23

105 13 4
                                    

En La Piel

Cap. 23

La reunión, obvio sería en uno de los mejores restaurantes de Londres, se puso su mejor vestido, su más cara y discreta joyería, el mejor maquillaje, siempre sencilla, y unas gotas de La Colonia Bulgari*, para terminar el look perfecto, se presentó con un ligero pero elegante retraso, dónde pasaba las personas volteaban a mirarla, haciendo que su ya de por si gran ego creciera.

Al entrar lo primero que vio fue a la ya bien conocida asistente de Mycroft, la primer barrera antes del poder le habían dicho, al mirarla le pareció ordinaria por decir más, un clásico traje sastre a medida, color obvio negro, medias por supuesto y zapatillas tacón bajo para resistir jornadas largas sin verse cansada, normal.

Con elegancia se acercó a Athenea, esperaba podersela ganar como a todo mundo y así su matrimonio con el Holmes sería más fácil, pero nunca espero la respuesta de ella mucho menos las palabras dichas, si la vida es una perra cruel.

- Buenas tardes veo que el señor Holmes ya llegó- Dijo con una sonrisa afable mientras se acercaba a la otra mujer.

La mirada de ambas se encontró mientras la secretaria la miraba, solo le respondió

-El señor Holmes se retiró, diciendo que la espero pero tenía un compromiso más importante, me dejó para informarle personalmente y concretar otra cita- Respondió está con una sonrisa cinica en el rostro.

Decir que Athenea se deleitaba con el rostro de esa mujer era poco, varias veces había visto a grandes pero pocas personas habían osada dejarla plantada, aunque técnicamente ella llego tarde, se le quedó viendo con odio lista para soltar una sarta de mal sonantes palabras, cuando la asistente respondió las únicas palabras que siempre había temido.

- Se le corrió el rímel, se ve horrible.

Dicho esto no espero más y mientras daba media vuelta termino de hablar.

- Me pondré en contacto con su asistente para una nueva cita, que tenga buen día

Y aunque su día había comenzado increíble con horror descubrió que la asistente del hombre que quería desposár era su destinó, y una vez más odio las malditas palabras tatuadas a fuego en su tobillo derecho.

En La PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora