SEIS

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Lunes, 5:32 p.m.

Llegué a mi casa luego de la charla que tuve con el Lucas. Me fui directo a mi pieza, estaba enojada y no quería desquitarme con la persona incorrecta. Me tiré a la cama y escondí mi cara en la almohada, sé que en cualquier momento va a llegar el Franco y no quiero que me encuentre en este estado, en cualquier momento lloro de la rabia.

-Javi, ¿sabí si la mamá dejó plata? -hablando del rey de Roma.-

-No cacho Franco, la vi en la mañana, pero no me dijo náh. -murmuré aún con la cabeza escondida en la almohada.-

-¿Qué te pasó? -se notaba que estaba preocupado, pero prefiero callar, siento que es algo ridículo.-

-Nada, tengo sueño no más. -mentí descaradamente, aunque bueno, no del todo.-

-Yo sé que me estai mintiendo, te conozco cabra chica, pero cuando quieras hablar sabes que voy a estar para ti.

No pude evitar levantarme de la cama y abrazar a mi hermano con fuerza. De verdad que tenerlo a él es lo mejor, nunca me juzga y respeta mis tiempos.

-Gracias, simio. -sonreí dejando un sonoro beso en su mejilla.-

-Voy a comprar pa' tomar once y vuelvo, ¿ya? -revolvió mi pelo y salió de la pieza antes de que pudiera pegarle.-

Caché que el Nico comentó mi foto así que le respondí enseguida. Es tan tierno este chiquillo, pero de verdad no quiero seguir cargándolo con mis dramas estúpidos. Cerré mis ojitos y decidí dormir aunque sea un rato, demás que mi hermano me despierta con sus gritos.

—Oye. –sentí que murmuraron en mi oído, pero no quería despertar aún.–

Me empecé a reír cuando sentí que me estaban haciendo cosquillas en el abdomen y lancé manotazos al aire para que parara. El Franco sabe que odio las cosquillas, imaginense se me sale un peo.

—Ya po simio, sabes que odio las cosquillas. –froté mis ojos antes de abrirlos.–

—No soy el Franco.

Abrí mis ojos de una al cachar que no era náh el sopenco de mi hermano, era el Nico. Traté de arreglar mi pelo, demás que estoy súper chascona y la baba mejor ni la menciono.

—Nico, ¿qué estai haciendo aquí? –murmuré aún un poco impactá.–

—Te vine a ver po, ¿o acaso no puedo?

Sonreí mirándolo con ternura, nunca un mino había actuado así conmigo y me encantaba. No quiero hacerme ilusiones, nunca he tenido suerte en el amor así que lo evito lo que más puedo.

—¿Veamos una película? la Emi me recomendó una de netflix. –no me defraudes, amika.–

—Ya po, ¿de qué trata?

Me paré a buscar mi compu, lo prendí y volví a acostarme, pero esta vez junto a un Dios griego, omg.

—Es de navidad. –me reí mientras tiraba un mechón de mi pelo tras mi oreja.– creo de cómo comenzó todo.

—No soy mucho de esas películas, pero todo por la más linda. –me sonrió coqueto y tuve que volver a mirar la pantalla del compu porque en cualquier momento me pondría rojo y qué vergüenza que me veas así.–

—Es de monitos sí, te aviso al tiro. Se llama Klaus.

—Creo que mi hermana chica la vio. –rodeó mi hombro con uno de sus brazos para apegarme a su cuerpo, creo que morí.–

—¿Tení una hermana? no sabía. –tengo cuñada, EEELLA.–

—Es que igual no hemos hablado de temas profundos po. –pucha, veldad.–

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