Día 1

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Tropiezo con peatones, pero mi maratónica huida me impide incluso disculparme, y es que, los chicos y yo debimos evadir a como diera lugar la multitud cuando la firma de autógrafos se salió de control. Ahora atravieso la ciudad corriendo en busca de un lugar donde esconderme de la fanaticada que vienen persiguiéndome, siento que el aire me falta y maldigo mil veces el no tomarle la palabra a Naruto y Lee de salir a ejercitarme con ellos, sin embargo, no hay tiempo para arrepentimientos sino logro escapar, quedaré expuesto una veintena de chicas de todas las edades y tamaños que vienen en olímpica persecución, y no, no es que la idea de estar rodeado de chicas me disguste, pero son más de las que puedo tolerara y existe el pequeño detalle que implica saber de antemano cómo terminará todo...acabaré pintado de labial de todos los colores en varias partes de mi cara, me zarandearán de un lado a otro hasta hacer jirones mis prendas con la intención de manosear mis partes nobles.

Miro hacia atrás para analizar la situación...he logrado ganar algo de tiempo y distancia, trastabillo en un codo de calle y sin más remedio doy al suelo, rápidamente me levanto sin preocuparme de mis heridas y es entonces que mi vista se enfoca en un local de fachada antigua.―¡perfecto!―, pienso lavantándome con apremio. Salto los escalones de dos en dos y empujo la puerta de cristal que delata mi entrada con el tintineo de una campanilla, pero no me importa nada más que resguardar mi vida así que me oculto tras una columna mientras tomo con dificultad unas cuantas bocanadas de aire notando que el lugar es muy limpio, sobrio y está repleto de libros.―¿Se le ofrece algo, señor?―inquiere una mujer en tono demandante. Llevo mis ojos por todos lados hasta que la localizo detrás de un rudimentario mueble. Se trata de una rubia de rostro lavado, lentes retro y chongo desarreglado sostenido por un lápiz.―¿Puedo ayudarlo?―solicita con la sospecha plasmada en su mirada. Le hago señales para que haga silencio.

―¡Shhh!, ¿Podrías bajar la voz?―replico

―¿Por qué lo haría?

―¿Por qué?, tú más que nadie debe saber que en estos recintos el silencio es esencial o al menos eso muestran en las películas.―le hago saber.

Veo que arquea una ceja y coloca un mohín en sus labios.―Confunde librería con biblioteca.

―¿Acaso no son lo mismo?

―No.

―¿No?, ¿Haber, ilustreme doña sabionda?

―Una biblioteca por lo general es estatal, abierta al público en general donde la gente lee el libro y lo devuelve. Esto,―gira para recalcar que habla del recinto―es más que una librería, es una Galería de Libros... no solo ofrezco la opción de que te lleves el libro de tu elección pagando por él, también puedes venir y disfrutar de una buena lectura mientras degusta de unos bocadillos por solo una cuota y...

De pronto dejo de prestarle atención a la rubia gracias al barullo procedente del exterior.―¡Dispérsense, chicas!... Ustedes busquen en el tacho de basura del restaurante, las otras separense y vayan a esos locales, las demás síganme iremos a inspeccionar esa vieja librería...

―¡Rayos!―Mascullo al escuchar a la líder del club de fans, analizo algunas posibles rutas de escape, pero las pisadas que se acercan me hace actuar por impulso.

―¡Oiga!, ¿Qué demonios cree que está haciendo?

Coloco mi mano izquierda sobre su boca para acallarla,―¡Niega a todo lo que te pregunten!, ¿Entendiste
―demando antes de saltar el viejo mueble y refugiarme bajo su escritorio, escucho que la puerta se abre seguido del eco de unos pasos y una mezcla de voces femeninas.―¡Oye tú!, ¿De casualidad has visto a un sujeto buen mozo?

―¿A cuál de mis dos hermanos te refieres?

―¿De qué estás hablando?, no nos interesa tus supuestos perdedores hermanos, estamos en busca del guitarrista de Tsukuyomi, ¿lo has visto?

TwistedWhere stories live. Discover now