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NUEVO DÍA, NUEVA VIDA

Aviso: ésta historia está editada debido a que encontré una manera de narrar que me gusta más que la antigua, espero les guste.
También va a haber algunos cambios, espero les gusten.

x Valerie
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Una rubia de ojos verdes despertó emocionada por ser otro de sus muchos primeros días de clase. Aunque algo que cambió fue que también estaba nerviosa y esto se debía a que iba a cursar un nuevo año en otra escuela.

Bajó a desayunar, pero su apetito no ayudó mucho con la emoción y el nerviosismo que invadía cada parte de su cuerpo, por lo que optó por no hacerlo.

La ojiverde salió de su gran y acogedora casa encaminándose hacia su nueva escuela, pero al iniciar su trayecto a esta, se encontró a un joven muchacho de complexión musculosa, alto, sus ojos del color de la maple y con cabellos rojizos, algo que lo hacía ser un tanto apuesto ante la vista femenina. Mientras lo observaba detenidamente no se dió cuenta de que el joven se acercaba a ella con una sonrisa y a paso decidido para caminar ahora junto a ella.

Con un rastro de pequeña impresión le dedicó una tenue sonrisa al joven.

Ninguno habló por unos segundos, por lo que el pelirrojo dió indicios de entablar una conversación.

—Mucho gusto —comenzó dedicándole una sonrisa amable—. Soy Archie, Archie Andrews.

—Elizabeth Cooper, pero si lo prefieres puedes llamarme Betty —. Respondió aquella rubia con un tono suave y amigable.

—Bueno... Betty. No te había divisado por aquí antes.

—Llegué aquí recientemente —. Admitió Betty.

Pero de pronto le surgió una pregunta a la que llevaba esperando una respuesta desde hace ya varios días.—Disculpa.. ¿sabes dónde se encuentra la escuela del pueblo?

¿Había tenido tiempo para darse un paseo por aquel pequeño pueblo llamado Riverdale?

Por supuesto que sí, pero su mente y cuerpo no le dieron esa oportunidad y esas ganas.

—Por supuesto, te puedo guiar, yo también voy ahí. ¡Que coincidencia!

—Por lo que sé —río socarronamente—
y he leído, en Riverdale solamente hay una sola preparatoria, Andrews.—dijo la rubia con una sonrisa burlona.

En ese momento el chico pelirrojo se sintió muy estúpido y avergonzado consigo mismo. Lo que dijo la chica era totalmente cierto y casi se puso del mismo color que su cabello.

Todavía con un rastro de vergüenza en su voz dijo: —Estás en lo correcto. Por cierto, espero que podamos llevarnos bien.

—Me agrada la idea —añadió Betty con una sonrisa de boca cerrada para seguir con su camino junto al pelirrojo.

Después de unos minutos caminando, Betty pudo divisar la que iba a ser su nueva escuela. Era muy grande, decía en unas letras grandes y elegantes 'RIVERDALE HIGH', con muchas ventanas y su estilo era un tanto acústico.

Podía apreciar a la mayoría de los alumnos de aquella escuela, un grupo de chicas que llevaban una pila de libros y grandes sonrisas, otro grupo también de chicas que estaban maquilladas con mucho esmero y nulos errores, una pelirroja que parecía al mando de aquel grupo le mandó una mirada gélida para después cambiarla a una de emoción total, solo que ésta iba dirigida a su grupito. Siguió explorando con su vista, un grupo de chicos en skateboard, habían varias personas que no pertenecían a ninguno de esos grupos y por último vió un grupo mayor al de los demás, exceptuando el de las chicas bien vestidas y maquilladas perfectamente. Supuso que aquel grupo de chicos serían del equipo deportivo escolar.

Un escalofrío le recorrió en su columna al pensar en aquello.

El joven pelirrojo carraspeó y la trajo de vuelta a la realidad.

—Archie, muchas gracias por orientarme y traerme. Nos vemos luego —dijo al fin con una sonrisa un tanto nerviosa, pues era su primer día de clases en aquella escuela.

—De nada Betty —contestó Archie con una sonrisa enseñando la blancura de sus perfectos dientes—. Fue un gusto haberte conocido.

Cuando Archie Andrews se adentró a la escuela y se perdió en los corredores, Betty se quedó estática. Pensando en su siguiente movimiento, pues no sabía a dónde ir o qué hacer. De pronto, a una pequeña distancia logró ver a una chica pelinegra muy bien vestida y se acercó a ella.

—Disculpa, soy nueva y no sé qué es lo que tengo que hacer en estos momentos o a dónde ir —explicó Betty—. ¿Me podrías ayudar?

—¡Claro! Soy Verónica Lodge, un gusto. Yo soy la que te hará el recorrido por todo el campus, también te daré tu horario de clases.

—Hola, creo que lo sabes ya pero mi nombre es Elizabeth Cooper pero puedes llamarme Betty.

La de cabello azabache notó un poco de inseguridad en la rubia por lo que prosiguió.

—Muy bien, por aquí—con una gran sonrisa llena de seguridad, empezó a caminar hacia los adentros de Riverdale High por lo que Betty no tuvo otra opción más que seguirla.

Mientras la pelinegra le explicaba todo lo relacionado sobre la escuela, Betty observó varias veces cómo en los corredores las chicas que se encontraban ahí cuchicheaban y se reían cuando miraban a Verónica. Y eso le hizo preguntarse a ella misma el por qué.

Acabaron de hacer el recorrido casi a lado de lo que parecía ser el salón de la primera clase de Betty y también según el horario de le había dado Verónica casi a principios del recorrido. En la puerta de aquel mismo salón decía con letras grandes "Química".

Betty iba a entrar al salón cuando de pronto, en el pasillo, divisó de nuevo el inconfundible pelo rojizo. Era Archie, junto con otros dos chicos, uno de cabello azabache y el otro de cabello castaño.

Se fijó unos momentos en el chico que iba al centro (Archie y el de cabello castaño lo flanqueaban) y fue como si aquel muchacho perfectamente despeinado acabara de salir de Teen Vogue y hubiera aterrizado directamente en la escuela Riverdale High. Sus ojos eran de un azul intenso y una sonrisa encantadora que parecía llena de superioridad.

—Es guapo — Pensó Betty.

Después se enfocó en observar al otro chico. Su cabello color castaño claro y con pequeños rizos, ojos del color de una almendra y una sonrisa tímida pero decidida.

El chico pelirrojo, pelinegro y castaño iban caminando con unas bellas sonrisas que le llamaban atención a todas las chicas. Betty se puso nerviosa pero no por el hecho de ver a aquellos muchachos, sino que le preocupaba más entrar a su primera clase.

Sólo un beso más Donde viven las historias. Descúbrelo ahora