-ZERO-

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- Sabes nieto, mi padre solía traerme aquí cuando tenía tu edad. Mirábamos el horizonte mientras pescábamos tranquilos con el soplar del mar y el arrebato de las olas contra la banda del barco.

Contaba un anciano mientras suavemente sostenía a su nieto de su hombro apegandolo a él, mientras miraban el amanecer desde su barco.

- Solía contarme grandes historias cuando él era marinero, salía muy seguido en su barco a ver el inmenso mar frente a nosotros, era un gran padre, me enseñó a pescar y seguido nos mostraba sus "tesoros marinos", un día el llego a la casa emocionado diciendo "Conocí la Atlántida" el brillo en sus ojos era encantador, el siempre decía que nuestra madre tierra ocultaba lo más misterioso bajo su hermosa falda de mar.
- ¿Falda de mar? -preguntaba el pequeño mirando con inocencia a su abuelo.
- Jaja era como mi viejo lo decía -entre unas carcajadas.
- Pero el mar no tiene falda abuelo.
- Lo se lo se

El abuelo siguió contando cómo era su padre a su nieto mientras suavemente el cálido sol se mostraba más en el horizonte dando paso ya a la mañana de aquel día, al terminar su charla los dos se levantaron, sacudiendo sus piernas con unas palmas sacando levemente la suciedad del suelo del barco que se había pegado a sus ropajes.

- Bueno ya pronto amanece ¿te parece bien si damos una última vuelta?
- ¡Sí!

El abuelo sonrió tan gentilmente poniendo su gorro de pesquero a su nieto para si ir al casillaje y luego a la timonera interior, para arrancar el bote y navegar unas cuantas millas más con su nieto.

- Nieto...
- ¿Si abuelito?
- Prométeme que cuidarás del mar... Y cambiarás todo nuestro mundo.
- ¡Lo prometo!
- Gracias... Espero que al menos en el futuro... Sepan y consideren que debemos estar agradecidos con el mar... -susurro levemente el abuelo mientras suavemente miraba a un costado para si entrecerrar sus ojos- ah mira! Las gaviotas vuelan cerca de la barandilla.

Exclamó el anciano mientras señalaba a los aves, el pequeño se emocionó acercándose a la barandilla para si jugar con ellas.

[13 años después]

- Las personas siempre han puesto a los tiburones como las criaturas más peligrosas del mar... Son rápidos, letales y muy hostiles bueno... Eso es lo que dicen... Entonces ¿Qué hicieron ellos para hacer que los atacarán?...

- Me está mirando

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- Me está mirando... ¿No? ¿Por qué no siento miedo? -pensaba mientras miraba como la bestia acuática se acercaba a él, lentamente pero firme, sus aletas traseras se ondeaban suavemente mientras sus ojos completamente negros se veía reflejado ligeramente la silueta del joven, su parte superior ligeramente iluminada por los rayos de luz que traspasaban la cristalina agua- (Voy a morir devorado... )

El tiburón se acercó tanto al punto de rozar su nariz con mi pecho, y al sentir la fuerza de su nariz mi cuerpo se estremeció rotundamente, tan rápido sin poder reaccionar la bestia abrió sus mandíbulas mostrando sus enormes dientes, solo pude sentir un crujir en mi cuerpo, como la la fuerza y la rapidez de su mandíbula de un solo movimiento perforó mi piel.

- Joe
- ¡Ah! -de golpe el joven se levantó de su banca a la vez que miro a su alrededor, estaba pálido, tocando su estómago deprisa percatando se de que no tenía ni una sola herida.
- Era un sueño...
- Si viejo, estabas temblando a la vez que soltaba leves quejidos dormido ¿Estás bien? -su compañero lo miro extrañado, las acciones de su amigo eran fuera de lo común a la vez que su conducta- estás diferente desde que fuimos al acuario ¿De acaso pescaste alguna enfermedad?

Seguía insistiendo su compañero mientras al pasar el tiempo termino tocando la campana de salida, los demás alumnos salieron en un parpadeo, menos Joe que se encontraba aún en su banca tumbado con la cabeza en el pupitre junto a su compañero que recogía las cosas.

- ¿Te vas a quedar ahí tumbado hasta mañana?
- No... Solo estoy cansado...
- Descansaste la mayor parte de la última hora, quizá deba de guardar también el libro de historia... -mientras charlaba buscaba debajo de su pupitre sacando algunos libros.
- ¿Tu crees?
- ¿Qué fue lo que soñaste?
- No lo se, solo sentí que estaba en la profundidad del mar, y al momento, un tiburón me asecho.
- ¿Un tiburón? ¿No eran tus favoritos?
- Si, desde siempre, pero no sé porque lo he soñado, es la primera vez...
- No vimos ningún tiburón en el acuario ¿De dónde abras sacado esa pesadilla?
- Y yo que se...

Los dos compañeros siguieron charlando entre ellos y así, cada uno salió del lugar para seguir sus propios caminos y para entonces ya rondaban las 18:40 la noche comenzaba a invadir las calles de Saltra que aduras penas eran iluminadas por los focos de las veredas.

- Tal vez solo estoy cansado, no he descansado lo suficiente desde aquel día, los proyectos, exposiciones y demás de la universidad me tienen hasta el tope de mi... Solo debo de llegar a mi casa a descansar...

Era lo que se decía Joe mientras avanzaba por la vereda mirando las carreteras de agua que guían por la ciudad de Saltra hasta su corazón que es el centro de esta misma. Sin ningún ruido el viento acariciaba el rostro del joven, a la vez que mantenía sus ojos cerrados y suavemente sintió como algo lo acarició.

- Ah...

Sintió como unas dulces manos acariciaron sus mejillas y a la vez una ligera tela se postraba sobre sus hombros, era una visión suya, pero que se sentía tan real, haciendo que el joven volteara y solo pudiera ver cómo el sol era devorado por el mar que yacia en el horizonte.

- Joven...
- ¿Quien... me llama?

Seguía llamando lo, una voz suave, pero intensa, se escuchaba escondida en lo más profundo del horizonte, pero aún así palpitante con firmeza.

- Venid... -seguia retumbando la voz en la cabeza del chico.

El joven se mostraba cansado sin poder decidir claramente sobre su cuerpo, sus ojos se tornaron opacos y por leve tiempo vacios, su cuerpo ligeramente avanzaba hacia el final de la orilla en el cual al rosar el borde cayó en el agua, sintiendo como la fría y desolada agua cubría su cuerpo que poco a poco se perdía en la profundidad de la calle de agua hasta sentir el suelo dejando caer su cuerpo sobre el acostando se con un gran peso en sí.

- Ah Espera... Esta sensación... Si... -suavemente el brillo en sus ojos se veía como se desvanecía más y más, sintiendo la presión en su cuerpo, sus oídos se tapaban y escuchaba cada vez más intenso el pitido en su mente, sus pulmones se comprimian por la falta de aire y poco a poco daba sus últimos quejidos.

- Jej... Que lamentable vida...

Quería llorar pero sus lágrimas no eran nada ante el inmenso mar oscuro y sombrío que se encontraba frente a sus ojos.

- Tengo miedo... No quiero morir aquí... Basta ¡ya basta!

La voz que lo llamaba ya no se escuchaba y cuando pudo volver en si ya era demasiado tarde...

- Bienvenido... Joe

[...]

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