"Close to you"

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Tema: Close to you
Interpreta: The Carpenters
Sugerida por: Ani 

Capitulo Uno

Loki tenía una vida tan normal como cualquier otra; eso sí se omite la obscena fortuna que su acaudalada familia poseía, sin eso, Loki era un chico como cualquier otro.

Cada mañana se levantaba temprano para ir al colegio, tomaba el desayuno con su ocupada madre y era llevado por la limusina al instituto. Ponía atención a sus clases y era cortés con sus maestros; aunque sus compañeros sabían que quien orquestaba las bromas en los que estos caían, eran Loki.

No era una persona de muchos amigos, podía decirse que solo contaba con uno. Era sociable, por supuesto, parlanchín y un tanto embaucador, con un encanto que hacía que lo perdonaras por todo, pero no tenía amigos. Al parecer creían que no era una persona en la que se pudiera confiar, y no se equivocaban. Loki era un chico de dos caras: la alegre y desvergonzada que mostraba al público, y la fracturada, triste y necesitada de afecto que escondía de todos los demás.

Cuando la campana daba por terminada la jornada escolar, Loki regresaba a su hogar, tan mecánicamente como había llegado. Comía solo, pues su madre estaba seguramente muy ocupada concretando algún negocio que aumentara más su ya descomunal fortuna. Dedicaba parte de la tarde a hacer sus deberes y el resto lo malgastaba embebido en sus adorados libros.

A Loki le gustaba leer, de esa manera podía llegar a dejar de ser él y viajar a lugares tan hermosos como extraños. Podía leer en cualquier parte y en cualquier posición, en el patio, en la cama, de cabeza o colgando de un columpio; pero lo que más le gustaba a Loki, era leer en el parque.

Todas las tardes su guardián lo llevaba a Central Park para distraerse, él escogía la sombra de un árbol o una banca y se abstraía en su lectura, si no, en sus recuerdos. Ese era el lugar preferido de su padre, donde conoció a su madre y se enamoró. Cuando Loki era más pequeño solían llevarlo a menudo a jugar en él y hacer suculentos picnics, su madre cocinaba delicioso cuando se daba el tiempo para hacerlo; en aquél entonces le sobraba el tiempo. Al finalizar, se acostaban en el pasto mientras su padre le leía un cuento. Aquellos fueron los mejores momentos de su vida.

Luego vino el accidente y su padre murió. Su madre tuvo que hacerse cargo de las empresas y Loki se quedó completamente solo.

Fue entonces cuando lo conoció.

Aquella tarde estaba especialmente nostálgico, se sentía abandonado en aquella lúgubre mansión; sin la risa de su madre y sin el calor de su padre, aquello solo era una enorme casa. Había salido rumbo al parque en busca del consuelo de aquellos hermosos recuerdos para que le hicieran compañía, sus ojos ardían de tanto llorar, su corazón se sentía pesado como una piedra, el calor de su cuerpo se había marchado por completo haciéndolo temblar.

—¿Quieres alimentar a las palomas? —escuchó una voz por encima de él.

Loki tardó un poco en salir de su aturdimiento para darse cuenta de la presencia de aquél chico. Alzó su mirada y allí estaba, el azul del cielo en una cálida tarde de verano comprimida en un par de pupilas que lo contemplaban con ternura.

Era unos años más grande que él, unos cuatro o cinco tal vez, de cabello rubio atado de forma desordenada en una coleta, la sombra de una barba enmarcando su sonrisa franca. Los pantalones desgastados, las botas sucias y aquella camisa de franela decían a gritos la clase social a la que pertenecía.

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