𝟎𝟑

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Jimin parpadeó con los ojos nublados en confusión. Las actividades de la noche anterior le habían desgastado a fondo y era reacio a despertar. La habitación se veía como si hubiese sido golpeada por un tornado. Era un caos total. Cuadros colgaban torcidos en las paredes. Había ropa dispersada por todas partes. Incluso la mesita de noche estaba volteada.

Se arrastró hasta el borde de la cama y buscó a tientas el despertador en el suelo. Jimin jadeó cuando vio la hora. Eran cerca de las cuatro de la madrugada. Habían estado esperándole en el punto de encuentro hacía casi dos horas. Gimió suavemente cuando intentó moverse. Jimin se deslizó cuidadosamente por debajo del pesado brazo de Jungkook y se bajó de la enorme cama tamaño matrimonio.

Todo su cuerpo dolía. Incluso su cabello dolía. La parte inferior de su cuerpo latía como un dolor de muelas, y le dolía el trasero. Había una sospechosa humedad entre sus piernas, goteando por la parte posterior de sus muslos. Jimin le disparó una mirada asesina al hermoso hombre durmiendo tan pacíficamente.

Era una máquina sexual, un animal.

Jimin no se había dado cuenta que fuese posible correrse tanto. El pobre chico cojeó alrededor de la habitación, encorvado como un anciano, y recogió lentamente los restos destrozados de su ropa. Jimin se puso sus guantes negros y limpió la habitación, limpiando todo lo que había tocado mientras miraba de manera furtiva a Jungkook. El amplio pecho del empresario se elevaba y caía de manera constante en el sueño.

Las llaves de su coche estaban justo en la mesa. Habían sido dejadas a la vista, como si se presentaran al omega. Jimin sintió su estómago retorcerse por la incomodidad, la culpa prácticamente ahogándole. Sus manos temblaron un poco cuando se las metió en el bolsillo silenciosamente. No quería cogerlas y no quería robar el coche de Jeon, pero no tenía elección. Tenía un trabajo que hacer.

Se movió para quedarse de pie sobre Jungkook, empapándose de la vista del rostro del hermoso hombre. Jimin sabía que nunca le olvidaría. Jeon Jungkook fue su primero.

Le había hecho sentir cosas que nunca antes había sentido. Realmente había dolido, pero Jimin realmente había disfrutado mucho. Jeon dijo que ahora Jimin era suyo; hubiera querido quedarse y ver qué quiso decir con eso. Pero no podía pertenecer a Jeon. Dispuesto o no, pertenecía a Shibata.

Jimin susurró suavemente:

—Lo siento —en el oído del durmiente hombre.

Apartó gentilmente el oscuro cabello de la suave frente del hombre antes de darse la vuelta para irse.

En el instante en que la puerta se cerró tras él, los ojos dorados se abrieron de golpe. Estaban completamente conscientes sin un atisbo de confusión porque no había estado dormido. Determinación estaba escrita en el rostro de Jungkook cuando se vistió rápidamente y marcó en su móvil.


Esta vez no había nada, sólo aplastante culpa mientras Jimin guiaba suavemente el elegante Lamborghini a través de la noche y entraba en el almacén

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Esta vez no había nada, sólo aplastante culpa mientras Jimin guiaba suavemente el elegante Lamborghini a través de la noche y entraba en el almacén. Suspiró considerablemente cuando apagó el motor y salió cojeando del coche.

「ʙᴀᴅ ʙᴏʏ」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora