Flores rayadas

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Obanai Iguro es un misterio para varios de los cazadores de demonios. No se sabe mucho sobre su vida antes de convertirse en el pilar de la serpiente y tampoco es ese tipo de personas que habla del pasado con tanta ligereza, ni sus propios compañeros más cercanos conocen en profundidad al joven de irises bicolor. Pero definitivamente lo más llamativo de este pilar, aparte de sus ojos con diferente color, son las vendas que cubren la mitad de su rostro.

Nunca nadie ha visto a Obanai sin sus vendas. Cuando entrena, duerme, come e incluso estando en su hogar, esas vendas lo acompañan a todos lados y parecen ser un tipo de acompañante fundamental para la vida diaria del pilar, así como la serpiente blanca que se enrosca alrededor de su cuello. Uzui una vez intentó indagar en la vida pasada de Iguro, buscando un posible suceso que obligara al azabache a utilizar esas vendas, pero el joven pilar se negó a dar detalles que resultaban innecesarios; en otra ocasión Shinobu preguntó directamente a Oyakata-sama sobre el porque Obanai usaba las telas blancas, sin embargo el hombre lamentó con una sonrisa amable el no poder contestar a esa pregunta porque ni siquiera él lo sabia y Sanemi también inquirió en ello, siendo obligado por Uzui y Rengoku y solamente aceptando para que dejaran de molestarlo, y recibió la misma negativa que todas las personas ya habían obtenido al preguntar lo mismo con anterioridad. Sin embargo, había solamente una persona que secretamente ya había desenvuelto esas vendas tan imprescindibles para Obanai: Mitsuri Kanroji, el pilar del amor.

Mitsuri nunca se lo había preguntado a Iguro, jamas sintió curiosidad por ello, más bien lo que la llevó a desvelar el misterio tras aquellas vendas —que le carcomía la curiosidad incluso al desinteresado pilar del agua— fue un simple accidente. No tenía planeado entrometerse en algo que Iguro no quería responder, pero un día su torpeza la llevó a encontrar el rostro del pilar totalmente desnudo ante sus centelleantes irises verde claro.

—¡Lo siento, Iguro-san! —exclamó tapando sus ojos, intentando retroceder para marcharse de la habitación en la que habia irrumpido, pero sus pies trastabillaron en la pequeña tablita que separaba dicho lugar con el pasillo y acabó cayendo sentada en el suelo—. Ay, ay —murmuró, sobando su espalda baja por el electrizante dolor que llegó hasta ahí. Levantó su rostro y se encontró nuevamente con Obanai sin las vendas y de inmediato cerró sus ojos con fuerza—. ¡Lo siento, lo siento, ya me voy!

—Abre tus ojos, Kanroji-san —sin esas vendas la voz de Iguro resultaba ser más profunda y varonil que de costumbre. Mitsuri sintió las mejillas enrojecer al imaginarse a Obanai diciéndole cosas bonitas con esa voz—. Está bien. Abrelos —lentamente la pilar del amor separó sus párpados y se halló de frente con la cara del otro. Fue inevitable no descender sus pupilas hacia la mandíbula del azabache y descubrir marcas de quemaduras ahí. Kanroji levanto su vista para encontrar a los penetrantes irises bicolor del contrario mirándola directamente—. No tienes que decirlo, sé que son horribles —Obanai toca su rostro y se separa de la muchacha para ir hacia la cama y tomar unas vendas limpias. Ante la atenta mirada de la muchacha comienza a ocultar nuevamente las cicatrices hasta que desaparecen bajo la tela blanca.

—Yo no pensaba eso, Iguro-san —Kanroji habla, llamando la atención del otro pilar—. Creo que...es muy atractivo con o sin las vendas, Iguro-san —Mitsuri juguetea con las puntas de una de sus trenzas e intenta ocultar su rostro completamente enrojecido por la vergüenza agachando la cabeza ligeramente.

—Entiendo que eres amable, Kanroji-san, pero no debes sentirte obligada a serlo conmigo por esto —Obanai se acerca hasta estar frente a ella y tomar su rostro con sus manos—. Sé lo que significa la belleza cuando te veo y mi rostro no puede ser descrito con esa palabra por ti —Kanroji frunce los labios y justamente cuando su rostro había obtenido su color natural nuevamente volvió a tornarse un poco rojo en los pómulos por las palabras de Iguro.

Flores rayadas ;; ObamitsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora