Mi turno de mañana había acabado, así que me encontraba en mi casa jugando con Sunny mientras esperaba a que dieran las 15:00 para ir otra vez a la tienda.
-¿Quién es el perro más bonito y rechoncho del mundooo?- Le dije a Sunny mientras lo abrazaba.
No soy una persona cariñosa con la gente, más bien, me incomoda. Con los animales es distinto, parezco otra persona. Me parecen unos seres tan puros y bonitos que no puedo remediar mi amor hacia ellos.
La puerta de entrada de mi casa sonó. Sunny en ese momento saltó de mis brazos y se dirigió allí para saludar a mis padres.
Mis padres en un principio recuerdo que no querían tener perro. Después de estar años insistiendo, finalmente...Lo conseguí. Sunny era un perrito que me encontré en la calle y traje a casa para poder cuidarlo durante ese frío invierno. No fue muy inteligente de mi parte ya que mis padres no tardaron en enterarse de la presencia del perro y me llevé una bronca bastante fuerte. Pero no se cómo, Sunny se ganó su corazón con tan solo una mirada y mis padres le acabaron aceptando.
-Sara, ¿Has hecho la comida?- Preguntó mi madre mientras dejaba a Sunny de vuelta al suelo.
-Sí, macarrones.- Dije mientras me sentaba en la mesa de la cocina y servía los platos para cada uno.
-Gracias, algodoncito de azúcar mío.- Me dijo mi padre mientras me daba un beso en la coronilla y se sentaba en su respectivo lugar.
-Papá por dios, no me llames así. Tengo 19 años ya.- Dije mientras reía.
-Cariño, para mí siempre serás pequeña.- Dijo riendo también.
Mi madre simplemente se encogía de hombros y seguidamente empezamos a comer.
-Hoy en la juguetería las luces han fallado.- Les informé mientras me metía el tenedor lleno de macarrones en la boca.
-Pero si las cambiamos la semana pasada.- Dijo mi madre extrañada.
-Pues no lo se, pero cuando se ha abierto en un momento dado la puerta de la tienda, se han apagado de golpe. - Dije. Preferí omitir la parte de las pisadas, no quiero preocuparles y puede ser que hayan sido imaginaciones mías.
Mi padre dijo que luego allí las revisaría para ver si había algún fallo.
Finalmente era hora de irme otra vez a la tienda así que, acompañada de mis padres, fuimos allí.
Mis padres se encargaban de la parte de encargar juguetes, hacer negocios con otras empresas, ordenar los almacenes...Mientras que yo era la que estaba de cara al público. Realmente no me molestaba, prefería esa parte antes que la suya. Es más entretenida.
Antes de entrar a la tienda, me encontré otra vez a Adam. Esta vez estaba recargado en una de las cristaleras de la juguetería. Mis padres se adelantaron y entraron a la tienda. Dejándonos a Adam y a mí solos.
-Aparta de aquí, que la gente no ve el escaparate.- Le dije mientras me ponía delante suyo.
Él me escaneó con la mirada y simplemente me tiró el humo del cigarro que tenía en la boca.
-Eres asqueroso, haz un favor al mundo y vete.- Dije mientras cerraba los ojos y arrugaba la nariz a causa del humo.
-Eres tan molesta algodoncito de azúcar.- Me dijo mientras me sonreía.
Yo me quedé paralizada y abrí los ojos cómo platos. Ese mote solo me lo decía mi padre, no podía haberse enterado.
Después de quedarme cómo unos cinco minutos sin decir nada, decidí que lo mejor era entrar a la tienda y no hacerle ni caso.
Él aun así, me siguió dentro de la tienda y se puso a mirar los diferentes juguetes que ofrecíamos.
- ¿No eres un poco mayor para seguir jugando con juguetes?- Le pregunté mientras le sonreía.
- Se llama curiosidad. Al igual que las generaciones cambian, los juguetes también. Hoy en día hay juguetes que en nuestra época no existían.- Dijo encogiéndose de hombros.
Iba a contestarle cuando de repente me di cuenta de que otra vez estaba la misma sombra de esta mañana. Seguía estando a su lado y me estaba saludando con una mano.
Le devolví el saludo extrañada y, en ese momento, la sombra se separó de Adam para irse hacia la otra punta de la tienda.
-Adam, déjame preguntarte algo.- Le dije mientras lo observaba atentamente ya que, conociéndolo, era capaz de robar cualquier cosa.
Adam se giró y vino hasta el mostrador, donde yo me encontraba. Se apoyó sobre una caja que tenía encima y se me quedó mirando esperando a que le preguntase lo que quisiera.
Cogí aire y lo solté.
-¿Por casualidad, no has notado algo extraño a tu alrededor últimamente?- Le dije seria.
Él me miró cómo si estuviese loca y me ignoró. Maleducado.
-¿Sabes que es de mala educación no contestar una pregunta que te han hecho?- Le pregunté mientras me cruzaba de brazos y lo mataba con la mirada.
Él se me quedó mirando un corto rato y justo cuando iba a abrir la boca para decir algo, un juguete de una de las estanterías del fondo se cayó.
Los dos nos giramos y nos dirigimos hacia esa estantería en concreto. Adam al ver ese juguete, lo cogió y se quedó mirándolo.
-¿Cómo podéis vender esta cosa? ¿Queréis que los niños tengan pesadillas o qué?- Me dijo mientras miraba el juguete con cara de asco.
El juguete en concreto era un muñeco de un payaso y no estaba en un estado precisamente muy bien conservado, lo que me extrañó. Mi familia y yo siempre cuidábamos muy bien de la mercancía y procurábamos que no tuviese ningún rasguño para así poder venderla en condiciones.
Le quité el muñeco a Adam de las manos y éste simplemente se las limpió restregándoselas por su pantalón. Yo, por mi parte, me quedé mirando el muñeco con el ceño fruncido, había algo que no encajaba.
-Que yo recuerde, nunca habíamos vendido este tipo de muñecos.- Dije mientras trataba de limpiar el payaso, de verdad, estaba en un estado lamentable.
-Yo no lo he puesto allí, así que de mí no sospeches.- Me dijo Adam mientras se encogía de hombros.
-Ya sé que no lo has puesto tú, siempre vigilo tus movimientos por si se te ocurre robar o romper algo de la tienda así que...Si hubieses sido tú lo habría visto.- Le dije mientras me dirigía hacia el mostrador (seguida de Adam) para guardar el muñeco en una caja de cartón para llevármelo a casa y ver qué opinaban mis padres.
-Joder Sara, sé que estás locas por mí y tal, pero no quiero una acosadora en mi vida gracias.- Me dijo Adam mientras me miraba con superioridad.
-Será mejor que te vayas si no quieres que te escupa en un ojo y seguidamente te deje estéril.-Le dije mientras me ponía roja de la rabia. Él empezó a reírse en mi cara mientras negaba con la cabeza.
En ese momento sonó la puerta de la tienda, indicando que alguien había entrado, se trataba de un hombre mayor trajeado y muy alto.
-Bienvenido a nuestra tienda, si necesita algo no dude en ponerse en contacto conmigo.- Le dije mientras le dedicaba una sonrisa.
Adam por su parte, se fue de la tienda y yo empecé a limpiar un poco la tienda para hacer algo de mientras el hombre miraba los diferentes juguetes.
En un momento dado, noté como una mano se me posaba en el hombro izquierdo. Yo, por inercia y pensando que era ese hombre, me giré mientras preguntaba qué quería. Pero detrás mío no había nadie y, encima de eso, el hombre se encontraba en la otra punta de la tienda.
¿Qué narices me había tocado el hombro?
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Los ojos de Sara
ParanormalSara es una chica normal de 19 años que se dedica a trabajar en la juguetería de su familia para así poder estudiar en un futuro su carrera soñada: Bellas Artes. Ella no se considera especial en absoluto. Tiene una complexión y estatura promedio a l...