Primavera, un nuevo comienzo para muchos, lleno de renovación, la calidez del sol acaricia el entorno y los paisajes antes cubiertos de blanco se llenan de colores. Los árboles se tornan verdes y las flores inundan el aire con su aroma, a la mayoría le agrada, excepto claro si padeces de alergias, como es el caso de Jane, ella odia la primavera y no la culpo, a nadie le gusta estar con la garganta inflamada, estornudando sin parar y con escurrimiento nasal. – ¡Malditas alergias!- la oír decir –De verdad no entiendo cómo puedes trabajar en una florería- dijo reprimiendo un estornudo.
-Y yo no entiendo cómo puedes vivir encerrada en un laboratorio-
- Yo...no estoy encerrada, lo que hago es ciencia Darcy, descubrimientos importantes –
-Bien, tú quédate con tu ciencia y yo con mis plantas – dije tranquilamente mientras regaba el rosal. Ella se acercó y al ver el reloj que traía puesto rodo los ojos y preguntó -¿Hasta cuándo vas a seguir así?-
-No sé de qué hablas-
-Oh bien que lo sabes, ya es hora, debes dejarlo ir- dijo poniendo su mano en mi hombro.
-Ya lo hice- dije apartando su mano
-Entonces porque aun lo tienes contigo-
-Es un recuerdo Jane, uno importante y... no quiero hablar de eso- dije molesta
-Nunca quieres-
-¡Ya basta! Dije que no quiero hablar y no lo haré – camine hacia la puerta, tome mi bolso y salí de ahí.
Jane podía ser realmente molesta cuando se lo proponía, en serio era necia respecto al tema, ya habían pasado tres meses desde aquel accidente...
¨Un año atrás¨
Era de noche, la temperatura había bajado demasiado y Jane aun no llegaba, Erick comenzó a preocuparse.
-Descuida esta con Thor- le mencione
-Eso no importa, ve la hora que es- dijo señalando el reloj.
-Tranquilo, sé que es tarde, pero no creo que nada malo le haya pasado, Thor no lo permitiría-
-Eso no importa, toma tu abrigo, iremos a buscarla-
- Buscarla, ¿A dónde?-
- A donde sea, ¡vámonos!-
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-Está bien- mencione con fastidio mientras me colocaba el abrigo, apenas puse un pie fuera sentí el frio golpearme por completo – ¡Erick, está helando!-
-Deja de quejarte y sube al auto- él de forma brusca abrió la puerta del carro, lo encendió, limpio el vidrio de enfrente con los parabrisas y prendió la calefacción para luego decir -¿Qué esperas? ¡Súbete de una vez! –
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