Cuando el sol atravesó las cortinas sintió como el calor de su piel se alejaba, entre la somnolencia pudo notar el olor a piel húmeda, vio como aquella silueta desnuda se sentaba al borde de la cama, se puso de pie y se dirigió a la cocina, abrió la refrigeradora y regreso con un vaso de agua, mientras la contemplaba tumbado en la cama, recordó cada uno de los paseos de fin de semana, recordaba como caminaban de la mano, platicando sobre aquellos misterios sin resolver de la ciencia como las mas absurdas y locas historias que inventaban al mirar a los transeúntes, a veces también había tiempo para hablar de sus temores y de sus sueños, de aquellos proyectos que juntos compartirían, el prometió siempre apoyarla, sin importar si la distancia seria un factor en aquella relación que llevaba un par de años con sus altos y bajos como en toda historia, pero las cosas cambiaron mucho, ahora ella le visitaba de vez en cuando, y la mayoría de las veces solo se entregaban a sus instintos mas íntimos, la sensualidad desbordaba en cada encuentro y apenas quedaba espacio para las palabras, desataban sin pensarlo cada una de las fantasías que en soledad inventaban, ella se dejaba llevar por el compas que su amante lo marcaba, el arremetía con furia, ella tomaba el control de la situación, envolvía su cuerpo en el de su amante, se retorcía y se abandonaba a las sensaciones de aquellos encuentros, sin siquiera importar la hora, el lugar o el momento, entonces regresaba a la realidad, al amanecer ella partiría otra vez; el contemplo la belleza de aquella mujer que tenia la piel blanca, el cabello negro y los labios rojos; en especial cuando nada la cubría se vislumbraba la perfección de su sensualidad, sus pechos redondos y rosados invitaban a cualquier mortal a imaginar que los ángeles serian muy parecidos a ella, y ni que decir de su zona intima, era como una rosa que en primavera deja ver su belleza en todo su esplendor.
La invito a sentarse junto a él, la miro y acaricio sus piernas, recorrido con sus dedos su abdomen hasta acariciar sus manos, la miro y en sus ojos pudo notar como toda la luz y toda forma de vida eran absorbidas, como si fuera un agujero negro que no dejaba escapar toda luz y toda esperanza de volver a verla, la puerta sonó, ella volvió la vista y le dijo que era momento de partir, entonces el se aferro a sus manos intentando retenerla, pero aquello sería imposible, ¿Cómo retienes al ser que entregaste tu vida?, si solo quedan un retrato sobre un escritorio y junto a él, aquel corto epitafio que un corazón congojado escribió en honor de aquel amor verdadero, en honor de su amor que desde hace un par de años descansa tres metros bajo tierra.