Capítulo 5: Un bel di, vedremo

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Misaki llevaba unos días muy confundido. No podía dejar de darle vueltas a lo ocurrido con Akihiko en la nieve. La manera en la que le había mirado y el tacto de sus manos... ¿Por qué no podía quitarse aquello de la cabeza? Él estaba enamorado de Haruhiko, ¿no? Aunque no podía negar que le resultaba agradable pasar tiempo con el escritor. Tenía sus manías, no era una persona fácil, pero la forma en que lo trataba o lo mucho que se preocupaba por él, hacían enternecer a Misaki.

Pero aquello no era amor, no. Misaki tenía claro que la relación que mantenía con Akihiko era especial y por eso le hacía sentir diferente, era una sensación que Misaki no sabía muy bien cómo definir, pero no lo llamaría amor.

Salió de trabajar junto con su compañera, quien no paraba de quejarse de su marido. Misaki intentaba prestarle atención pero no podía dejar de pensar en cierto escritor. La mujer se le quedó mirando y Misaki supo que esperaba algún tipo de respuesta.

- Ya lo creo, hombres...- Comentó el menor y aquello pareció satisfacer a su colega.

- Es que todos los días es lo mismo, si no fuera por los niños le echaría de casa.- Escuchó que decía la mujer y en aquel momento Misaki divisó a Akihiko, lo cual le hizo sonreír como un bobo.- ¿Y esa cara? 

- ¿Eh?

- Estás rojo y sonriendo de forma extraña...

- No, es que he visto a un amigo.- Dijo Misaki rápidamente.- Te veo mañana.

- Adiós, Misaki. Y no te fíes que al principio todo es muy bonito pero luego seguro que acabará siendo como mi marido.

- Lo tendré en cuenta.- Dijo el castaño caminando hacia donde estaba el escritor.- Hola, Akihiko.

- ¿Qué tal, Misaki?- Le sonrió el mayor.

- ¿Qué haces aquí?

- Te estaba esperando.- Respondió Akihiko.- ¿Te gusta la ópera?

- Nunca he ido.

- Yo tampoco, pero me han regalado entradas los de la editorial y me preguntaba si te gustaría acompañarme.

- Sí pero a esos sitios hay que ir muy elegante, ¿no?

- Eso tengo entendido. Podemos ir a mirar ropa si quieres.

- Tengo un traje que solo me he puesto una vez, me alegra tener una excusa para usarlo.- Sonrió Misaki.

- ¿Eso es un sí?

- Sí.- Asintió el joven.

- Genial, pasaré a por ti a las siete. Te llevaría a casa pero tengo que ir a...

- No te preocupes, me gusta pasear.- Dijo Misaki.- Te veo luego.

- Hasta luego, Misaki.

No era una cita, simplemente eran dos amigos que iban a la ópera o eso era lo que quería pensar Misaki, quien se encontraba muy nervioso por alguna razón que no conseguía comprender.

- Yamada-san, me vuelvo a hacer pis...- Dijo Misaki angustiado mientras se miraba en el espejo.

- Eso son nervios, hijo.- Dijo el hombre desde el sofá.- Y deja ya de tocarte el pelo, estás perfecto.

- No sé yo, no estoy acostumbrado a ir a ese tipo de sitios y menos con Akihiko.- Comentó Misaki.- Quiero estar a la altura.

- Lo dices como si Akihiko fuera marqués...

- Podría aparentar serlo perfectamente.- Dijo el menor.

- ¿Quieres una tila?

- No, gracias, nada de líquidos.- Dijo Misaki y llamaron al timbre.

Mientras dormíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora