Twenty-two (Español)

Capítulo 2: Caramelo de miel.

Capítulo 2: Caramelo de miel.

-Mis ojos son del color del papel de lija-Él resopló, y sacudí mi cabeza. 

-Pero tú no eres áspero Liam, tus ojos son más parecidos a un caramelo de miel.

-Eso es un poco demasiado romántico para mi gusto.

Capítulo 2: Caramelo de miel.

Fue absolutamente agotador e imposible alejar a mi madre de mí y sacarla del tema  "Liam". Incluso cuando Matt volvió a casa, ella sólo paró para darle un beso en su cabello color óxido y luego seguía y seguía hablando de él.  

¿Ella no podía ver que yo no quería hablar de él?

-Mattew, deberías haberlo visto-Siguió, con una boba sonrisa en su rostro, prácticamente pavoneándose en la sala. -¿No recuerdas cuando el pequeño Liam llegaba hasta debajo de tu nariz?

Matt asintió, pero ambos sabíamos que era mentira. Liam siempre era alto para su edad -al igual que Matt- pero Liam siempre era el más alto de los dos.

-Matt, él tiene músculos y tatuajes. Nunca pensé que nuestro pequeño y larguirucho Liam, sería tan bonito.

Eso fue demasiado. Liam no era pequeño, y ciertamente no era nuestro Liam, y cuanto más hablaba mi madre, más bilis sentía en la garganta.

Mi padre pareció entender, Dios, incluso Matt parecía ser capaz de ver que no estaba interesada en el tema de Liam. Abbie se había ido hacía un largo rato, cuando mi madre empezó a  curiosear y a chillar, y hombre, era muy suertuda.

No podía aguantar esto.

-Subiré a mi habitación, llámame cuando la cena esté lista-Murmuré, empujándome a mí misma a levantarme del sofá. Mi madre me observó bajo sus fieros y rojos rizos sólo por medio segundo, antes de volver a ladrar como un pequeño terrier.

Subí rápidamente las escaleras y me lancé en mi cama luego de cerrar la puerta de una patada. Mi mirada inmediatamente se dirigió a la cortina de mi ventana, y me pregunté qué estaría haciendo Liam. 

¿Estaría pensando en mí también?

Esto no tenía sentido, pero no podía pensar y disminuir el sentimiento de inquietud que me atormentaba. Sabía que Liam no pensaría en mí, no cuando él tenía a los chicos y a su familia y todo lo demás que  había anhelado.

Luego de veintidós veces, Liam finalmente me había quitado de su vida. 

Él no me quería de regreso.

Y no lo culpaba.

Traté de desviar mi mirada hacia mi revista Teen Vogue, traté de mirar el estúpido dibujito  que parpadeaba a través de mi televisión, pero no pude mirar ni uno ni otro.

No podía parar de pensar en lo que justamente había temido pensar.

Entonces, con frustración, golpeé la lata vacía fuera de mi cama, empujé la revista fuera del edredón, sin importarme en lo más mínimo cuando la tapa se salió y gruñí y cinché mi masa de rizos cobrizos, sin detenerme hasta que mi corazón comenzó a latir hacia fuera de mi pecho y más allá de mi cuerpo, y mi respiración era áspera y costosa.

Y aun así, no podía parar de pensar en él.

Eran los labios. Era el suave rosado de su boca, la floja sonrisa que había pintado sus rasgos antes de haberme visto.  Era el modo en que su lengua chasqueaba lentamente sobre su piel, y la manera en que sus dientes inferiores rozaban el exterior.