Después de doce años viviendo en California, tu familia y tú os veis obligados a regresar a Seúl, en tu país natal, Corea del Sur. Llevando con ustedes ese secreto que habéis guardado desde que tu hermana y tú sois unos bebés. El echo de ser unos va...
Me había despertado antes de que mi despertador sonara, algo raro en mi ya que siempre me despierto tarde aunque suene ese maldito ruido. Me estiré un poco aún tumbada en la cama intentado quitarme la pereza de encima, y luego fui al baño de mi habitación para darme una ducha rápida y calmar a mi amigo, el cual estaba bastante despierto para ser tan temprano.
Entré al baño quitándome primero mi sujetador deportivo y luego mi boxer. Me miré al espejo, viendo mi cuerpo marcado por la tinta de mis tatuajes, mirando en especial uno de ellos. Una sonrrisa se dibujó en mis labios inconscientemente, buenos recuerdos llegaron a mi y con ellos una pequeña lágrima se deslizó por mi mejilla izquierda. Aparté la mirada del espejo donde me reflejaba dirigiéndola ahora a la ducha poseedora de varios grifos, los cuales deduje que eran una "pijada" más, innecesaria pero placentera.
Después de veinte minutos salí del baño envuelta en una toalla, abrí mi armario, y mirando toda la ropa que había colocado ahí el día anterior en la mudanza escogí algo presentable para mi primer día en la que sería mi nueva escuela por quién sabe cuánto tiempo.
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Mi teléfono había comenzado a sonar, dando la señal de que mi despertador estaba haciendo su trabajo. Me acerqué a la mesa nocturna al lado de mi cama para poder agarrar el teléfono y detener ese molesto sonido. Cuando lo conseguí, vi varias notificaciones, ninguna importante, solo mensajes de mis amigos haciendo el tonto. Bloqueé y metí el aparato en el bolsillo de mi pantalón.
Ya estaba lista para bajar a la cocina, pero antes agarré mi maleta negra, donde sólo llevaba un block de hojas y un estuche con algunos bolígrafos y portaminas.
Iba a salir de mi habitación, pero en el último segundo caí en la cuenta de que la escuela no quedaba tan cerca de mi casa, así que di media vuelta y regresé hasta donde había dejado todos mis skates el día anterior. Me costó elegir uno de ellos, pero me decidí por agarrar uno sencillo y gracioso a mi punto de vista.
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