Capítulo 3

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— ¿Qué fue eso?

Su acompañante se precipitó ha abrir la puerta, pero ella se interpuso. Si Tegan se encontraba dentro de su casa y ese hombre entraba, era seguro que al menos uno saldría con vida de ahí y no sería él alemán.

— Un gato, el del vecino. Tal vez — Dijo apresurada. Tomándole por los hombros. — Seguramente se metió cuando me iba, viene mucho por aquí y aveces le doy comida.

— Oh, debería marcharme. Soy alérgico.

Ella asintió.

— Te llamaré y me aseguraré de fumigar para la próxima.

No estaba segura de lo que dijo hasta que eso salió de su boca. Acababa de confirmar que saldrían una segunda vez.

— Lo apreciaría.

Le observó alejarse y sólo girar la perilla, una mano la jalo al interior de su hogar. Tegan estaba ahí, molesto. Tan verde como Hulk, salvo que ella ahora mismo no tenía tiempo para bestias. Soltó su brazo y miró a su alrededor en busca de lo que el animal había quebrado.

— ¿De verdad, Wen? Una cita — Le soltó a modo de burla más que reproche. — Me voy unos días y ya haces estupideces.

— Salir no es una estupidez, Tegan.

Ya no era una niña y él no era nadie para estar reclamando nada.

— Sí lo es y más cuando lo haces con un...

— ¿Forastero? Lamento recordarte que yo también lo soy y eso no tiene nada de malo.

— Tú eres diferente. Eres de fuera, sí. Pero Joyce nació aquí y eso la hace parte de la comunidad, dándote a ti un derecho de ser una más.

Apenas se lo podía creer. Ni siquiera existía una ley que declarara eso. Parecía un completo loco al hablar así. Bueno no parecía, lo era. Un completo loco arcaico.

Se inclinó en la cocina para recoger los restos de una botella de cerveza que estaban en el suelo. Raro. No recordaba haberlas comprado, generalmente no bebía. En realidad sólo una vez al año con Tegan y eso era en su... ¡Oh no! Se odio internamente ¿Como lo había olvidado? El día fue muy ajetreado y molesto, la cita era algo inusual que la había cegado. Pero no eran excusas válidas para pasar por alto haber olvidado el cumpleaños de Tegan.

— ¡Ay Dios mío! — Gimió ella, sin poder ocultar su culpa.

— ¿Y ahora qué diablos? ¡Mierda! — Él se precipitó hacia ella y la puso de pie para revisarle las manos. — ¿Te has hecho daño?

Ella negó.

— No, pero tú sí — Él puso los ojos en blanco. — Tegan...

Se había cortado al recoger las cosas por ella apresuradamente y arrojarlas sobre el fregadero.

— Eso importa una mierda ¿de acuerdo?

El hecho de que siguiera examinándola la hacía sentirse peor.

— Si que importa.

Se alejó, buscó un poco de alcohol en la alacena y un par de gasas también. Le obligó a sentarse en un taburete del comedor. Muy a regañadientes él aceptó.

— ¿Vas a decirme el nombre del bastardo con el que saliste? ¿O esperas que lo investigue por mi cuenta? — Escupió él.

Hasta este punto era sorprendente que aún no lo supiese.

— Tegan.

Su advertencia únicamente causó gracia en el lobo. Ella sabía lo que pensaba y no hacía falta que tratara de halagar, dejando a Jerome como un hombre educado e inofensivo. Para él todos eran una basura, incluyéndole, por supuesto.

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⏰ Última actualización: Nov 23, 2019 ⏰

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