Factum

3 0 0
                                    

"¡Alex! Baja las maletas del carro, hemos llegado." – Gritó mamá. Después de un largo viaje, Alex y su familia llegaron a su casa a la cual recién se habían mudado. Alex lo primero que hizo fue dirigirse a su nuevo cuarto para relajarse un poco. No era una casa nueva, sino una que ya tenía sus años y había sido habitada por varias familias, por lo que había algunas pertenencias de aquellas. Alex abrió el closet, miró hacia arriba, y le llamó la atención una caja empolvada en la esquina. La bajó, la sacudió y se descubrió el nombre "Factum"; Alex confundido, pero con emoción abrió la caja ya que en la imagen parecía una especie de consola de videojuegos. La conectó a la luz y se preparó para prenderla. "¡Alex, Ayúdale a tu madre a desempacar por favor!" – Gritó su padre desde la recámara principal. Alex alejó su dedo del botón de encender y con un refunfuño se paró y se dirigió al cuarto de sus padres a ayudar a desempacar.

Después de unas horas y de asegurarse que sus padres no necesitarían más ayuda, Alex volvió a su cuarto con más ganas que antes de probar ese videojuego tan peculiarmente misterioso e interesante que estaba frente a él. Alex presionó el botón de encender y comenzó a hacer ruidos extraños; la consola comenzó a moverse y tomar otra forma. "Una... ¿aspiradora?" – Dijo Alex. En ese momento, la consola de videojuegos atrajo a Alex hasta el punto de que este se encontraba dentro de un túnel que no parecía tener fin. "¿¡Qué me está pasando!?" – Gritó Alex al voltearse a ver los brazos. Su cuerpo se estaba transformando en una especie de forma humana-caricaturesca; poco a poco, Alex se convertía en un personaje de videojuegos. Después de un minuto, comenzó a ver como al final del túnel aparecía un punto de luz, el cual con cada segundo se hacía más grande y dejaba ver un paisaje, después unas casas, después lo que parecía una aldea, hasta que se podía observar todo un mundo de textura parecida a su piel. Alex, maravillado, observaba el paisaje, cuando de pronto cayó al suelo y todo oscureció.

"Cayó del cielo" – Murmullaban unos desconocidos – "Así como Esteban hace años". Alex poco a poco comenzó a abrir los ojos, veía una silueta borrosa de lo que parecía ser otro ser parecido a cómo él se alcanzó a ver en el túnel. "¿Todo bien allá abajo?" – Le dijo un hombre desconocido a Alex, mientras este terminaba de abrir los ojos – "Me llamo Esteban, quizá estés un poco confundido, pero cuando te recuperes de la caída te explicaré que sucedió." Alex, demasiado confundido, se paró y le pidió a Esteban explicaciones. "Bienvenido a Factum, estás dentro de un videojuego, y la única manera de salir es derrotando a Periconis, la dragona negra." – Dijo Esteban a Alex – "Pero si quieres tener alguna posibilidad de derrotarla, necesitarías conseguir equipamiento, el cual se encuentra en las mazmorras de Anteseus, llena de esqueletos peligrosos y su jefe, que nadie lo ha visto sin salir vivo, pero la leyenda cuenta que tiene tres cabezas." Alex se estremeció al escuchar esto último, pero tenía que regresar a su vida, no quería quedarse atrapado en un videojuego por el resto de su vida. "¿Cómo sabes todo esto?" – Preguntó Alex. "Hace muchos años me mudé a la misma casa que tu familia se mudó, y prendí la consola que tú prendiste y caí en el mismo lugar que tu caíste. No hubo nadie quien me guiara, pero con el tiempo averigüé que la única forma de salir de aquí era derrotando a Periconis; sin embargo, jamás me atreví, y con el paso del tiempo decidí quedarme aquí, la vida no es tan mala por aquí" – Dijo Esteban. "Pero yo no quiero quedarme aquí, dime por donde están las mazmorras de Anteseus, obtendré lo necesario para derrotar a Periconis." – Dijo Alex a Esteban. Este le señaló el camino, los aldeanos le proporcionaron a Alex una espada de piedra que guardaban en su santuario. "No es mucho, pero mejor que nada seguro" – Le dijo el aldeano a Alex.

