Capitulo 1

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Nos encontramos en Konoha, bajo un cielo gris y pesado. Una niña de apenas cuatro años corre con todas sus fuerzas, su respiración entrecortada es casi un eco en el callejón estrecho donde intenta huir. Lleva una camiseta color bordó, pantalones negros y unas pequeñas zapatillas de tonos oscuros. Su cabello, largo y puntiagudo, es de un amarillo intenso, y las puntas teñidas de negro bailan con el viento a cada paso. En sus mejillas, tres marcas en cada lado destacan bajo sus ojos celestes, llenos de temor y desconcierto. En su mano derecha lleva la marca de una luna y en la izquierda la del sol.

 En su mano derecha lleva la marca de una luna y en la izquierda la del sol

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Pero no hay escape. Los gritos y pasos de una turba de aldeanos enfurecidos se acercan, cerrándole el paso hasta dejarla atrapada en un callejón sin salida.

-¿Por qué me persiguen? ¡Yo nunca les he hecho nada! -su voz, apenas un hilo tembloroso, se pierde entre el desprecio de quienes la rodean.

Aldeano 1: -¡Cállate, demonio! ¡Por tu culpa, mi mujer está muerta! -vociferó un hombre, los ojos llenos de rencor.

Aldeano 2: -¡Agárrenla! -gritó otro, mientras las manos y palabras de odio se arremolinaban en torno a la niña.

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Media hora después, el silencio se instala. En el suelo yace la pequeña, inconsciente en un charco de su propia sangre. Su ropa está rota y sucia, las marcas en su piel palidecen bajo el resplandor rojo que las cubre.

De repente, una extraña sensación la invade. Hikari abre los ojos y, con sorpresa, se encuentra en un lugar desconocido. Un espacio oscuro y sombrío, donde el eco de gotas de agua resuena, aunque curiosamente el agua no la moja.

-¿Dónde estoy? ¿Es... una cañería? -preguntó, la confusión y el miedo se mezclaban en su voz.

Sin saber hacia dónde ir, Hikari comenzó a caminar por el misterioso lugar. Pronto, un gruñido profundo llenó el aire, haciendo eco en las sombras. Su corazón dio un vuelco cuando, al girar una esquina, se encontró ante una inmensa jaula, más grande de lo que habría imaginado.

Un par de ojos rojos brillaban en la oscuridad detrás de los barrotes. La voz, profunda y burlona, hizo que la niña se estremeciera.

-Vaya, vaya... parece que mi inquilina decidió visitarme -la voz retumbó como un trueno en la inmensidad del lugar.

 parece que mi inquilina decidió visitarme -la voz retumbó como un trueno en la inmensidad del lugar

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(LA HIJA DE  BORUTO Y SARADA)UN CAMINO DIFERENTE AL RESTO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora