1. Primer capítulo.

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Hayden

Escucho gritos, pero no puedo moverme por mucho que intente. A lo lejos escucho un auto de policía, no, creo que son sirenas... puede que sea una ambulancia. Pienso que estoy muerto, no quiero abrir los ojos pero me obligo a hacerlo, solo veo oscuridad, entrecierro mis ojos para darme cuenta que estoy en mi auto pero está destrozado, me siento demasiado incómodo, trato de acomodarme pero el dolor desgarrador me golpea y hace que grite, ¿eso es bueno? Siento el dolor, así que puede que sí, pero quisiera que cesara, haría lo que fuera porque el dolor cesara. He ahí cuando mi cuerpo decide escucharme y dejarme inconsciente. 

—Paciente masculino de mediana edad, accidente vehicular, inconsciente, signos vitales estables, lesiones múltiples en todo el cuerpo, mayormente en la pierna izquierda. — ¿A caso dijo mediana edad? Debo verme patético. —Sí, Carl, necesitamos a los mejores, llegamos en 10 minutos. Asegúrate que llamen a Michaels, Martínez y a Gilmore, nos vemos allá.

La ansiedad me empieza a llenar, asumo que estoy en una ambulancia, lo que significa que me dirijo a un hospital, no, no puede ser. Abro los ojos de golpe, algo empieza a pitar, tal vez mi frecuencia cardiaca aumentó muy rápido, empiezo a entrar en pánico, mi mayor miedo hundiéndome, no quiero ir a un hospital, los paramédicos se fijan en mí pero no quiero que lo hagan, quiero irme, quiero huir, trato de levantarme pero me duele todo el cuerpo. Justo cuando el más delgado está a punto de dirigirme unas palabras, vuelvo a perder la consciencia y me inunda la total oscuridad.

¿Qué había pasado? Recuerdo haber salido de una reunión con Allen muy molesto, tenía mucha prisa por llegar a mi siguiente reunión... Claro, estaba hablando por celular con mi asistente muy concentrado en darle todos los detalles que tenía que tener en claro, me voltee un segundo para agarrar unos archivos que necesitaba y se atraviesa algún tipo de animal, traté de reaccionar lo más rápido posible para no chocarlo pero perdí el control del vehículo y caí por el acantilado, eso fue lo que pasó. 

Escucho en mi mente la voz de mi abuelo reprochándome que nunca usara nada electrónico mientras manejara, era tan paranoico que eso incluía la radio. 

Esmeralda

— ¿Qué tenemos, Baker? —Le digo a uno de mis internos mientras me adentro en emergencias colocándome mi bata blanca, me acaban de despertar así que todos ellos saben que no pueden hesitar, lo siento en su miedo.

—Paciente masculino con politraumatismo en todo el cuerpo. —Su cerebro no le permitió presentar el caso de manera completa, suspiro y ruedo los ojos. No tengo energía para reprocharle, ni ánimos tampoco, así que no lo hago. 

—Estoy asumiendo que ya alguien de neuro lo revisó, ¿estoy en lo correcto? —No me dirijo a ninguno en específico.

—No, doctora, el doctor Gilmore no ha llegado aún. —Me responde mi residente, Clara. Una de las mejores que he tenido, pero con tanto que aprender.

—Perfecto. —Respondo con mi voz teñida de un agrío sarcasmo. —¿Quién está de guardia en neuro? —Demando. —No nos sirve en absolutamente nada que el doctor Gilmore sea el mejor en lo que hace, si es impuntual eso lo convierte absolutamente obsoleto en el campo médico. Eso puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, recuerden eso siempre, doctores. —Me dirijo a los internos, no hay que educarlos solo en cómo manejar un bisturí; para ser médicos necesitan ser responsables, ser puntuales, ser personas con valores, si no tienen todo eso no tienen derecho a colocarse una bata blanca y llamarse a sí mismos doctores. 

—Disculpe, Martínez, ¿me repite lo que dijo? —Una voz gruesa dice detrás de mí, sin tensarme ni darle el gusto me enderezo y le sonrío tranquilamente.

NOSOCOMEFOBIA |  ¿Enamorado de mi mayor miedo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora