NUEVE

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Domingo, 11:23 a.m.

—Ya po Javi, levantate.

Seguí haciéndome la dormida, esperando de todo corazón que la Vale se rindiera y me dejara tranquila aunque sea un ratito más. Creí que al fin lo había conseguido hasta que sentí un líquido helado caer sobre mí. Me levanté asustada de la cama y quise matar a la Vale con mis manos.

—Tení dos segundos pa' correr, porque juro que te voy a matar en este mismo instante.

Comenzamos a correr por toda la casa, igual me era medio complicado porque tenía los pies todos mojados por culpa de la maricona de la vale. Llegamos a la cocina y al fin la pude agarrar.

—Di tus últimas palabras. —dije tomando un vaso de agua, dispuesta a mojarla completita.–

—Estamos haciendo el ridículo en frente de los chiquillos. —me miró más roja que la chucha.–

—¿Qué?

Murmuré dejando el vaso sobre uno de los muebles y di media vuelta para comprobar lo que mi amiga había dicho. Que vergüenza por la chucha, tengo toda la polera pegá al cuerpo por culpa del agua y demás estoy toda chascona. El Nico estaba mirándome con una sonrisa tan linda, pero debo ser fuerte y resistirme a sus encantos.

—Te veí rica Javi. —se rió, como siempre, el Pancho en mi cara.–

—Gracias, es difícil mantenerse linda 24/7. —le sonreí de manera falsa.–

—Se acabó el espectáculo, nos vamos a vestir. —dijo la Vale agarrando mi brazo y tirando de mí hasta llegar a la pieza.– ¿viste como te miraba el Nico?

—Intenté no hacerlo, aún no supero lo de anoche y prefiero alejarme antes de salir lastimada. —hice una mueca y saqué ropa para mí y la Vale del armario para luego sentarme sobre los pies de la cama.–

—Siempre haces lo mismo, te alejai para no salir lastimada y evitas a toda costa empezar a sentir algo amoroso. —suspiró caminando hasta mí y tomó mis manos.– que tu papá se haya ido no quiere decir que todos los minos harán lo mismo y te lastimarán.

Sentí las lágrimas acumularse y pestañeé varias veces para no dejarlas caer. Me prometí no volver a sufrir por esto, pero que la Vale haya tocado el tema me tomó por sorpresa.

—Ya sé que es un tema delicado para ti y tu familia, pero no quiero que sigas reprimiendo tus sentimientos por miedo. —se sentó junto a mí y acarició mi cabello con la yema de sus dedos.– te amo, wawi.

—También te amo, amiga. —murmuré dejando un besito sobre su mejilla y me levanté de la cama.– me voy a bañar y después vamos a la casa de la Emi, ¿ya?

La vi asentir y tomé mis cositas pa' ir a bañarme rapidito, así salimos luego y evito a toda costa hablar con el Nico.
Desearía tanto tener un baño en mi pieza, pero la pobreza no nos lo permite. Abrí la puerta y abrí mis ojos como plato al cachar que estaba el Nico haciendo pipí.

—Chucha, perdón. —estaba por salir hasta que lo escuché hablar.–

—Javi, espera.

No me di vuelta hasta que sentí el agua correr debido a que se estaba lavando las manos. Tiré un mechón de mi cabello tras mi oreja y dejé mis cosas en la tapa del escusado.

—¿Por qué tengo la sensación de que me estai ignorando? —se cruzó de brazos y pucha que se veía mino hueon.–

—¿Yo? nada que ver. —me intenté hacer la tonta, ojalá me resulte wey.– ¿podemos hablar otro día de esto? tengo que salir en un ratito y la Vale igual se tiene que bañar.

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