Hola a mi amor.

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Hubo un tiempo en el que no sabia donde iba, donde estaba o qué quería. Me quedé sin amigos, sin pareja, sin familia. Les llamaba desiertos, desiertos alimentados por la soledad, el bullicio, el silencio. Desiertos que parecían no tener fin, me desesperaba al intentarlo y no encontrar salida. Me sentia tan jodidamente solo y perdido en la vida, sentía que no valía, que nadie me quería, que nadie quería estar conmigo, que nadie se preguntaba ni siquiera cómo estaba; qué era de mi vida, si estaba bien, o si al menos estaba. Lo intenté, te juro que lo intenté y de hecho perdí la cuenta de las veces que lo hice. Luche por mis sueños, por mi familia, por el hombre de mi vida, o al menos la que yo creía que era él de mí vida, que al final resultó no ser ni un cuarto de ella. Mis amigos, si es que eran mis amigos, se esfumaron en cuanto las botellas se acabaron, porque cuando mas los necesité, ni siquiera me llamaron. Mi carrera parecía no mejorar, trunca, estancada, sin comenzar, mientras veía a los demás avanzar rápidamente hacía sus metas. Y ahí estaba yo, estática  en ese desierto, en esa soledad, perdida en esa rutina, incapaz de verme al espejo y reconocer lo mejor de mi, y las pocas ve es que lo hice, la vida me abofeteo con eso que algunos llaman realidad. No sé, no sé cuantas veces me rechazaron, no sé cuantas veces me dijeron que no y definitivamente no sé cuantas veces me olvidaron. Perdí la cuenta, ¿sabes? Así como perdí mi tiempo. Pero con todo esto aprendí a decepcionar a la gente, a decir que no quiero, no puedo o no voy a hacerlo, necesito tiempo para mi, no estar siempre en todas partes porque esa es la manera de no estar nunca en ninguna. Aprendí que el amor no se mendiga, no se ruega, ni se regala, que el silencio dice más que mil palabras, que no se debe correr a alguien que huye de uno, que existe un limite para luchar por alguien, porque amor que se mendiga no es amor, es falta de dignidad.Me liberé todo aquello que no es saludable, de situaciones, personas, gustos y cosas. Algunos lo llamaron egoísmo, yo lo llamé amor propio. Deje de ponerme al final de la lista para pasar a ser primero,  deje de correr atrás de alguien para comenzar a caminar conmigo. Porque nadie puede crecer por mi, nadie puede buscar por mi, nadie puede hacer por mi, lo que yo debo de hacer. Porque la existencia no admite representantes, y entonces, cuando me enamoré de mi mismo, pude ser feliz. Y me enamoraré de alguien. Porque si no lograba ver lo que valgo, es probable que me junte con alguien que tampoco pueda verlo.

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