Mi despertador empezó a sonar a las 08:00 de la mañana indicándome que ya era hora de levantarse. Después de remolonear un rato en la cama y de acariciar a mi pequeña perrita llamada Sunny, decidí que ya era hora de levantarse y prepararse para el nuevo día que se avecinaba.
Fui al baño e hice mis necesidades, después me di una ducha y me vestí. Al ser tan pronto no me apetecía demasiado vestirme así que simplemente escogí un pantalón de chándal de color crema, una sudadera súper ancha de color blanco con un logo de la NASA en la parte izquierda del pecho y por último me puse mis deportivas negras. Seguidamente me hice un moño desarreglado y me maquillé (me hice un eyeliner y me puse máscara de pestañas).
Después de estar lista, bajé a desayunar a la cocina. Les di los buenos días a mis padres y me preparé el mismo desayuno de siempre: pan tostado con queso para untar, un vaso con agua y finalmente una manzana.
-Sara, nosotros ya nos vamos al médico. Si tienes algún problema en la tienda no dudes en llamarnos.- Dijo mi madre mientras me daba un beso en la cabeza a modo de despedida.
-Claro mamá, no te preocupes. Todo está controlado.- Le dije mientras devoraba mi manzana.
Una vez se fueron mis padres, acabé de desayunar, me lavé los dientes y finalmente fui camino a la tienda. No sin antes despedirme de Sunny.
La juguetería no estaba muy lejos de nuestra casa. Es más, estaba en la misma calle y no me tomaba más de 5 minutos en llegar.
De camino me encontré al que fue mi crush de la secundaria, Adam Linson. Era el típico chico malo, popular con las chicas y que no respetaba casi nunca a los profesores. Sinceramente, no entiendo cómo fue posible que me llegase a gustar alguien así. Culpa de mis hormonas revoloteadas y mis ganas de vivir la típica historia del "chico malo y chica buena" supongo.
-Hey enana.- Me dijo cuando pasé por su lado. Realmente, no entendía el porqué de su comportamiento de mierda hacia mi persona. Yo nunca le hice nada y, es más, en la secundaria ni me notó.
-No soy enana, soy de estatura promedio. El problema eres tú que mides más de metro noventa.- Le dije mientras lo miraba fijamente. Seguía siendo muy guapo el sinvergüenza. No tenia unos rasgos que destacasen pero aun así, seguía atrayendo la atención de mucha gente. Sobretodo de población femenina y de algún que otro chico.
-Lo que digas. A ver cuando te cambias el color de pelo. Que pareces un chicle andante.- Me dijo mientras me miraba con superioridad mientras fumaba. Que asco.
-Gracias por el cumplido. Ahora si me disculpas, he de irme a trabajar.-Le dije mientras continuaba con mi marcha hacia la juguetería.
Cuando estaba por abrir la reja de la tienda, escuché que Adam me gritaba algo. Giré mi cara en consecuencia y me quedé mirándolo. Era extraño pero...había una sombra detrás de él que me estaba mirando fijamente mientras me saludaba. Junté mis cejas por lo raro que me parecía eso y abrí la tienda rápidamente.
¿Qué narices era esa cosa? WTF man.
Una vez abierta la tienda, me dirigí al mostrador y me senté en la silla que había. Al ser las 09:00 de la mañana no había precisamente mucha gente. Es más, estaba completamente sola.
Pasaron dos horas en las que me dediqué a limpiar y a ordenar los juguetes que los niños se dedicaban a descolocar de la estantería y que luego los dejaban donde querían. Amo a los niños (nótese el sarcasmo).
Cuando ya solo quedaba una hora para cerrar, entró una abuelita acompañada de su nieta.
-Abuelita, quiero este caballo.- Le dijo la niña mientras agarraba un pequeño caballo de color azul con el pelo rosa. Ella le sonreía a su abuela mientras admiraba el caballo.
-Pues dile a la chica de allí que te lo cobre mi amor.- Le dijo su abuela sonriendo mientras me señalaba.
La niña se giró y me sonrió. Seguidamente, vino corriendo hacia mí y me dijo que si se lo podía quedar.
Una vez pagado el pequeño caballo, se dirigieron a la puerta. Antes de salir pero, la abuelita se giró y se me quedó mirando mientras hacia una mueca extraña.
-¿Le ocurre algo?- Le pregunté mientras me dirigía hacia ella.
-Cariño, deberías llevar a tu amiga al hospital. Parece que no se siente muy bien- Me dijo mientras me sonreía.
-Disculpe, ¿De qué amiga me está hablando?- Le dije mirándola extrañada y sonriendo.
-Esa chiquilla de allí.- Señaló donde estaba el mostrador.
Una vez dicho eso se fue. Yo, extrañada me dirigí al mostrador para ver si había algo raro. No encontré nada así que simplemente le quité importancia.
Me encontraba agachada rebuscando en una pequeña caja papel para regalos cuando de repente escuché la puerta de entrada.
-Ahora le atiendo, un segundo por favor.- Le dije a la persona mientras cogía el papel de regalo y me ponía derecha.
De repente, las luces de la tienda se apagaron y empecé a escuchar pasos por uno de los pasillos de juguetes que había.
Miré la pequeña televisión que teníamos conectada a las cámaras de vigilancia instaladas. No vi absolutamente nada.
Las luces volvieron a encenderse y volví a escuchar la puerta cerrarse.
Lo último que vi fue una sombra irse por esa puerta.
-Genial, ahora tengo alucinaciones.-Dije mientras resoplaba y me dedicaba a colocar el papel de regalo en su sitio.
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Los ojos de Sara
ParanormalSara es una chica normal de 19 años que se dedica a trabajar en la juguetería de su familia para así poder estudiar en un futuro su carrera soñada: Bellas Artes. Ella no se considera especial en absoluto. Tiene una complexión y estatura promedio a l...