V e i n t i s i e t e

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—¡Eso duele, idiota! —Iker se quejó por décima vez desde que empezó a darle los primeros auxilios

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—¡Eso duele, idiota! —Iker se quejó por décima vez desde que empezó a darle los primeros auxilios.

Santiago fue a buscar a Benji a su habitación mientras que ellos se quedaron en el recibidor con el kit de primeros auxilios abierto. Los labios de Iker se fruncieron por la cercanía de su toque. Tenerlos así de cerca era una tortura para él.

—¿Dónde están tu mamá y ese hombre? —preguntó para poder distraer al chico que no dejaba de lloriquear.

—Mi mamá fue a un chequeo médico de rutina por lo de la última vez y Carson andará por ahí escupiendo el dinero que sus padres le dan por doquier —comentó con amargura.

—¿Tu mamá está bien? —quiso saber.

—No lo sé. Ella dice que sí, pero a veces creo que me está mintiendo para que no siga enojado con aquel idiota —los ojos de Iker mostraron vulnerabilidad por unos segundos.

—Quizás...

—Sé lo que vas a decir y ya conoces mi postura —respondió.

—El hecho de que ahora no sea violento con Thiago no significa que no lo será más adelante —razonó Jax.

—Jamás permitiré que eso ocurra —su expresión se endureció.

—¿Quieres saludar a Benji? —ambos saltaron cuando el niño habló tan cerca de ellos. No lo escucharon llegar.

—Por supuesto, pero antes voy a curar a tu hermano, ¿sí?

Santiago asintió conforme y se sentó a lado de Iker con el peluche de dinosaurio en manos.

Jax continuó con lo que estaba haciendo. El rastro de los golpes de Sam era muy notorio, pero con su ayuda no se inflamaría tanto. Iker estaba en silencio estudiando los movimientos de Jax. La cercanía entre ambos era demasiada.

—¿Te duele? —preguntó Jax tocando con los dedos el labio inferior de Iker.

El chico negó con la cabeza. Sus ojos se encontraron por unos minutos y el hambre que notó en los de Iker le hizo acelerar los latidos de su corazón. Un hombre magullado no debería verse tan tentador, pero los labios entreabiertos de Iker y el brillo en sus ojos era irresistible. Sin ser consciente, sus dedos recorrieron toda la superficie inferior y luego pasó a la superior con un movimiento lento y cargado de un deseo que iba en aumento a medida que pasaban los segundos. Iker recorrió con la mirada el rostro de Jax y para su tortura, sacó un poco la lengua para poder pasarlo por la zona donde él lo estuvo tocando.

—Iker, ¿ya volviste del funeral? —un hombre preguntó al ver las luces encendidas.

Los dos chicos se separaron con prisa, como si hubieran sido descubiertos haciendo algo malo. Cuando el padrastro de Iker entró al recibidor, frunció el ceño al encontrar a Jax y sobre todo, al ver a ambos respirar entrecortadamente por los segundos de tensión que vivieron. Eso sumándole a la esquiva mirada de Iker, no le gustó para nada.

Corazón ObstinadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora