Capítulo I. Años perdidos, sueños sin cumplir y promesas rotas

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Narra Yokozawa
Un año más ha pasado desde que mi amado Zen quedó en coma. En total, han transcurrido 4 años. Mi pequeño hijo en estos momentos tiene esa misma edad y va en el primer año del preescolar. Su nombre es Hiro, es un niño tan tranquilo y amoroso; lleno de vitalidad y con energía para jugar durante horas. Quienes más me ayudan a cuidarlo son los hermanos de Zen; Dan y Chihiro, ambos quieren a su sobrino y lo protegen demasiado. Son tan buenas personas.
Quien me preocupa es Zen. El doctor dice que puede tardar en despertar todavía. Tengo miedo, temo que él ya no despierte. Debo ser fuerte y tener fe. Yo sé que Zen se va a poner bien y despertará muy pronto.
Actualmente tengo 29 años y vivo con los padres de Zen, no me siento muy cómodo ahí, no es que ellos no me quieran o yo no los quiera a ellos; más bien, me siento como un arrimado. Ellos me han dicho que me consideran un hijo más y quieren mucho a mi niño. En esa misma casa viven el hermano mayor de Zen, Dan; y su hermana menor Chihiro. Me contó que hace poco había decidido vivir con su novio, Ryu. Pero sus padres no la dejaron porque según, es un mal sujeto. Yo no creo que sea así, pero bueno, yo no puedo meterme a opinar sobre esos asuntos.
Hoy fui a visitar a mi novio. Desde hace cuatro años sigue postrado en aquella cama de hospital. Anhelo tanto ver su sonrisa, quiero que abra los ojos y lo primero que vea sea a nuestro hijo. Sé que va a despertar, tarde o temprano lo hará. No me importa cuánto tarde, yo lo esperare aquí.
Al parecer todos han perdido las esperanzas, ya casi nadie viene a visítalo; ni siquiera sus papás. Sus hermanos en ocasiones vienen. Pero yo, yo en ningún momento quiero estar lejos de él.
***
15 de julio de 2016
Un año más acaba de empezar. En estos momentos tengo 30 años. Mi niño tiene 5 años y está en su segundo y último año de preescolar. Sigue siendo el niño tan lindo y juguetón que siempre ha sido, se la pasa jugando a todas horas, parece que tiene pilas para todo el día; tanto que, en ocasiones me deja realmente agotado. Pero haré de todo para que mi niño sea feliz y continúe teniendo esa hermosa sonrisa en su rostro.
Nada ha cambiado desde hace un año. Los médicos dicen que las posibilidades de que Zen despierte aún son bajas, pero que no pierda la esperanza. Todo puede pasar y sé que muy pronto él despertará, lo sé.
***
-mamá-lo llamó su pequeño hijo, quien se encontraba acurrucado en el pecho de su madre.
-¿qué pasa, pequeño?-le preguntó al niño, acariciando su mejilla.
-¿por qué papá duerme tanto? ¿Está muy cansado?-preguntó de manera inocente.
-así es, mi niño. Papi está muy cansado en estos momentos y por eso se la pasa durmiendo. Pero verás que cuando haya descansado lo suficiente, despertará y se levantará de esa incómoda cama, para salir y jugar contigo durante horas-le explicó al niño esbozando una sonrisa.
-¡sí! Jugaremos mucho papá y yo-exclamó el pequeño con ilusión y alzó sus bracitos.
-shhh, no hables tan fuerte porque si no despertaras a papá-bajó su tono de voz y colocó su dedo índice sobre sus labios para indicarle silencio al pequeño.
-shhh-imitó la acción de su madre y después se abrazó a este para quedarse profundamente dormido.
***
3 años después...
¿tres años? ¿Ya han pasado tres años tan rápido? No puedo creer que esto esté pasando. ¿Debería darme por vencido ya? En estos momentos tengo 33 años, Zen debe tener esa misma edad. Mi niño, por el contrario, tiene 8 años y está en el tercer año de primaria. Ya no lo veo tan activo como hace apenas un par de años. Puede que le pese la ausencia de su padre. Me duele tanto esta situación, no quiero ver a mi niño sufrir, pero no sé qué hacer. Yo amo a Zen y quiero creer que estará bien, que va a despertar y que podremos casarnos. El anillo que él me dio hace años sigue en mi dedo y no pienso quitármelo nunca.
***
-¿sigues aquí? ¿Por qué vienes todos los días a visitar a mi hermano? Han pasado demasiados años como para que aún estés esperando que él algún día despierte. Si yo fuera tú, me olvidaría de él y buscaría un padre para mi hijo-replicó el hermano mayor de Zen.
-¿qué rayos estás diciendo? ¿Cómo puedes decir esas cosas de tu hermano? ¿Acaso no te importa?-lo cuestionó con enojo. Se sintió indignado al oírlo decir esas palabras.
-si fuera por mí, estaría mejor que no despertara. Así yo, puedo conquistar al chico de mis sueños-murmuró con voz seductora y se acercó al más bajo para estrecharlo entre sus brazos.
-¿d-de qué estás hablando? Suéltame-le ordenó, tratando de zafarse de su agarre, pero este se mantenía firme y no cedió.
-estoy confesándote mis sentimientos. Te digo que te amo y quiero ser tu pareja y un padre para Hiro-habló el más alto sin disminuir su agarre.
-y-yo... no...
Esa frase se ahogó en el interior de su garganta al sentir los cálidos y dulces labios del mayor sobre los suyos. Se sentían como dulce miel. No supo en qué momento comenzó a corresponder el beso, pero lo hizo, correspondió el ósculo y se sintió con la libertad de enredar sus brazos alrededor del cuello del castaño y así poder sentir ese beso con más intensidad. Dan comenzó a pasar sus tibias manos por todo el cuerpo del peli azul, acarició su cintura y presionó sus caderas con un poco de fuerza.
-ahhh... mmgh-un gemido se ahogó en el interior de su garganta al sentir como esas manos acariciaban y presionaban sus glúteos con firmeza.
Finalmente, fue Takafumi quien deshizo aquel beso y se separó del más alto, con toda la cara roja y la mirada baja.
-ven conmigo-le incitó a ir a su lado y estiró su mano para que el otro la tomara.
-¿adónde?
-a ser feliz. Quiero ser el hombre de tu vida, por favor, dame una oportunidad-dijo esas palabras con una sonrisa.
El más bajo la pensó un poco, pero después de meditarlo se decidió por tomar la mano del castaño para irse de aquel lugar.
***

SufrimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora