INCOMPLETO [REITUKI]

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—¿Dónde estabas?

La pregunta se escuchó a lo bajo, sus palabras viajaron al ras de la mesa sobre la cual estaba botado. Takanori se mantenía con los brazos extendidos a lo largo de aquella superficie mientras dirigía su vista a la entrada principal del lugar. Podía ver los arañazos sobre la madera, el polvo, cómo se reflejaba la luz neón de fuera cuando Akira entró, caminando en su dirección. Quién sabía cuánto tiempo permaneció de tal forma, ahí sentado, ahí aventado como algún trapo, pero no era como si le importara, al menos no a él.

—Sólo fui a caminar un rato, pero en mi trayecto encontré las piezas que necesitas —respondió a quien seguía tendido encima de la mesa. Se quedó de pie junto a él, observándolo, pensando y pensando—. ¿Con esto ya lograré que trabajes?

Pedazos de metal, algunos cristales y herramientas varias con algunos circuitos se regaron frente las narices de Takanori, él apenas distinguía todo a través de sus mechones negros y una nublada vista; estaba medio ciego, ni siquiera hacía esfuerzo en poner toda su atención, sabía que Akira conocía a la perfección qué tanto requería en su proyecto, así que confió plenamente en que todo fuera lo indicado.

—No pensé que te preocupara tanto —entre sus dedos se movían algunas piezas pequeñas, jugaba con ellas y después las dejaba caer. Sus ojos no enfocaban algún sitio en específico, pero sabía hacia dónde se movía Akira—. Necesito ir a casa, el resto de los materiales está allá, ¿podrás llevarme?

—Vivimos juntos.

El tono que empleó le dejó una mala cara, de la cual no fue consciente. Había muchas cosas que, pensaba, ya no eran igual. Pensé que no te preocuparía. Pensé que te alejarías. Pensé que ya no llamarías. Pensé que ya no me amabas. Takanori pensaba tantas cosas que a veces se olvidaba de dormir entre la niebla que saturaba su mente por las noches, lo peor es que ni siquiera eran cosas que le beneficiaran, simplemente se encargaba de estructurar el peor escenario.

—Cómo sea, ¿nos vamos ahora?

—Sí, sólo tomo mis cosas y salimos.

Era extraño, sus piernas estaban entumidas, al ponerse en pie sintió que él mismo crecía. Vio a Akira aun a su lado, con el cabello azul algo mojado y sus brazos descubiertos, pues la playera que llevaba era sólo de una tela negra sin mangas, acompañado de unos jeans bastante viejos; en sus manos llevaba vendajes, al igual que en su hombro izquierdo. Akira se lastimaba fácilmente.

Takanori caminó por un pasillo no muy largo, el lugar donde se encontraban era de un solo piso. Dentro no había luz, sólo el reflejo de todo allá afuera. Se podía escuchar la lluvia cayendo, los trenes pasando, gente hablando, todo. La última habitación donde fue a parar tenía una cortina en su entrada, ahí únicamente la adornaba un montón de libros regados en una esquina, un par de mantas, linternas de varios colores y su maletín, el cual tomó para dirigirse de vuelta con Akira.

—Hacía mucho que no llovía, ¿crees que lo dejen por varios días?

—Puede ser, los niveles de humedad bajaron en nuestra zona —Akira respondía mientras daba un vistazo a su reloj, era un pequeño recuadro que mostraba un holograma con los estados de trafico alrededor de la ciudad por la cual se movían—. Traje la capsula, si no te importa, quisiera dormir en lo que llegamos.

—Seguro, no hay problema.

La capsula. Era lo que simulaba una nave en forma de elipse, lo suficientemente grande para que ambos entraran recostados en cada extremo, dejando los mandos de manejo al medio. Se movían dentro de los edificios, por conductos parecidos a los elevadores, de vez en cuando salían de las construcciones y eran dirigidos en túneles alrededor de las carreteras o en el subterráneo. Akira entró, se acomodó viendo hacia arriba, toda la cubierta parecía transparente, le permitía observar el exterior, más no los dejaba ser vistos al otro lado, así que estaba cómodo de tal forma. Takanori colocó su portafolio sobre el asiento, dejando su espacio para al final cerrar su compuerta e indicar la dirección, esa que tenía bastante sin pronunciar.