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La cueva
Los años habían pasado para todos, incluyendola a ella. Incapaz de ignorar ciertas cosas, como cada año que podía iba a dejar flores a la tumba de Chiyo. Pero también a escondidas, iba a dejar a la cueva.
-¿Qué es este lugar?- preguntó
-Una tumba -respondió
- Yo no veo cadáveres - dijo de forma baja
Sakura suspiro, sin duda tenía su arrogancia
-¿Sarada puedes esperar aquí? - pregunto y ella asintió
Dejó a su hija afuera de la cueva, para luego ingresar ella.
Al ver ese cuadrado donde antes la marioneta de Sasori residía, dejo las flores para él.
Sarada espiaba por la entrada de la cueva asomando su cabeza, no entendía por que su madre miraba ese sello ya gastado con tanta melancolía, quizás solo tenía 8 años y por eso no la entendía.
Sakura meditaba y como cada año reflexionó sobre su pasada y actual vida.
Luego de su batalla, no paró de pensar en el logró que había hecho, pero no solo en eso.
Cuando vio la mirada de Sasori al morir, al sonreír pudo sentir que la vio en otro lugar, como si ya lo conociera. Parecía feliz de haber hablado con ella. Como si toda su vida la hubiese buscado.
Nunca pudo dejar de pensar en ese hombre, sentía tantas ganas de buscarlo, matar a Kankuro tomar su cuerpo y revivirlo. Para que él la acompañara. Era retorcido, pero seguía preguntándose que hubiese sido si él no moría.
Había cometido tantos errores, lo comprendió años después.
Su adolescencia desperdiciada en llorar, su matrimonio, su hija. Quizás pudo ser mejor que todo lo que estaba ahí.
Habían días que imaginaba a Sarada con cabello rosa y ojos grises y no solo eso. La imaginaba llamándose Chiyo, como aquella mujer que un día creyó en ella. Sasuke insistió en ese nombre tan extraño y se arrepentía de hacerle caso.
Estaba en esa cueva como cada año pensando en él. Por que al ir ahí, sentía que esa no era la vida que estaba destinada hacia ella. Quizás en alguna otra vida esa cueva solo era eso. En otra vida quizas ella y él estaban destinados a estar juntos de alguna manera.
