Cuando la luz de la mañana despertó al campesino, éste trató de recordar cómo había llegado al suelo; cuando los recuerdos golpearon su cerebro se levantó rápidamente, reviviendo en su mente todo el horror sufrido la noche pasada. Miro hacia la puerta para ver si algo más había sucedido, y en eso escuchó la dulce voz de Silvia detrás de su espalda:
-¿Por qué me has hecho esto?-.
Pedro casi brincó al escuchar la dulce voz de su esposa, y aunque le repugnaba la idea de voltear a verla lo hizo, y se encontró a una Silvia quien con lágrimas en los ojos se hallaba acostada en el catre, tapando la parte donde anteriormente tenía sus piernas con una sábana.
Contestó asustadamente:
-¿Y tú, porque nunca me dijiste que eres una bruja?-.
Ella le contestó tristemente:
-¿Me hubieras querido por igual si lo hubieras sabido?-.
Él no supo que contestar, por lo que ella prosiguió:
-Siempre he estado contigo como lo haría cualquier mujer que ama a su marido; y ahora tú me has hecho daño, un daño irreparable-.
Mientras Pedro iba recuperando el valor, comenzó a interrogarla:
-Siempre me han dicho que las brujas son malas y que se deben destruir; jamás me imaginé que tú serías una de ellas. ¿Naciste como una bruja o eres víctima de una maldición?-.
Silvia sin dejar de llorar comenzó su explicación:
-Vengo de una estirpe de brujas que han heredado su poder desde hace muchas generaciones; desde pequeña supe que había algo diferente conmigo y cuando tenía diez años mi abuela y mi madre que también son brujas me explicaron mi condición. Me dijeron que dentro de mí había un poder como el que ningún ser humano ha soñado siquiera con tener; me platicaron que es algo que traemos en la sangre, por lo que desde que nací soy bruja por lo que me enseñaron a controlar dicho poder pero como yo nunca quise hacerle daño a nadie, me alejé de ellas para siempre pues quería vivir una vida normal-.
Pedro quiso saber más:
-¿Nunca le has chupado la sangre a alguna persona?-.
Ella dijo lacónicamente:
-Jamás, he preferido acostumbrarme a alimentarme como la gente normal, a pesar de las ansias que he tenido de dejar salir mi propia naturaleza en contra de la cual me he rebelado toda mi vida-.
Su marido trató de justificarse diciendo:
-Pues a mí siempre me han dicho que las brujas son malas y hay que acabar con ellas-.
Ella solo exclamó:
-¿Alguna vez te he lastimado?-.
Pedro bajó la mirada avergonzado, pero entonces volvió al ataque:
-Pero si dices que siempre has estado en contra de ser bruja, ¿Por qué ahora cambiaste de opinión?-.
Silvia se limpió los llorosos ojos con un raído pañuelo y explicó:
-Todo lo hice por ti-.
Su marido casi brincó de la impresión y gritó:
-¿Por mí? ¿Acaso has ido a matar gente solo por mí?-.
Ella lentamente prosiguió:
-No, ya te dije que yo jamás lastimaría a nadie. Lo que pasa es que uno de los poderes que tenemos las brujas es recorrer grandes distancias que a cualquier ser humano normal le tomarían días, pero que nosotras lo podemos hacer en minutos. Conozco un cerro muy alejado de aquí en cuyo interior hay oro, pues me he dado cuenta que eso es muy importante para ti; la riqueza-.
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LA BRUJA
HorrorA veces las personas que más amas tienen un secreto tan aterrador que es mejor no conocer.