Diamante Azul [Black Butler]

I

Ese sueño....

Ese estúpido sueño.

Díez años y esa cosa que crea su mente la sigue perturbando día y noche.

Quiere dormir.

Quiere desaparecer.

Por favor.

Basta.

Entre el pulcro silencio abre los ojos, pasando su vista por todo el vacío blanco mientras sus manos están encadenadas, extendidas a los costados como si de una divinidad se tratar.

El cuerpo le pesa, su piel está marcada en cicatrices, sobre todo en el lugar donde habitan las cadenas que apresan sus manos, que le servían para extenderlas a la libertad. Quiere dormir. La garganta la tiene seca, no puede hablar sin evitar sentir que sus cuerdas bucales son son rasgadas por una cuchilla.

Se rinde, unos mechones de su cabello azul casi oscuro obstruyen su vista pero no sé molesta en retirarlos. Solo suspira y sigue mirando el suelo.

Una grieta se a formado en el suelo, mostrando un poco de luz que ya hacía mucho no la veía en medio de sus pesadillas. La abertura se va extendido, la sigue con la su mirar azul hasta que el sonido de un vidrio quebrase se adueña del lugar. Cierra los ojos por instinto, para cuando los abre nota que ahora son plumas negras las que están cayendo y se forman a su alrededor.

-Pero que desastre. Una disculpa señorita, no pude venir antes.

Deja de de mirar a sus lados confusa y observa al hombre enfrente suyo haciendo una reverencia en señal de disculpa. Observa cada detalle del hombre, era de una piel sumamente pálida y de cabellos negros como la noche, portando el traje de mayordomo, adornando su rostro con una sonrisa a labios juntos. Su sueño de ilusión le impedia ver los ojos de su salvador, más sin embargo no cuestionó nada, solo lo observaba y grababa la apariencia del hombre en los más profundo de su mente.

-¿Desea salir de aquí?

-¿Mh?-ha salido de su trance, abriendo ligeramente más los ojos ante la sorpresa de esa repentina pregunta, puesto que aún seguía con las cadenas puestas. Extiende ambos brazos hacia el frente, mostrando que ella no tenía manera de liberar de sus cadenas. De alguna forma, demostrando que sus pecados que la llevaron a estar en tal estado, no pueden ser expirados.

-Eso se puede solucionar- Un chasquido se escucha, haciendo que de inmediato las cadenas que la ataban queden reducidos a mero polvo.-¿Deseas ser libre?

-¡Sí!-Su respuesta pese a ser inmediata es decidida. La soledad de esa bruma la invadido por varios años que ver a alguien más dentro de él es algo totalmente nuevo, puesto qué de una u otra forma se había deshecho un mal que la apresaba, que sin importar sus esfuerzos no se podía liberar sola.

¿Que tan desesperado se tenía que estar como para tomar la mano de quién quizás te tenga un destino mucho peor ?

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-¡Es hora de irnos!-Anuncia el adulto desde el interior del auto, sonando el claxon y viendo como su esposa e hijas se apresuraban.