Cap. 2

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Al día siguiente, Sofí despertó temprano a Natasha y le entrego un uniforme como el suyo; al verlo Natasha suspiro resignada pues sabía lo que eso significaba. Cuando Natasha tomo el uniforme y comenzó a cambiarse, Sofí una vez más desvió la mirada a otro lugar. Ya con el uniforme puesto Natasha se quejó: — Está un poco ajustado.

—Lo siento, ya no había más uniformes en el almacén, así que te traje uno mío. Después de todo no somos de la misma talla.

— ¿Y porque no puedo utilizar rapa normal para trabajar?

—Son reglas de Madame Web.

—Pues yo creía que odiaba los uniformes.

—Sabes tenemos que irnos.

Las dos salieron de la habitación rumbo a la cocina. —Hoy Trabajaras conmigo en la cocina, será un poco ajetreado pero estoy segura que podrás hacerlo —dijo Sofí con una sonrisa a su compañera, en el camino.

Cuan llegaron a la cocina, Natasha no podía reconocer el lugar en el que había estado un día antes debido a la cantidad de gente que veía trabajando. Ella no salía de su asombro cuando le fue entregado un delantal y un cuchillo, de manos de Sofí con la orden de cortar vegetales.

Ella debía realizar su tarea junto a una compañera en su estación. Pero nunca antes Natasha se había sentido tan fuera de lugar, pues veía su trabajo como algo insignificante cada vez que lo comparaba con su compañera; algo comprensible pues cuando Natasha había cortado una porción su compañera llevaba cuatro o cinco, era algo lógico ya que Natasha nunca había tenido la necesidad de trabajar en una cocina, por lo tanto su experiencia laboral era nula.

Esta situación presionaba a Natasha, que trataba de ir más aprisa, lo que ocasionaba que fuera descuidada y se cortara con el afilado cuchillo. Pero para ocultar las heridas improvisaba un torniquete con un pedazo de listón que cortaba de su atuendo. Aquel incidente no fue el único, también se quemó y aplasto las manos en más de una ocasión, y eso sin contar las veces que se golpeó con el carrito al llevar los platos al comedor.

Aunque Natasha trato de esconder las heridas de sus manos, al fregar los platos Sofí se dio cuenta de sus "vendajes". Así que ella pregunto preocupada: — ¡¿Pero qué te paso?!

—No es nada —contestó Natasha.

— ¡¿Cómo que no es nada?! Solo mira esto —replicó Sofí mientras tomaba la muñeca de Natasha para que observara su mano— está llena de cortaduras y de moretones... ¡Debemos ir a la enfermería!

Y sin soltar a Natasha, Sofí se la llevo a la fuerza a la enfermería. Sofí se encontraba muy preocupada y ansiosa por lo sucedido, y ese estado se reflejaba en su caminar acelerado. Cuando las dos entraron en la enfermería, Sofí se puso a explicar lo que pasaba a la doctora. Pero la preocupación y ansiedad incrementaban cada vez más en Sofí, lo que se ponía de manifiesto en su voz y ademanes frenéticos. Eso provocó el enojo de la doctora, que dejando su libro sobre su escritorio se dirigió a Sofí para darle una bofetada, la cual la hizo callar.

—Ya tranquilízate mujer, me estas poniendo de malas —le dijo la doctora a Sofí y después se dirigió a Natasha: — Por favor extiende las manos.

Mientras le examinaban las manos, Natasha pudo observar al personaje que tenía ante sí. Su nombre era Anaïs y no superaba los cuarenta años, tenía un rostro casi sin arrugas y un cabello plateado artificial, pero lo que más resaltaba de su rostro eran las grandes ojeras cubiertas por unos lentes. Vestía como era propio de su oficio, con un conjunto de blusa y falda formal y una bata blanca por encima. Pero, aun sin quererlo, la vista se posaba en su busto, debido a que por debajo de su blusa sobresalía la mitad de un oso de peluche.

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⏰ Last updated: Dec 09, 2019 ⏰

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