Tenía la naturaleza de ser una persona solitaria quien lleva una vida plena y tranquila. Cuando tuve como autosustentarme me fui de casa de mis padres perdiendo el contacto casi por completo con ellos. Esporádicamente los llamaba para felicitarlos por su cumpleaños o aniversario de bodas, claro que solo dejaba mensajes de voz que a lo sumo duraban diez segundos. Trataba de no contestar cuando cumplía un año más, ya que si lo hacía eso se transformaría en mi madre hablando del otro lado sin parar sobre lo mal hijo que soy mientras yo la mantengo en altavoz sin prestarle atención; tenía mejores cosas en las que enfocar mi tiempo.
Cuando entré a la universidad me centré en mis estudios, tratando siempre de dar lo mejor de mí. No había nadie en mi vida que me distrajera de ello, ni amigos hipócritas o novias consumidoras que solo esperaban gestos románticos de mi parte. Puede que les suene como algo triste, quizás en estos momentos sientan pena por mí, pero les aclaro que no tienen porqué. Gracias a mi frialdad con el mundo ajeno conseguí ser el mejor de mi clase, recibiendo mi título con honores. Claro que mi vida tampoco se filtraba en libros nada más, en mis tiempos libre solía ir a un club de natación al cual mi padre asistió cuando joven. He practicado desde los doce años, por lo que ahora solo voy por diversión para revivir los viejos tiempos; el agua y yo nada más. Tiende a volverse relajante.
En síntesis, soy alguien que disfruta de su sombra y nadie más, siempre encorvándome sobre mis estudios lo que me llevó a ser un sujeto que puede decir “tengo una carrera por mí”. No me deprimo por estar aislado, me deprime integrarme entre la comunidad de hecho. Me disgusta el trabajo en equipo ya que no me agrada que otros se aprovechen de mi esfuerzo o cargar con los errores de los demás.
Entonces, la pregunta ahora es, si estoy tan solo y tan tranquilo en mi cama cubierto por mantas, ¿por qué mi teléfono está zumbando bajo mi almohada a las cuatro de la mañana en un día de semana? Solté un gruñido, si no lo contestaba jamás lo descubriría, aunque no era como si la respuesta me mantuviera curioso. Intenté quedarme inmóvil hasta que cortaron, siempre que sea algo importante intentarían contactarse nuevamente conmigo.
Cerré poco a poco los ojos, relajando mi cuello y músculos. Por suerte no me había despabilado con tan imprudente llamada, aunque no podía cantar victoria todavía. Cuando estaba por dar mi primer ronquido que demostraba mi estado inconsciente, mi celular nuevamente comenzó a vibrar sacándome de quicio. Metí mi mano bajo la almohada y extraje de ahí el aparato. Una vez que mi vista se aclaro pude observar que se trataba de un número desconocido. Con el ceño fruncido presioné la opción para descolgar la llamada y me llevé al móvil hasta el oído.
— ¿Aló? —mi voz salió ronca y cansada, pero eso no pareció importarle a quien se encontraba del otro lado, puesto que me contestó sin rechistar en un “lo lamento por la molestia”. Prudencia, amigos, prudencia es lo que faltaba en este mundo.
— ¿Hablo con el señor Ronni? —pregunto una voz gangosa. Inútilmente asentí con el rostro, cuando no estaba totalmente lúcido mis reacciones eran confusas y torpes. — ¿Hay alguien ahí?
—Em… sí, soy el señor Ronni. —respondí sentándome en mi cama para así no quedarme dormido en media llamada. — ¿Con quién tengo el gusto de hablar?
—Soy secretaria del Hospital Estatal, un paciente internado en nuestro servicio de emergencias tenía su número para llamar en casos como este.
— ¿Qué tipo de emergencia? —pregunté algo, debo admitirlo, preocupado.
—El señor Mathew Walter ha sido internado tras sufrir un ataque cardiorrespiratorio. —inmediatamente me puse de pie, exaltado por la noticia que acababa de llegar a mis oídos. ¿Acaso mi sueño me estaba pasando una mala jugada?
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Preparatoria Apple High
HumorCuando Daniel, un sujeto de veintitrés años ya titulado, recibe una llamada de madrugada en la que le informan que su antiguo profesor de universidad y amigo entrañable, Mathew Walter está grave en un hospital, él parte inmediatamente hacia el lugar...