Capítulo 3: El Cuñado

221 32 100
                                    

Misaki pasó mala noche en el incómodo sillón del hospital. Poco antes de las nueve de la mañana, apareció su supuesto suegro junto con Kaoruko. El joven se puso en pie y les saludó con una sonrisa.

- Misaki, muchas gracias por quedarte.- Dijo el mayor.

- No ha sido nada...

- Me gustaría invitarte esta noche a cenar con nosotros.- Le dijo el hombre.- Sé que no es un buen momento pero esperamos que celebrar la Navidad nos levante los ánimos a todos.

- Yo se lo agradezco pero es algo que hay que pasar en familia y...

- Tú eres familia, Misaki.- Sonrió la muchacha.- Te vas a casar con mi primo, ¿no?

- Kaoruko tiene razón. Además, mi hijo el menor no podrá estar con nosotros, estará la mesa muy vacía sin Haruhiko y sin él.

- ¿Pero no llegaba hoy?- Preguntó Misaki.

- Les ha pillado una ventisca y dudan mucho que puedan volver antes de mañana.- Respondió Fuyuhiko.- ¿Qué me dices? ¿Nos honrarás con tu presencia?

- Sí, claro.- Sonrió Misaki.- Si no es molestia...

- Muy bien, pues ve a casa a descansar. Te esperamos esta noche.

Misaki se sentía mal consigo mismo. Sentía que se estaba aprovechando de la desgracia de una familia para no estar tan solo. Nowaki le había convencido con eso de que las dos partes salían ganando, pero ya no lo veía tan claro. Le hacía ilusión celebrar la Navidad en familia, aunque no fuera la suya, después de tantos años de soledad. Se prometió que solucionaría las cosas aunque Nowaki no estuviera de acuerdo pero no lo haría aquella noche. Aquella noche era especial y no quería amargársela a los Usami. Pero antes de que acabara la semana Misaki contaría la verdad y pondría fin a aquello.

Antes de llegar a su casa, pasó por una pastelería de su barrio y compró dulces para aquella noche, no podía presentarse en casa de su familia política con las manos vacías. De haberlo sabido antes, hubiera preparado algo él mismo.

Entró en su edificio y se cruzó con un hombre de mediana edad con cara de pocos amigos. Misaki suspiró y forzó una sonrisa.

- Siete días para el alquiler.- Le dijo su casero a modo de saludo.

- Nunca se me ha olvidado, no es necesario que me recuerde los días que quedan cada vez que nos cruzamos.- Dijo Misaki sin borrar aquella sonrisa y el hombre frunció el ceño.

- Siempre hay una primera vez.- Su casero salió del edificio y Misaki comenzó a subir las escaleras. Al llegar a su piso, se tumbó bocabajo en el sofá. Poco tiempo después, su gato se sentó en su espalda.

- Buenos días, Bocazas.- Dijo Misaki con los ojos cerrados. El gato no hizo movimiento y el joven suspiró.- Una tortuga me haría más caso...

- Misaki.- Dijo su anciano vecino entrando en la vivienda.- Te he visto llegar por la ventana. ¿Ha infartado el suegro?

- Hubo un cambio de planes, Yamada-san.- Dijo Misaki incorporándose y haciendo que el gato saltara al suelo.

- Vamos, que no lo has dicho. Lo que más admiro de ti es tu valentía...

- No, no me he echado para atrás.- Negó Misaki.- Resulta que Nowaki, el vecino de los Usami, se ha enterado de que todo es mentira y me ha pedido que siga con la mentira porque, según él, Haruhiko no va a despertar. Dice que ya que van a perder a un hijo...

- Bueno, si no va a despertar yo no lo veo mala idea.- Comentó el anciano y Misaki suspiró.

- Despierte o no seguirá siendo todo mentira, yo sabré que todo es mentira y que me he aprovechado de la situación. ¿Cómo voy a vivir con eso?

Mientras dormíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora