Two

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Debía ser un sueño, todo debía ser un sueño. Dios mío ¿A quién se le ocurría emborracharse en un bautismo? Sí, a Jisoo.

¿Recuerdan todas las llamadas de "Jichu"? Resulta que estaba siendo echada de la iglesia (sí, a las cinco de la mañana) porque había entrado ilegalmente al lugar a tomar el vino.

Jisoo era dos años mayor que Yoongi, pero el primero parecía mayor en ciertos momentos. Experto cuando veían películas de terror, en ese momento el de ojos gatunos se convertía casi por inercia en el hermano menor de la casa.

Suspiró acomodando tirando sus cabellos hacia atrás, mientras sus sentidos se detenían en un detalle del cual, por culpa del susto, no se había percatado: estaba chispeando y el cielo amenazaba con una tormenta que no se veía nada bien.

Justo cuando estaba por mal decir el teléfono comenzó a sonar mostrando un "Jichu" en la pantalla y el volumen de la melodía se fue intensificando.

– ¿Jisoo? – preguntó el rubio luego de contestar.

– ¡Min Yoongi! ¡¿Dónde se supone que estás?! ¡Debías venir a buscarme a las dos! – se quejó la peli morada.

– Y lo hice ¿No recuerdas? Me dijiste que te dejara en paz porque estabas "encontrando a Cristo". – hizo comillas con sus dedos, a pesar de que la otra no pudiera verlo.

– ¡Deberías haberme traído igual! Me muero de frío. –

– ¿Es mi culpa que te hayas emborrachado? –

– ¡No estoy borra... – un golpe se escuchó del otro lado.

– ¿Jichu? – preguntó el chico. Sin embargo nadie respondió.

Yoongi estaba a punto de entrar en pánico y formular mil hipótesis de que le habría pasado, hasta que un chasquido de lengua se oyó.

– Te caíste ¿Cierto? – intentó contener su risa.

– Cierra el hocico y mueve tu casi inexistente trasero más rápido. Ahora mi cabello está lleno de barro. –

Sin poder evitarlo, una corta risa salió de los finos labios del pálido. Jisoo era un personaje, no podía negarlo.

Luego de un par de insultos por parte de la mayor y risas leves del pelinegro, colgó la llamada. Guardó el celular en su bolsillo izquierdo y aceleró su paso, la lluvia estaba jugandole en contra.

Mientras caminaba por las (ya medio iluminadas) calles pudo ver varios carteles con el mismo anuncio. El rostro de un chico que no conocía y, en grandes letras: "Muy pronto en Seúl". Genial, otro idol. Eso significa que las calles iban a estar llenas de adolescentes gritando por ver al chico son camiseta.

Entre esas adolescentes, Jisoo arrancando extensiones. Ya podía visualizarla haciendo una cola de mil metros con su lightstick a batería y sus camisetas de fan ¿Lo peor de todo? Yoongi debía estar vigilando que ella no matara a nadie en el camino.

¿Y si la ataba con una correa?

No, muy violento.

Aunque considerando como es Jisoo...

– ¡Min Yoongi! ¡El poste! – pero era tarde. Definitivamente se había llevado puesto el poste de luz.

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– ¡Jisoo deja de moverte! –

– Pero es que es tan lindo... – dijo la chica abalanzandose por tercera vez sobre la ventana de una vecina.

Hace quince minutos que Yoongi intentaba entrar a la casa para poder acostar a Jisoo y que se durmiera de una vez. Pero no, la muchacha estaba encaprichada con llevarse un gato que miraba a través de la ventana vecina.

Maldito gato seductor.

– Kim estas colmando mi paciencia. – bufo el chico.

– ¡Pero Yoongi! ¡Mira esos ojitos! – chilló haciendo que el pálido se dignara a mirar con más atención al gato.

Su compañera no mentía, los ojos oscuros de ese gato eran muy atractivos. Rasgados y con brillo, tales como los ojos de la chica que lo había atendido en el bar.

Antes de irse de aquel lugar, recuerda haber escuchado a un chico llamarla ¿Kennie? ¿Fenix? ¿Jani? Bien, puntualmente eso lo lo recordaba. El punto es que ambos especímenes tenían esos lindos ojos gatunos.

– ¡Mira! ¡Esta haciendo burbujas de saliva con su naricita! –

Y hablando de especímenes, aún intentaba definir que era Jisoo.

– Bien, Kim. Me cansé. –

– ¿A qué te... ¡Min Yoongi bajame ahora! –

– Cállate o te dejo en un bote de basura. – amenazó con la peli morada ya en su hombro.

– ¡Un bote de basura es más ordenado que tu apartamento! –

– Nuestro apartamento, Jisoo. –

– Es nuestro cuando te conviene, maldito mocoso malcriado. – dijo chillando una vez más.

– Como digas, cabeza de tintura mal echa. – abrió la puerta del apartamento y dejó a la chica en el sofá.

Claro que la muchacha no dejaba de patalear y hacer escándalo, pero al menos no debía controlar que se llevara alguna mascota o que se extraviara en la calle.

Fue con rapidez a su habitación y buscó unas colchas que tenía guardadas para cuando a su compañera se le ocurriera venir a molestar a su casa. Ya era casi rutinario que durmiera en su casa.

– Duerme, inmundicia. Mañana a primera hora te quiero preparándome el desayuno. – le lanzó las colchas.

– Gracias, Yoongi. Eres el mejor ex del mundo. – respondió la misma acomodándose en el sofá.

– Deja de recordarme mi pasado oscuro, anciana. – hizo una mueca de asco y se dirigió nuevamente a la habitación.

Ella respondió algo, sin embargo no alcanzó a oírlo con claridad. Por suerte.

El pálido se quitó la camiseta junto a sus zapatos y seguido sus pantalones. Miró una de las toallas colgadas en su puerta y pensó un momento ¿Debía bañarse ahora o a la mañana? Antes de razonar cualquier cosa, recordó que su ex le había vomitado en la remera. Sí, tenía que ir a bañarse urgente.

Entró a la ducha después de merondiar buscando más toallas y al cabo de 10 minutos ya estaba cambiado y acostado en su cama en ropa interior. Sus ojos pesaban y estaba seguro de que mañana tendría unas enormes ojeras. Pero que más da, los felinos ojos de su amor platónico lo valían.

Porque sí, Yoongi sabía de la existencia de Jennie desde el secundario, pero nunca supo su nombre ni mucho menos se animó a hablarle. Y claro que tampoco lo haría ahora, la chica parecía intimidante a primera vista.

Si tan solo se hubiera animado a cruzar su calle cuando la vio por primera vez en aquel parque. Quizás hubiera sido él quien levantara sus libros y no el engreído de Wang.

Quizás y solo quizás, hubiera aceptado ir al baile con él. Y quizás, remarco, quizás, hubiera sido él quien la besara debajo de la luna. Pero claro, al menos él no habría sido tan imbecil como para tocarle el trasero y espantarla.

Ah, Jackson, Jackson. Siempre metiendo la pata.

–¡Yoongi! ¡Tu control remoto se rompió! – y hablando de meter la pata...

T R A G O  A M A R G O [JENNIE & SUGA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora