Y así fueron pasando los años. Ambos inocentes infantes crecieron, cambiaron, maduraron juntos a pesar de entre más pasaban los años, se iban distanciando poco a poco y junto a ellos, aquel viejo que hasta parecía inolvidable sube y baja fue olvidado, en un rincón de sus memorias, esperando pacientemente, el reencuentro.Cada uno tenían diferentes vidas, diferentes metas, diferentes personalidades y se encontraban en la búsqueda de encontrarse a ellos mismos olvidándose de ambos.
Sin embargo el interminable y sublime sonido de las olas estrellarse estaba siempre presente en sus memorias, tranquilizándolos, salvándolos, compadeciéndose de ambos. Los recuerdos de esos años los hacía querer volver, más la incomodidad, la tensión, la agobiante sensación de ya no ser cercanos él uno con él otro los sofocaba y angustiaba, retrocediendo inevitablemente en el acto.
Aunque no lo demostraban, extrañaban esos años, extrañaban el constante sonido de las lejanas olas, extrañaban el inmenso parque rodearles, extrañaban su ya viejo sube y baja, extrañaban el estar él uno junto al otro.
Y es que no es que hayan terminado su amistad en malas condiciones, fue el simple hecho inconsciente del crecer, del cambiar, del conocer nuevas cosas, personas, distintos planes, las mudanzas que vendrían tiempo después, el ya no tan persistente sentimiento de querer jugar, de no salir a ese terreno, el verse, llevándolos a como están ahora.
Sin embargo, solían caminar cerca de ese parque, con la pequeña esperanza de verse alguna vez, como si estuvieran en un viaje interminable mientras sobre ellos un grisáceo cielo pareciera burlarse de ambos.
Más donde sucedió aquello, fue en una tarde frente el mar, la playa que yacía desolada.
Allí fue donde se encontraron.
Se observaron desde lo lejos mientras la fuerte brisa parecía querer hacerlos volar como dos simples y livianas hojas.
Sus mirar no podían despegarse del otro. Dos mares mezclándose haciéndose uno. Uno con aguas tranquilas, pacíficas, serenas, perfectas, complementándose sublimemente.
Se podían observar aquel día en el parque, en su juego, y sin saberlo, desde entonces ya se pertenecían el uno al otro.
"¡Mira! ¡Puedo tocar el cielo!-Apuntaba con su dedo un pequeño niño hacia el mencionado, totalmente perdido en éste sin percatarse realmente que se quedó estático en esa posición por momentos.
Desde lo bajo, se podía observar un dulce y tímido niño mirarle atentamente, procurando hacer fuerza y agarre para el poder mantenerlo arriba. En ese momento supo que JiMin se veía bien de ese ángulo, en lo alto, feliz, despreocupado de todo y ahí fue cuando dejó su egoísmo y decidió tenerlo en lo alto siempre."
Para los demás, la extraña relación de ellos con ese juego era algo realmente complicado de entender, sin embargo al paso del tiempo más allá de lo que se ve a simple vista, aquellos dos jóvenes veían a través de ello. Los recuerdos, las sonrisas, las decepciones, los errores, la felicidad, el deseo de más, el amor. Los altos y los bajos.
Nadie podía bajar porque ambos amaban estar allí.
Sin embargo alguien tenía que huir de allí, tenían que bajar en algún punto. Y aunque amaran tanto el estar en lo alto sintiéndose plenos o estando en lo bajo aprendiendo de las complicaciones de ello, no podían.
Simplemente no podían.
En un principio, ambos amaban el estar en los cielos, sintiéndose tocarlo con sus propias manos, sintiendo el fresco aire reconfortarlos, sintiéndose libres de todo, y de alguna forma eran egoístas con ello, queriendo más y más mientras que sin darse cuenta, iban dejando al contrario atrás.
De un momento al otro, uno se hizo más pesado y cayó en un bucle sin fin, mas se sentía pleno, satisfecho, lleno, observando desde lo bajo a la persona que más quería sentirse feliz en lo alto, despreocupado, tranquilo, soñante. Dejó lo que más quería por ver a su amado en lo alto.
Cuán triste y hermoso suena eso.
Y luego de años, mientras lo observaba a la lejanía, supo lo que quiso decir tiempo atrás.
Amaba verlo en todo su esplendor.
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➷ シーソー ; ᵐʸ + ᵖʲ
Short Storyˢᵘᵇᵉ ʸ ᵇᵃʲᵃ Dᵒⁿᵈᵉ ᵈᵒˢ ᵃᵈᵒʳᵃᵇˡᵉˢ ᵉ ⁱⁿᵒᶜᵉⁿᵗᵉˢ ⁿⁱⁿ̃ᵒˢ ˢᵘᵉˡᵉⁿ ʲᵘᵍᵃʳ ʲᵘⁿᵗᵒˢ ᶜᵃᵈᵃ ᵈⁱ́ᵃ ᵉⁿ ᵘⁿ ˢᵘᵇᵉ ʸ ᵇᵃʲᵃ. " ¡Mⁱʳᵃ! ¡ᵖᵘᵉᵈᵒ ᵗᵒᶜᵃʳ ᵉˡ ᶜⁱᵉˡᵒ! - ᵃᵖᵘⁿᵗᵃᵇᵃ ᶜᵒⁿ ˢᵘ ᵈᵉᵈᵒ ᵘⁿ ᵖᵉᵠᵘᵉⁿ̃ᵒ ⁿⁱⁿ̃ᵒ ʰᵃᶜⁱᵃ ᵉˡ ᵐᵉⁿᶜⁱᵒⁿᵃᵈᵒ, ᵗᵒᵗᵃˡᵐᵉⁿᵗᵉ ᵖᵉʳᵈⁱᵈᵒ ᵉⁿ ᵉ́ˢᵗᵉ ˢⁱⁿ ᵖᵉʳᶜᵃᵗᵃʳˢᵉ ʳᵉᵃˡᵐᵉⁿᵗᵉ...