Mi respiración se hallaba agitada.Podía escuchar sus pasos. Estaba cerca.
Dentro de mi pecho, mis latidos se aceleraban más y más.
Estaba corriendo desesperada por entre los árboles.
A lo lejos se podia ver una cabaña. Hacia allá me dirigía
Cada músculo de mi cuerpo se contraía con fuerza. Recordaba bien lo que habia sucedido.
Era la tercera noche de campamento, la que seria la última, a altas de la noches me tope con él.
En aquel momento, él se hallaba allí, en aquel claro alejado de las carpas. A sus pies, se hallaban los cuerpos de lo que habian sido nuestros amigos.
Cadáveres destripados de adentro hacia afuera. Charcos de sangre coagulada.
Él se quito aquella máscara de plástico, permitiendome ver su rostro.
Miedo.
Un escalofrio me recorrió todo el cuerpo. La sangre dejó de fluir a mis extremidades, congelandolas en el acto.
Por unos segundos nos vimos a los ojos directamente.
Luego, casi por instinto, supe lo que tenia que hacer y comencé a correr. De inmediato él tambien lo hizo.
Alejándonos del rio, nos internamos en la montaña en una persecución mortal.
Sentía las piernas entumecidas. Aún así estaba corriendo con todas mis fuerzas, impulsada por la adrenalina.
No tardé en ver el sendero. El corazón podía explotarme en cualquier momento. Era una horrible sensación.
Y justo cuando pisaba el camino de tierra, un golpe me nubló la mente.
Estaba en el suelo.
Me había tropezado con la raíz de un árbol.
Mareada, y confundida, sentía como el sudor recorría todo mi rostro hasta el cuello, donde caía empapando aún más mi camiseta.
Solo el sonido crujiente de la hojas secas de octubre al ser pisoteadas me hizo reaccionar.
Me levanté tambaleante, mientras intentaba encontrar lo que se me había caído de las manos.
Mordí mis labios con fuerza al darme cuenta que no tenía tiempo, así que eché a correr hasta la cabaña.
Empuje la puerta y entré directo hacia la cocina.
Allí hurgue entre los cajones con mis temblorosas manos, hasta encontrar un pequeño picahielos.
Me tiré junto a la pared agarrando con fuerza el picahielos. Trate de calmar mi respiración para escuchar mejor.
Entonces escuché sus pasos dentro de la cabaña.
Con la tensión en alto y los vellos erizados contuve la respiración por varios segundos, solo hasta que escuche sus pasos en la escalera.
Era mi oportunidad.
Sali corriendo totalmente exaltada con una sola cosa en mente, pero en cuanto pude ver las escaleras él ya me habia visto.
Sin darme tiempo de reaccionar, brinco sobre mí, tumbandome contra el suelo con todo su peso.
Conmocionada por el golpe, deje caer el picahielos el cual rodó por el suelo.
Sin siquiera dudarlo él empezó a golpear mi rostro repetidamente.
Sintiendo el pánico de tener mi vida a punto de escaparse de mis manos, surgieron mis instintos mas salvajes.
De forma descontrolada arremetí con mordiscos y rasguños, hasta que logré zafarme al patearlo en la cara.
Desesperada me arrastre hacia donde habia caído el picahielos.
De la misma forma el saltó sobre mí.
Sin pensarlo dos veces me giré al sentir que lo tenía encima, y enterré el picahielos profundamente en su estómago.
Viendo su sagre brotando, su cuerpo perdio fuerzas derrumbándose a mi lado.
Con el rostro empapado en sangre, me arrodillé junto a su cuerpo agonizante, y saqué el picahielos.
No dije nada. Tan solo lo apuñale otra vez.
Y luego otra.
Y otra.
Y otra.
Y otra.
Y otra vez, hasta que entre lágrimas su cuerpo dejó de respirar.
Se hizo el silencio.
Teniendo aun los músculos tensos, comencé a escuchar mi propia respiración.
Sintiendo el sudor en mi cara, quite el cabello de mi frente, y vi mis manos ensangrentadas.
El cuerpo inerte frente a mi, era el de mi amigo. El mismo con el que tento habia compartido. Y todo eso había acabado tan rápido, tan fácilmente.
Comencé a temblar. Un temblor suave que incrementó poco a poco hasta parecer que convulsionara.
Y comencé a llorar.
Un llanto fuerte y eufórico.
Un llanto seco, sin lágrimas.
Un llanto que se fue haciendo risa.
Una risa fuerte y eufórica.
Me habia asustado mucho. Estaba muy aterrada.
Pero eso era algo normal.
Después de todo, uno de ellos casi se me había escapado. Él más especial para mí.
Y en realidad era especial. Había que reconocércelo.
Ningún otro me había obligado a correr tanto como él lo había echo. Había sido magnífico.
Aún así tambien era algo tonto. El pensar que podía escapar de mí.
Con una extraña y grata emoción me levanté y dejé aquella cabaña.
Las rodillas aun me temblaban, pero no me importaba. Solo tenia una cosa en mente.
Aquel había sido el mejor halloween de mi vida.
ESTÁS LEYENDO
3 Historias cortas
Short StoryEsta es una compilación de cortos de mi propia autoría. Son historias cortas cuyo objetivo es transmitir una simple idea sin intenciones de crear una trama. Espero que las disfruten.