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Recordatorio:
Contexto de la historia: Actualidad. Luisita y Amelia se acostaron siendo unas extrañas, tras conocerse por fuera del club/discoteca King's, propiedad de María y donde Luisita trabaja de encargada. Amelia, bailarina, actriz y cantante, no encuentra trabajo y acaba trabajando de gogó en el King's, en el cual no sabía que trabajaba la rubia con la que tuvo una aventura.

En el capítulo anterior: Tras un altercado en el King's en el que Luisita actuó sin pensar por querer proteger a Amelia de un idiota, ésta se enfada con Luisita por miedo a que le hubiera pasado algo. Al día siguiente se disculpa y acaban en casa de Luisita.

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Aún recuerdo dónde está tu habitación. - Respondió Amelia mientras dejaba caer su vestido al suelo y salía del salón hacia la habitación de Luisita–. ¿Vienes? –preguntó desde allí. Luisita nunca se había levantado tan rápido del sofá para salir corriendo rumbo a su habitación.

...

Cuando llegó, Amelia estaba esperándola con la cama ya deshecha y sentada en el borde de ésta con una pierna cruzada sobre la otra y con una sonrisa de oreja a oreja. Nada más verla, Luisita sonrió mordiéndose el labio y se quitó la camiseta para quedarse en igualdad de condiciones que la morena.

–¿Vas a quedarte ahí mirándome o vas a venir? –preguntó Amelia riendo.

–Lo de mirarte tampoco me parece mala idea –sonrió Luisita al tiempo que se sonrojó al darse cuenta de que lo había dicho en voz alta. Amelia rio y se levantó extendiendo su brazo para ofrecer su mano a la rubia.

–Ven aquí, anda –cuando Luisita puso su mano sobre la de Amelia, ésta le dio un pequeño tirón para acercarla, dejando sus bocas a escasos centímetros una de la otra. Se respiraron durante unos segundos mientras intercambiaban miradas a los ojos y a sus respectivos labios, entonces Amelia cogió la cara de Luisita entre sus manos y la besó suavemente, beso que pasó a ser algo más impetuoso una vez notó las manos de la rubia rodearle la cintura y terminar de acercar sus cuerpos. Tras unos minutos sin dejar de besarse, Amelia se separó lo justo para susurrar–. Vamos a la cama.

Una vez Luisita accedió, en un abrir y cerrar de ojos, Amelia la tenía atrapada entre su cuerpo y el colchón y con las manos de ésta recorriendo su espalda gentilmente, erizando cada centímetro de piel por el que pasaban, mientras ella intentaba no desconcertrarse e intentar recorrer con su boca cada rincón del cuello de Luisita, desde ese punto tras las orejas hasta las clavículas, para luego llegar hasta el hombro derecho y dejar una inesperada y suave mordida que hizo que la rubia le clavara las uñas en los omóplatos. Esto hizo que a Amelia se le escapara un sonido gutural y grave que provocó un calor repentino y placentero en la rubia.

Después, Amelia levantó su torso y quedó sentada sobre Luisita, mientras ésta ponía sus manos sobre los muslos de Amelia y los acariciaba con la yema de los dedos de manera gentil. Entonces, la morena, sin dejar de mirarla a los ojos, se quitó su propio sujetador y Luisita suspiró, visiblemente afectada. Amelia sonrió y cuando fue a recostarse otra vez sobre la rubia para besarla, ésta se sentó y fue directa a besar a la morena con ímpetu y sin dejarla reaccionar. Una vez se recuperó de la sorpresa, Amelia le quitó el sujetador a Luisita sin dejar de besarla. Tras un largo rato así, Luisita reubicó sus labios y empezó a bajar por el cuello de Amelia hasta llegar a su pecho, dándole toda la atención que consideraba oportuno mientras Amelia mostraba su satisfacción dejando caer su cabeza hacia atrás al tiempo que se mordía el labio y clavaba sus dedos en la cabeza de pelo rubio. Luisita nunca había visto nada tan sexy en toda su vida, no solo le encantaba darle esa merecida atención a Amelia, sino ser ella quien provocaba ese tipo de reacción en la morena.

¿Bailas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora