Capítulo 2: La cajera

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Posta, sólo pido poder recibirme, entre más rápido posible, mejor. Hasta ahora no está en mis planes ser cajera del Día toda mi vida, ni tampoco creo que se dé. Los trabajos en la Argentina son inestables. Bueh, para no amargarme, olvido por un toque todo el quilombo.
Le doy el último sorbo al mate y me voy.

—¡Ya me voy, ma!—grito desde la puerta despidiéndome de mi mamá.
— ¡Chau, Ponchi!—me respondió mi mamá desde el lavadero.– ¡que te vaya bien!
Mi vieja me decía Ponchi desde los 4 años. La amo.

Eran las 3 de la tarde, 34 grados, un calor de la pu...
No había un alma en la calle, menos en el Día. Hasta que entra un grupo de cinco pibes, todos riéndose. Había uno que estaba bueno, tenía el pelo decolorado. Lo ficho por un rato, y después hago como que no lo veo.
Llegan a la caja con birras, fernet, papas fritas, comida basura, entre otras boludeces.
—Hola, chicos.–les digo a todos.
Holaaaa.-dicen todos al unísono.
El de pelo decolorado no paraba de mirarme, me puso incomoda mal. Capaz tenía un moco saliendo de la nariz y ni cuenta.
—Che, Valen...–le dicen los amigos intentando captar su atención.— ¿tenés $5? Nico quiere comprarse un bon o bon y solo le faltan 5.
Me río de la escena, Valentín, el chico de pelo decolorado, primero pone cara de culo y después se caga de risa.—Sí, sí, sí, tomá.–le dice entre risas.
Él nota que me río de la escena, me mira y me sonríe. ¡Qué sonrisa!
Les cobro y los pibes se van, Valentín, antes de irse me miró y me sonrió.

Desde ese día, Valentín vino a comprar todos los días al Día cualquier boludez.

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⏰ Última actualización: Dec 09, 2019 ⏰

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