06.

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— El celeste se siente como el agua y el rojo como una tarta de manzana — intentaba explicar Yoongi — el naranja es como el fuego, pero eso no lo vas a tocar — dijo serio

Tenía a Jimin sentado en la mesa, con todos los objetos que cabían en esta, haciéndolo sentir las texturas y comparándolo con los colores.

Yoongi quería enseñarle a Jimin un poco de las flores, su primera idea fue enseñarle con estas, luego reparo en que... casi todos los pétalos se sienten igual al tacto.

— El rosa es como el azúcar porque es dulce, aunque en realidad es blanca, el blanco es el frio

Hace una semana Jimin había vuelto, y ahora había recuperado su movilidad aunque las marcas en su cuerpo no se habían borrado, a Jimin no le importaba, a Yoongi lo hacían sentir mal.

Él no quería que Jimin cargara con eso, él no creía que Jimin mereciera algo así, Yoongi había estado teniendo pensamientos negativos, de esos que le hicieron pasar años aprendiendo a controlar, de los que volvían sus ojos verdes.

Tenía ideas que no eran suyas.

"Es parte de la maldición" le había explicado Morfeo "La rabia y el odio la traen de vuelta, ella no se ha ido realmente, y va a querer controlarte a cada momento que tenga la oportunidad".

Si... querer defender a Jimin le traía mucha rabia también.

La risa de su invitado lo distrajo, algo suave, sus mejillas estaban sonrojadas, y eso era muy común en él, le gustaba como lucía además.

Jimin no sabía lo bien que se veía sonriendo, y Yoongi quería decírselo pero aún estaba descifrando los límites de lo que era normal en una conversación cotidiana. O por lo menos los límites entre amigos, eso le había dicho Jimin, que eran amigos ahora y debían llevarse bien, que le gustaría saber de él y conocerlo mejor... Jimin estaba siendo muy amable y eso a Yoongi le encantaba.

Yoongi esperaba que Jimin se quedara para siempre.

— Intentaré recordar los que me ha dicho por ahora — dijo Jimin

Pero aunque había pasado una semana, Jimin seguía hablándole de usted.

— Bien...— el sonido del agua rebalsando de aquella enorme olla sobre la pequeña chimenea los hizo exaltarse— oh... ya está, prepararé el baño para ti— sonrió Yoongi

Jimin asintió y se quedó quieto, inquieto de hecho, curioso. Con mil preguntas para Yoongi si no es que millones.

— ¿Tiene familia señor Yoongi?

— ¿Familia? No, nada similar, algunos amigos tal vez

— ¿Siempre ha estado solo? ¿aquí?

— No aquí, antes de llegar aquí estuve en China, Grecia, en Roma, luego viajé por muchos años, finalmente volví a Corea, las cosas han cambiado mucho, pero sigue habiendo un emperador y pequeños pueblos olvidados, quizás como el tuyo

— Si... la guerra no ha llegado aquí señor, y dudo que lo haga, no somos tantos ni tan importantes

— Por ahora eso es bueno, las guerras son de las peores cosas que ha creado el hombre

Unos segundos de silencio se dieron cuando Yoongi fue a dejar el agua al baño y regreso a tomar la mano de Jimin para llevarlo, su mano era pequeña pero fuerte, mantenía marcas de trabajo.

— Sabes dónde está todo ya, te esperaré afuera

— Señor... ¿usted quisiera tener una familia?

— ¿Te refieres a hijos?... No, yo nunca he deseado nada así

— Ya veo— dice Jimin— terminaré rápido

Yoongi sale, llega a la puerta y su cuerpo vuelve a pelear por quedarse y observar, pero la última vez eso ofendió a Jimin, tal vez solo no escogió las palabras correctas.

Yoongi no entiende, él aún recuerda a las ninfas que le dejaron tocarlas y verlas, ellas mantenían los ojos fuertemente cerrados y él prometía mantener silencio, a diferencia de aquella otra, que no aguando su monstruosa curiosidad y aún es piedra, una estatua en medio del camino a Estigia.

Yoongi ha tocado el cuerpo de una mujer antes, lo ha visto y aún no lo olvida.

Pero Jimin es muy diferente a las ninfas, si bien su piel luce suave, su cuerpo es obviamente masculino, su cabello corto y tiene algo de vello apenas en las piernas.

Yoongi se dice a si mismo que salga que ahí, Jimin no sospecha que está siendo observado.

Y una mentira es lo peor, Yoongi sabe, así que aclara su garganta antes de hablar.

— Jimin...

— Señor...

— ¿Puedo quedarme?

Jimin pasa saliva con fuerza, su garganta se cierra.

— ¿Aquí?

— Si... justo aquí, no estoy cerca, no voy a golpearte, pero quiero ver...

— ¿Ver qué?

— A ti... tu cuerpo es...

— ¿Por qué? — interroga de inmediato, la voz dura y lo único que lo cubre es un camisón hasta sus muslos

— Me gusta... verte, es agradable, me hace sentir bien y...

— ¿Solo ver, verdad?

— Solo ver

— ¿Lo promete?

— No te estoy obligando

Al ir creciendo, a Jimin le repitieron se agradecido por lo que te dan, quid pro quo, nada nunca es gratis. Y no podía darle dinero al señor Yoongi, al menos podría darle esto, no era nada, el hombre era raramente curioso, tal vez por vivir solo tanto tiempo, pero no era un mentiroso, hasta el día de hoy no le había mentido, no que él supiera.

Jimin se descubrió por completo, de pie frente a un silencio fúnebre que cubría el lugar, la respiración de Yoongi se cortó y ni eso ahora podía escuchar, era como estar solo sabiendo que no era así, desesperante.

Yoongi sentía calor, observando los lentos movimientos de Jimin lavando su cuerpo, como con cuidado, lento, observaba todo lo que tenía en frente y sus pantalones se sintieron apretados en la entrepierna.

Las musas cantaban sobre esto, sobre el sexo y el placer, le contaban a veces lo que era, y Yoongi lo sintió apenas aquella vez pero... ver a Jimin era como una explosión, todo junto.

Y sus manos picaban por tocar, por tocar al hombre frente a él por todas partes y no dejarlo irse.

Yoongi quiere...

— Debo irme— dijo con la voz ronca— hay ropa en la cama, una manta... una bata... toalla... si...

Jimin lo escuchó salir de la cabaña.

Una lágrima salió de sus ojos, él se sentía raro, no mal tal cual, simplemente pensaba ¿si ahora este era el pago por su estancia, que sería después?


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Tulipanes Azules | YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora