Irene y Oregom: dioses contra dioses

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  Los dioses más grandes y poderosos del universo, Geisha y Oregom, argumentaban sobre qué hacer con la niña que esperaba esta primera una vez naciera. Geisha, diosa de la fertilidad, había tenido un encuentro amoroso con un humano, quedando ella embarazada. Oregom, dios del viento y esposo de la imponente diosa, decidió condenar la hija de Geisha maldiciéndola. Nadie debía saber del encuentro amoroso entre Geisha y el humano, de enterarse algún dios del universo, la hija de la hermosa diosa será asesinada por Oregom, no podría jamás enamorarse ni descubrir sus poderes pues siendo ella hija de una diosa, iba a poseer poderes. Él estaba muy enfadado con su esposa y sabía que, si algún dios del universo se enterara del hijo de Geisha, sería muy dañino a su figura de superioridad delante de los otros dioses. Oregom decidió encerrarla en el palacio de grandes puertas y ventanas fundidas con oro y de altos techos color mármol, sin tener la oportunidad de salir del mismo. La estaba ocultando de otros dioses porque sentía vergüenza de que estuviera embarazada de un humano.

  Pasaron ocho odiosos meses de encierro entre aquellas paredes blancas. Dio a luz a una hermosa niña de ojos tornasol, piel de seda blanca y de cabello color sol. Toda una semidiosa representativa de las aguas. Oregom la bendijo con ser semidiosa de las aguas, pero la condenó a vivir en la tierra con su padre Adonis, un campesino y a no enamorarse. Al momento que nació la niña, Oregom la bajo de los cielos y la dejó en el portal del hogar de Adonis en una canasta de madera. Este le toco la puerta y se fue, dejando a la indefensa niña allí. Adonis escuchaba los llantos de un bebé, fue hasta su puerta y se topó con aquel ser de aspecto celestial. Él era un hombre solo, vivía en una casa pequeña hecha en ladrillo con apenas dos dormitorios. Aún sobresaltado, tomo a la niña entre sus brazos, acurrucándola entre su cuerpo y las sábanas blancas con bordados en oro, miró hacia todos lados a ver si lograba divisar a algo en aquella noche ámbar, pero no encontró nada. La colocó sobre una de las camas donde se acostó con la niña con la esperanza de encontrar a su familia al día siguiente. Cuido toda aquella noche, la niña durmió tranquila.
Al día siguiente, Adonis se fue en la búsqueda de la familia de la niña. Fue de puerta en puerta y nadie sabía nada. Llegó hasta la ciudad y tampoco consiguió respuesta. Él era una persona muy fiel creyente a sus dioses. Llegó hasta el panteón de la diosa de la fertilidad en busca de una respuesta. Entre sus plegarias, la diosa bajo de los cielos y se le presentó a Adonis. El al verla, se exasperó. ¿Cómo era posible que con quien tuvo un encuentro amoroso resultara ser una diosa? "Adonis", le dijo la diosa en tono sutil. "Esta es nuestra hija. Cuando subí a los cielos, lo hice sabiendo de mi embarazo, lo callé hasta que el dios de todos los dioses, el infalible, se dio cuenta y me encerró en el palacio de puertas y ventanas fundidas en oro." Adonis escuchaba atento a pesar de estar molesto con la situación. "Te dejó la niña en tu portal como parte de mi castigo por haberme encontrado contigo de forma amorosa. Te la dejo yo a ti para que la cuides de aquel que daño le desee hacer, incluyendo daño de tus dioses. Recuerda, no la dejes enamorarse." Al momento en el que Adonis abrió la boca para refutarle a la diosa, esta desapareció entre un humo blanco. Adonis quedó solo con la niña en el templo inundado por los llantos del bebé que cargaba en sus brazos. "¿Ahora que hoy a hacer? ¿Que haré contigo?", dijo Adonis para sí mismo. Estaba muy furioso, quería preguntarle a la diosa cómo fue que él nunca supo que era la diosa de los dioses, que ella había quedado embarazada de él, por que le ocultó todo. Él quedó solo con preguntas y con un bebé entre los brazos. Nunca había sido padre, nunca había pensado que sería padre tan pronto en su vida. El hombre de tez quemada se fue a su hogar con la niña. Improvisó una cuna con algunos troncos que encontró, le colocó paja para que fuera acojinada y unas sábanas para que fuera suave a la piel de la bebé.

  Pasaron 16 años. Años donde Adonis cuidó de su hija Irene, nombre que significa paz. La vio crecer, jugar y hacer travesuras. La llevo a los templos de los dioses, le enseñó en que debía estar su fe. Le hizo ser más enfática en adorarle a Geisha, su madre. Irene fue muy fiel a la diosa de la fertilidad, diosa que representa la vida vital de la mujer desde su nacimiento hasta su madurez. Ella se sintió siempre más allegada a esta diosa, sentía una conexión que no podía explicar. Para ella era lo más cercano a lo divino. Por otro lado, según crecía, sentía grande apego al mar, a los ríos. Su padre siempre le prohibió acercarse a las aguas, Irene nunca le entendió su motivo y por más que le cuestionase, nunca le dio respuesta que ella le creyese. Irene siempre quiso sentir la arena en sus pies, el agua en su cuerpo, pero gracias a su padre y su temor al agua nunca lo consiguió.

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