Death (Donquixote Family)

O n e

Pelo rubio deslumbrante. Sonrisa blanca y diamantina. Ojos almendrados y llenos de gracia. Ellos eran la viva representación de lo que significaba la elegancia y el lujo. Aunque no vistiesen ropajes de seda, podrían ser denominados majestuosos sin lugar a duda.

Su forma de caminar, de alzar una ceja, de negar con el leve alzamiento de dos dedos... Todo indicaba que lo de aquella familia era sangre noble y privilegiada.

Doflamingo está orgulloso de su familia y de todo lo que representa. La dignidad y respeto que recibían por parte de todos lo llenaba de pura satisfacción.

Y él no se contenía a la hora de alabarlos y alabarse en los descansos entre clase y clase del colegio privado al que asistía.

—Mejor callate, idiota.

Doflamingo se giró hacia aquel niño que tanto odiaba pero del que nunca se alejaba porque conocía a un montón de niñas que le gustaban. Sus ojos oscuros lo taladraron y lo enjaularon a pesar de que no pudiese ver bien los propios gracias a las gafas de sol que nunca se quitaba.

—¡Ellos no son tus papás! Me lo dijo mi padre.

Para el pequeño Doflamingo aquello no tenía sentido. Frunció el ceño, movió los labios y esperó una respuesta que no le regaló.

—¡Pues claro que lo son! Somos iguales y siempre estuve con ellos. ¡Retira eso ahora mismo, Crocodile! —ordenó apuntándole con el dedo.

Su mayor rival sonrió con malicia y lo ignoró, alejándose por el pasillo.

Los demás chicos que habían visto la escena no comentaron nada. Agacharon la cabeza y se hicieron los desentendidos, pero él no iba a detenerse. Los cuchicheos lo estaban alarmando.

—Vergo, ¿tú sabes algo? Estaba mintiendo. Alguien soltó ese rumor por envidia.

Su único amigo en la escuela negó con rapidez. Él fue quien le regaló sus primeras gafas de sol y desde ese momento se hicieron inseparables.

—Yo no me intereso por ellos. No sé de que hablan.

Y por una vez lamentó no tener a quien preguntarle por el tema.