"Y esta es la historia
Pongan atención
De cómo mi vida se transformó
En bicicleta arriba abajo domiciliando pensé
Que llegue a repartir Rappi en todo Usaquén... !Woow!".
Ahora bien, todos hemos visto una invasión creciente de maletas anaranjadas a las espaldas de jóvenes ciclistas con poca o nula precaución en las calles de las grandes ciudades, que zigzagueando de un lado al otro en búsqueda de la dirección de un cliente que espera su comida. Estos son los rappitenderos y yo fui uno de ellos.
Bienvenido a bordo
Pertenecer a Rappi en realidad no es muy difícil, simplemente debes ingresar a la aplicación y llenar distintos datos; Nombre completo, fecha de nacimiento, email, teléfono, cédula, vehículo y placa. Tengo entendido que para los extranjeros se les piden más papeles. Después de eso, debes ir a una inducción en alguna de las sucursales físicas, inducción que varía de persona en persona, en la que duras unas cuantas horas dependiendo de quién sea tu entrenador. Lo que me contaron unos colegas veteranos, que al comienzo de la aplicación solo debías ver un video y ya estabas listo para trabajar. Y se me hace muy lógico, ya que solo te piden sentido común para pasar las pruebas.
Como, por ejemplo:
– Bueno Nicolás, ¿qué pasa si el cliente no contesta el timbre? –me pregunta mi entrenador, con el tono de una maestra de preescolar.
– Pues le marco al celular, ¿no? –le respondí, arqueando la ceja.
–¡Muy bien Nicolás! – se cogió la cintura con ambas manos, como mamá orgullosa de su hijo– ¿Ya habías trabajado en atención al cliente?
–Sí, pero... Es pura lógica, ¿no lo cree?
Al terminar el entrenamiento, dependiendo de tu situación económica, puedes escoger entre varios modelos de contenedores, la más económica se parece a una de mis loncheras de Mickey Mouse de niño de primaria, en la que se me regaba el yogur de frutas antes de que comenzara el recreo, está constando veinticuatro mil pesos. O puedes escoger una maleta que se parece a la armadura de uno de Los Caballeros Del Zodíaco, que cuesta setenta y cinco mil pesos. Existen más modelos, pero estos me parecen los más importantes, y los que todos conocen.
Obviamente necesitas la aplicación de Rappitendero que, para mi sorpresa, no ocupa mucho espacio y no consume muchos datos. Después de esto ya estás listo para salir a las peligrosas calles a volverte un Rappitendero.
A la calle voy, a la calle voy, a la calle quiero ir
Era domingo a mediodía, estaba ubicado en la plaza enfrente al Carulla de la 63, previamente había visto varios compañeros de Rappi estacionarse ahí días antes, pero tenía miedo debido a que se me ocurrió la brillante idea de buscar accidentes relacionados con los rappitenderos antes de salir de mi casa. Supuestamente para estar preparado para cualquier eventualidad, pero no sabía que estaban tan expuestos a tantos peligros; robos, accidentes de tránsito, ataques de los clientes, ataques de los mismos compañeros o de otros mensajeros de otras plataformas. Lo bueno es que conocí a Junior, un rappitendero veterano, que me fue guiando para no embarrarla, a lo que estaba destinado a hacer si él no hubiera aparecido.El primer pedido se demoró media hora, media hora suficiente para aprender lo más que pude de la asesoría de Junior, me explicó en que calles estar prevenido y de qué clase de clientes tener precaución.
–Cuando un cliente le pide que se lo deje en la recepción del edificio y que él celador va y vuelve, no hay que confiar, casi siempre es una trama y ambos se hacen los maricas para no pagarle. Hasta que no tenga la plata en la mano uno no suelta el pedido.
Me explicaba Junior, mientras me contaba una experiencia en la que le intentaron robar un pedido de un mercado de ciento veinte mil pesos, y le tocó hacer un escándalo para que le pagaran.
El trabajo no es muy difícil, te llega una notificación de cuál es el producto, donde está y cuánto se demora, tú escoges si lo tomas o no, si no lo tomas comienza a bajar tu puntaje, si tu puntaje es muy bajo no te llegan pedidos, así que hay que tomar los más posibles. El pedido era un combo de hamburguesa que se encontraba a tres calles, cuando llegué estaba listo, el asesor del restaurante era muy amable con los rappitenderos y no se molestó que se lo pagara con un billete grande, sabía que tenía que tener sencillo para dar vueltas a los clientes y se dio la oportunidad. La casa del cliente estaba por la calle 60 con carrera 16, bastante cerca, en un par de minutos ya estaba allí.
¡¡María la llave!!
Al llegar al edificio no encontré timbre para el tercer piso de donde era el domicilio, decidí llamar al cliente, él era un hombre mayor que con una voz grave me indicaba que estaba comprando en la esquina y que ya llegaba.
Al llegar el hombre me reconoció de inmediato, supongo que por la maltea enorme en mi espalda, el tipo era bastante bajo, era calvo y con una barba gruesa. Me saludó y me pagó el pedido de quince mil pesos con unos billetes y muchas monedas. Mientras me quitaba la maleta para entregarle el pedido, el hombre pegó un grito fortísimo a su mujer, que de inmediato le tiró una cadena con llaves desde el tercer piso, las tomó y luego el pedido, se despidió muy amable y me fui al frente del Carulla a esperar otro pedido.
Me llama usted y entonces voy, don Rappi-man es quien yo soy
La espera de los pedidos es lo más difícil, compañeros me dicen que en días malos te puedes ir en limpio todo el día, esto por suerte no me sucedió, a los diez minutos de espera ya tenía otro pedido, también muy cerca.
Más o menos es la misma dinámica en todos los domicilios, lo que cambia son las rutas y los tratos. En ciertos establecimientos no puedes esperar el pedido adentro del local, supuestamente da mala imagen del sitio, y lo tienes que esperar afuera, así el local esté completamente solo. O también los tratos con los vehículos, hay conductores que tienden a arrimarse mucho a las bicicletas, supongo que le caemos mal por compañeros imprudentes, pero eso no es excusa para que se pongan a jugar con las vidas de otras personas.
A pesar de todos los inconvenientes, es un buen negocio, pedaleé alrededor de unas cinco horas, y en ese transcurso me quedaron de ganancia unos veinte mil pesos, fuera de un domicilio que me tuve que comer porque lo cancelaron. Fue muy productivo, en ese tiempo en una compañía normal no costaría más de diez mil pesos el trabajo, sin contar con las libertades que presta Rappi, como trabajara a la hora que uno quiera. Obvio, hay factores de riesgo como la inseguridad o el clima, pero este trabajo está solventando un gran porcentaje de desempleados del país.
Nicolás Amezquita
Bogotá - Colombia
2019
YOU ARE READING
'Rappi-Ando'
Adventure"Y esta es la historia Pongan atención De cómo mi vida se transformó En bicicleta arriba abajo domiciliando pensé Que llegue a repartir Rappi en todo Usaquén... !Woow!". Esta es la crónica que hice con una de las empresas más influyentes de los mile...