuevo pero ahora con furia en sus ojos—

El de baja estatura lo único que hacía era negar en ocasiones que su querido novio malinterpretaba, ¿Engañarlo? No, que horrible ¿Por quién lo tomaba? Podía hacer cualquier cosas en lugar de engañarlo, no, ni siquiera eso, no podía hacer nada sin la aprobación de Yukhei. El mayor de los dos se acercó a pasos peligrosos, en su mano se encontraba su cinturón listo para marcar aquella blanca e inocente piel que apoderaba RenJun, el más bajo no podía retroceder Xuxi se enojaría si lo hiciera.

Silencio absoluto.

— ¿Acaso quieres que te rompa una costilla de nuevo?... Eres tan dramático que tuve que fingir preocupación cuando llegamos al hospital. —Habló el grandulón que tenía como novio después de unos eternos segundos de silencio—

Amaba eso, amaba que se preocupe por él, que acaricie sus cabellitos mientras le susurra palabras bonitas y decirle que todo saldrá bien, que agarre su mano viendo la diferencia de su pequeña mano junto con la gran mano de Yukhei, amaba que le dé besitos en su mejilla hasta llegar a su frente y bajar hasta sus labios, amaba aquella calidez que le daba todo eso a pesar de que Yukhei le repitiera mil veces cuando llegaban a casa que solo fingía por lastima y por las personas presentes.