Alex consiguió llegar a la entrada de Anteseus. La mazmorra tenía varios pisos bajo tierra, por los cuales mientras más se bajaba se volvía más peligroso. En los primeros pisos, los esqueletos no lucían para nada aterradores; en estos pisos Alex logró conseguir piezas de armadura que le ayudaba a protegerse de los peligros de las profundidades. En la penúltima sala logró conseguir una espada encantada. "Si ya tengo una armadura completa y una espada, ¿qué más necesitaré para derrotar a Periconis?" – Se dijo Alex mientras bajaba al último piso donde se encontraba el jefe final. Alex se posicionó al centro de la sala y de la oscuridad surgió una silueta oscura como la noche; parecía ser como los demás esqueletos, aunque de mayor tamaño. "Tres cabezas." – Dijo Alex después de tragar un poco de saliva. El esqueleto no dudó en atacar; Alex, al agacharse logró acertarle un golpe con su espada que debilitó al esqueleto. Después de una lucha que duró alrededor de diez minutos, Alex había sometido al esqueleto y estaba a un golpe de su espada de derrotarlo. "El cofre." – Dijo el esqueleto – "Dentro encontrarás la única posibilidad que tienes contra Periconis." Al terminar estas palabras Alex acertó un último golpe con su espada y el esqueleto cayó. "Los cristales la protegen." – Dijo el esqueleto jefe antes de morir. "¿Los cristales la protegen?" – Se preguntó Alex mientras entraba a la sala del cofre y lo abría. Dentro del cofre se encontraba un arco que relucía en colores azules y morado. "Un arco mágico." – Se dijo Alex mientras lo tomaba y se equipaba las flechas en su espalda. A lo largo de la mazmorra había encontrado amuletos que en la siguiente sala cabían perfectamente en los orificios del marco de lo que parecía una puerta. Al colocar los amuletos en cada uno de estos, el interior del marco se tornó del color negro más oscuro que jamás había visto Alex, un negro que no reflejaba la luz. Alex se preparó, acomodó su casco, ajustó el cinturón de su carcaj y entró al portal que había abierto.

Al entrar Alex a la dimensión de la dragona vio que esta sobrevolaba sobre lo que parecía una isla flotante de roca porosa de tono amarillezco. Fuerza de esta isla se encontraba el vacío mismo. Alex se apresuró a lanzar flechas contra Periconis, pero su cuerpo parecía estar protegido por una especie de escudo; cada vez que una flecha tocaba su piel negra, esta relucía un tono plateado donde había golpeado la flecha, asimismo, los cristales, una especia de pirámides flotantes encima de torres de roca negra, brillaban momentáneamente cuando estos impactos ocurrían. "Los cristales la protegen." – Recordó Alex las palabras del esqueleto. Periconis atacó, pero Alex logró esquivar su ataque, seguido Alex apuntó a uno de los cristales más sencillos de disparar y con una flecha de su arco logró que este explotara. "¡Eso es! Tengo que destruir los cristales que la protegen." – Se dijo Alex mientras disparaba a los demás cristales, destruyendo uno por uno. Cuando destruyó el último cristal y disparó a Periconis, la flecha ya no se rompió al entrar en contacto con su cuerpo. Tomó alrededor de veinte flechas debilitar a la dragona. Al momento de lanzar una última flecha, Periconis lanzó un rugido que llenó el vacío de la dimensión en la que se encontraban, comenzaron a salir rayos color blanco de su cuerpo y en una especie de explosión deslumbrante desapareció. Alex cerró lo ojos debido al brillo de la explosión, y al abrirlos se percató de la aparición de un portal en el suelo de la dimensión. La muerte de Periconis alertó a todas las criaturas escondidas en las sobras de esa dimensión por lo que Alex no tuvo mucho tiempo para descasar y se apresuró a entrar al portal en el suelo. Dentro del portal, Alex podía escoger si regresar al pueblo de Factum o salir del juego y regresar a casa. Alex lo pensó dos veces, había disfrutado de su aventura que realmente no quería volver a su vida cotidiana. Alex se acercó a la puerta que lo llevaba de nuevo al pueblo de Factum, puso su mano sobre la perilla de la puerta y al momento de girarla escuchó el grito de su mamá saliendo de la otra puerta. "¡Alex, ya está la cena!" En eso recapacita y decide que no puede irse así nada mas y que tiene que regresar con su familia. Triste pero decidido, deja de girar la perilla de la puerta hacia el pueblo de Factum y abre la puerta que lo llevaría fuera del juego.

Al momento de salir, Alex baja acenar y comienza a contarle todas sus aventuras a sus padres, los cuales,maravillados con la creatividad de su hijo, le siguen el juego escuchando susincreíbles aventuras. Alex sabía que sus padres no le creían en lo absoluto;sin embargo, eso no lo desanimaba a recordar cada momento de su aventuravivida. Alex nunca volverá a ser el mismo, ahora siempre será el exterminadorde esqueletos y mata dragones que había nacido para ser. 

Factum: VideogamificaciónWhere stories live. Discover now