Noche de solteros

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Todos para uno y uno para todos

Disclaimer: Todos los personajes, con excepción de algunos OC, son propiedad de Disney.

Noche de solteros

Mickey observó su reloj por tercera vez. Había acordado reunirse con Donald y Goofy en ese restaurante a las siete y ninguno de sus amigos había llegado. No estaban celebrando nada, simplemente querían reunirse después de no hablar por un largo tiempo y aprovecharon que ese día había una promoción de "Todo lo que puedas comer por treinta dólares", en el caso de ser tres el precio aumentaba a 45 dólares. Eran las ocho y la promoción terminaba a las nueve de la noche.

Estaba por llamar a sus amigos cuando vio a Goofy entrar. Fue imposible ignorarlo, su amigo tropezó, probablemente con sus pies y aterrizó a su lado. Varios de los clientes le dedicaron una mirada molesta, otros parecían reírse, la mayoría tomó más de una fotografía de lo ocurrido.

—Mickey, siento llegar tarde, Max necesitaba una cartulina y me costó encontrar una librería abierta.

—No te preocupes, acabo de llegar.

Aunque Mickey no acostumbraba a mentir, de hecho, era algo que odiaba, prefirió hacerlo antes que decir algo que pudiera hacer sentir mal a Goofy, en especial si tenía un buen motivo para retrasarse. Su mirada se posó sobre el teléfono, Donald seguía retrasado, más de lo normal y eso ya era mucho.

—¿Quieres pedir algo? No creo que a Donald le moleste.

—¿Seguro? —preguntó Mickey, conocía a Donald. Sabía que le molestaría y mucho.

—No, pero muero de hambre y falta poco para que la promoción termine.

Un camarero se acercó a la mesa y en esa ocasión, Mickey sí pidió algo para comer. No estaba especialmente hambriento, pero pidió varias hamburguesas, sabía lo lento que podía ser el servicio allí y lo hambriento que estaría Donald en cuanto llegara al restaurante. Goofy pidió unas pocas, no porque no pudiera comer más, sino porque sabía que de ese modo tendría que esperar menos.

Donald llegó antes de que llegara la primera orden de hamburguesas. Por la forma en que respiraba y lo agitadas de sus plumas resultaba evidente que había corrido hasta el lugar. Su ceño fruncido también delataba lo enojado que estaba. La forma en que se sentó lo reafirmó, poco le faltó para romper la silla.

—Los niños tenían una tarea para mañana —Donald les mostró sus manos manchadas de tinta —, tuve que recortar todas las revistas que había en la casa y luego salir por más revistas.

—Pedí una hamburguesa para ti.

—Bien, porque muero de hambre.

Cuando el camarero llegó, Donald y Goofy le arrebataron la bandeja de los brazos y prácticamente se comieron una hamburguesa de un solo bocado. Mikey fue más discreto. Ver a sus amigos comer de ese modo le hacían pensar que no tendría que preocuparse por gastar demasiado en una comida. Aunque faltaba menos de una hora sus amigos eran más que capaces de cubrir la cantidad de hamburguesas que valía lo que estaban pagando.

—Siempre hacen lo mismo —comentó Donald mientras esperaban por la siguiente roda de hamburguesas —, dejan la tarea para último momento y tengo que hacerlo todo.

—Max hace lo mismo. Llegué tarde porque tuvo que pasar por varias librerías para conseguir la cartulina que necesita para mañana.

—Ferdie y Morty suelen hacer lo mismo, cuando los llevé al parque tuvimos que regresar antes porque tenían que terminar una tarea. Niños.

Mickey omitió que él no ayudó a sus sobrinos. Se quedó un rato hablando con su hermana, pero luego regresó a su casa y sacó a Pluto a pasear. No consideró que fuera necesario de agregar y quería formar parte de la conversación de sus amigos. Sabía que no lo hacían al propósito, pero se sentía excluido.

El camarero les entregó una nueva ronda de hamburguesas y la conversación se detuvo. Nuevamente Donald y Goofy terminaron las suyas en tiempo récord. Mickey se demoró más tiempo a pesar de que su hamburguesa era mucho más pequeña que la de sus amigos. En ocasiones como esa se preguntaba cómo podían comer tanto y llegaba a creer que ambos tenían un agujero negro en lugar de estómago.

Cuando anunciaron un karaoke, Donald fue el primero en ofrecerse. Mickey y Goofy intercambiaron miradas. No querían prohibirle a Donald participar, pero estaban más que conscientes de lo terrible que era su voz.

—¿Estás seguro, Donald? —comentó Mickey en un intento por hacerlo cambiar de opinión —. Falta poco para que la promoción termine.

Cuando la promoción terminó, Donald no pudo apoderarse del micrófono como tenía planeado. Una hamburguesa muy picante lo había dejado sin voz.

—¿Qué planes tienen ahora? —preguntó Mickey, su mirada se encontraba en el flamenco que cantaba una canción española cuyo nombre desconocía.

—Ir a casa —comentó Goofy —, mañana hay clases y debo preparar a Max.

Donald no respondió con palabras, pero el gesto que hizo le hizo saber a Mickey que su situación era igual. Mickey adoraba a sus amigos, los conocía desde que eran niños, pero en ocasiones como esa le era inevitable sentirse excluido. Tanto Goofy como Donald eran responsables de niños y, aunque él quisiera entenderlos, había cosas como esas que se les escaba de los guantes.

—¿Alguna sugerencia para la próxima salida? —preguntó Mickey.

Todos para uno y uno para todosWhere stories live. Discover now