Marco estaba sentado en el palco fumando un cigarrillo, y pensaba en lo afortunado que era de haber conocido a Jelena y que ahora había aceptado ser su esposa, recordó la forma en la que le brillaron los ojos cuando le dió el anillo, ella sin duda se merecía eso y más, pues él sabía de la fascinación por ellos.
Estaban los dos en el joyero viendo cuáles se pondría en la boda, cada persona del pueblo los veía y murmuraba, nadie estaba de acuerdo con su casamiento pero no importaba aún así estaban invitados para ver cómo ninguno de ellos podrá oponerse.
Los ojos de Jelena brillaban al ver las perlas, diamantes, siempre soño con tener miles de ellos y ahora que se casaba con él tendría todos los que quisiese.
- A ver, a ver, enséñame ese - le señaló el anillo y se lo dió - ¡Cómo brilla! - tomo el anillo y lo coloco en su dedo - ¡Madre mía que guapo! Diamantes, con diamantes me gusta.
Él rió y vio en los ojos verdes la avaricia de ella. Si así la mantendría con él no dudaría en darle todo.
El día de la boda había llegado, las señoras se apresuraban arreglando la iglesia, Jelena sé veía en el espejo, su hermoso vestido blanco dejaban ver lo esbelta que era, no dejaba de pensar en el sueño y en lo que la mujer le había dicho, ¿Sería en realidad una señal? Sacudió la cabeza ¡Tonteras, ni que señal ni que nada! Tomo postura y alejo su mente de eso.Faltaba mucho para que ella saliera, así que él fue a con los invitados y vio que aún murmuraban , se paró y fue con su prima y le dijo:
- Si alguno de ellos se opone, que no levanten la voz que no les escuché mi novia - habló en tono amenazador
Él había elegido un día donde la Luna no brillará, no podía evitar que saliese pero si que Jelena no se quedará encantada con ella porque brilla.
Así fue, paso la boda. Dieron los votos.
Se sentaron en su mesa
- ¡Vean que bonita está mi novia! ¡Es una reina! ¡Traigan una corona de brillantes con perla oro para ella! - pidió, al ver ella su corona sus ojos se salían y él sabía con su mirada ella juraba estar con él hasta que se muera.