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Allí se encontraba de nuevo, arrepentido de mostrarse internamente y socialmente, rodeado de individuos quienes no encuentran razón para respirar y personas que pretenden entenderte sin ver la brasa interna que llevas.

Minho vagaba por la mesa rozando sus dedos por el mantel que cubría aquella madera desgastada. Levantó la mirada sin emoción y la cruza con varios concluyentes de la charla.

Recuerda todos los sucesos catastróficos que le ocurrieron, llevándolo a la última opción de recurrir a esa reunión. Recordó el suicidio de su hermano, sus ojos brillaban de angustia mientras miraba su primogénito echado en el suelo con sus brazos aún derramando sangre del corte vertical que se practicó, su mente lúcida llevándolo hasta la sala de emergencias más cercana de su hogar, entrando sin compasión por las puertas del lugar con un grito desgarrado. "Ayuda". Una sola enfermera escuchó el grito, al llegar a ver, el joven empapado le gritó de nuevo. "Ayuda, por favor". La anciana acercó sus dedos hacia la yugular del joven en brazos. Sin pulso. "Lo siento muchacho, el ya está muerto. Deja que te ayude a que descanse en paz el cuerpo de tu ser, déjalo sobre la camilla y acompáñame, por favor".

Al llegar a su hogar, Minho observó a su madre despreocupada hojeando una revista. Sintió rabia al saber que su ADN descendía de esa mujer horripilante, tan escasa emocionalmente. Quiso derrumbarse sin piedad. La fémina ojerosa levantó la vista al sentir ruidos provenientes de la puerta principal y se alertó cuando observó a Lee pasar encorvado por al frente de ella sin siquiera dirigir su vista ni saludar a su progenitora.

- ¿Me puedes explicar qué hacías afuera a estas horas, Minho? - preguntó con notorio enojo Chaemin, pero él no respondió - Lee, te acabo de hacer una pregunta - decidió apartar la revista de sus manos y detuvo en el camino a su hijo.

Este la apartó con la paciencia acabada. Miró con descaro los ojos de Chaemin y sintió tanto asco que no pudo contener la mirada. Minho empezó a sollozar con fuerza.

- ¡Estoy cansado de mentiras! ¡Deja de fingir que te importo si ni te inmutaste demostrarlo con Jeongin! No sé cómo puedes si quiera verme sin vergüenza a los ojos - gritó su hijo.

Chaemin miró sin palabras a Lee, no podía creer lo que estaba escuchando. Su madre quedó muda ante aquello, quería negarlo, pero sabía que se estaba mintiendo a sí misma. Adelantándose, Minho no la dejó hablar.

- Me iré de esta casa por mi bien y por mero respeto a mi hermano. Espero que te sientas aliviada de tener dos pesos menos en tu espalda y que uno haya decidido no estar más con nosotros. Mi hermano merecía cosas mejores, no una madre retrógrada que prefiere ignorar a su hijo en vez de desear su felicidad pura.









- Que patético todo esto, ¿no?

Lee se da la vuelta al escuchar esa gruesa voz a sus espaldas, el desconocido sostiene un vaso descartable con agua y observa sin vergüenza a Minho.

- ¿Disculpa? -  Lee lo miró desconcertado.

- Todo esto es patético, yo decido si estar feliz o no, no un supuesto "profesional" que hará que las toxinas de mi cerebro regulen su medida.

Minho sin pensarlo larga una risilla pero al darse cuenta de su despreocupada acción, cubre su boca.

- Lo siento

- No te preocupes - el muchacho se encogió de hombros -  solo digo la verdad y no preocupa como reacciona la gente ante ello.

- Me hablas pero todavía no me has dicho tu nombre - Lee se cruza de brazos mirando con una pequeña sonrisa al chico que acaba de conocer.

- Soy Han, Han Jisung. ¿tú?

- Bonito nombre, soy Lee Minho.

- Encantado de conocerte - Han le da la mano a Minho y esta recorre un escalofrío por su brazo, se siente extrañado pero le resta importancia.

Capaz demasiada.







low ; banginhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora