El inicio.

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Se quejaba constantemente de aquel dolor que la fulminaba, lloraba y gritaba, estaba agonizando, pedía ayuda, pero nadie llegaba, y el asesino se reía de su desgracia aumentando los dolores con golpes y patadas. Finalmente, la pobre chica quedó inconsciente, luego de unos segundos, su respiración cesó. El hombre se marchó, tenía todo fríamente calculado. Según él, aunque encontrasen el cuerpo, nunca sabrían que él fue el culpable, se deshizo de toda evidencia, así que decidió no perder el tiempo deshaciéndose del cadáver, tomando en cuenta que, de esa forma, habría posibilidades de que fuera sorprendido por alguna persona.

Salió del bosque, entró en su carro y se fue como si nada, apenas recordando la atrocidad que cometió ya que no le daba importancia, pensaba que era normal, total, ya lo había hecho antes.

El hombre claramente poseía una enfermedad mental, pero nunca conoció a alguien como para que esa persona se diera cuenta, a excepción de su amante, la víctima de aquel inhumano asesinato anterior.

La última vez. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora