Capítulo III. Todo estará bien

332 17 6
                                    

—Zen, amor. Despierta—murmuró el peli azul, quien hace poco acababa de despertar y se reincorporó un poco para despertar al mayor. El castaño comenzó a despertar lentamente. La luz le lastimaba un poco la vista, así que tuvo que cerrar los ojos.
Su cabeza comenzó a pulsar y le vinieron unas terribles ganas de vomitar. Apretó sus ojos con fuerza y se cubrió la boca con las manos.
—¿qué pasa? ¿Te sientes mal?—preguntó el peli azul con preocupación y se reincorporó de la cama.
Zen seguía conteniéndose las ganas de vomitar y respiraba de manera acelerada. Sus esfuerzos fueron en vano y dejó salir todo el contenido de su estómago en el suelo y después comenzó a sufrir espasmos.
—¡Dios mío! Déjame voy a avisarle al doctor. Resiste, mi amor—exclamó preocupado y salió de la habitación casi corriendo. Tardó unos cuantos segundos, hasta que regresó con el médico encargado de su caso.
—por favor, espere afuera—le indicó el hombre. Yokozawa tuvo que obedecer y salió de la habitación.
Salió de dicha habitación y se cubrió la cara con las manos. No quería que nada malo le sucediera a su amado.
Fueron minutos los que pasaron desde que el médico había entrado a la habitación, minutos que comenzaron a hacerse cada vez más largos. Quería que este saliera para decirle que su novio estaba bien. Finalmente, después de varios minutos, salió.
—doctor, ¿cómo está Zen?—preguntó el peli azul con preocupación.
—ahora ya se encuentra bien. Volvió a sufrir convulsiones. Necesitamos analizar el tamaño exacto del tumor para saber si es posible que sea extirpado. Por suerte es benigno. Pero eso no implica que no haya riesgo, durante la operación puede sufrir una hemorragia o cualquier otra complicación. Ahora está inconsciente, así que puedes pasar si quieres. Con permiso—finalizó el hombre y después se retiró.
Takafumi entró a la habitación y encontró a su novio recostado en la cama, con los ojos cerrados. Su respiración era tranquila y los latidos de su corazón eran estables. Se acercó a él y se sentó a su lado, tomo su mano entre las suyas y la pego un poco a su cara.
—te amo, te amo tanto. Por favor, tienes que luchar por tu vida. Recuerda que aquí estaré yo para apoyarte y no me alejaré de tu lado nunca—soltó su mano por un momento y se dedicó a acariciar su rostro, este se removió un poco al sentir las cálidas manos de su pareja, pero no se despertó.
—ahora tengo que irme, debo ir a ver nuestro hijo. Más al rato vendré a verte, te lo prometo—acarició su mejilla una última vez y después apoyó sus labios sobre los del castaño.
Salió del cuarto en completo silencio y en el pasillo se encontró con la madre de Zen, quien al verlo cambio su semblante por completo a uno lleno de coraje y odio. Caminó hacia él y le dio una fuerte bofetada. Se tocó la mejilla con la mano y después miro a la mujer.
—no puedo creer la clase de basura que eres. ¿Cómo pudiste hacerle esto a mi hijo?—le reclamó la mujer hecha una fiera. Sus ojos estaba rojos de tanto llanto, pero estos eran tan penetrantes y llenos de odio, que tuvo que desviar la mirada debido a la vergüenza.
—lo siento mucho. Yo nunca quise que algo así pasara. Sé que me equivoqué, pero se lo explique todo a Zen y él me perdonó.
—¿cómo crees que algo así va a ser posible? Mi hijo no pudo haberte perdonado. Mi pobre bebé está así por tu culpa, si algo malo le llega a suceder, no te lo voy a perdonar—le advirtió la señora y pasó de largo empujándolo con su hombro. Iba en dirección a la habitación de su hijo.
—Zen, te amo...
***
Transcurrieron en total 3 horas hasta que el castaño abrió los ojos y miró a su alrededor, ahí sentada a su lado estaba su madre. Lo miraba atentamente, esperando a que despertara.
—ya despertaste, mi niño. ¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo?—preguntó la mujer con una gran preocupación y se reincorporó para tocar el rostro de su hijo.
—tranquila, mamá. Estoy bien. Ahora me siento bien—esbozó una sonrisa para tratar de tranquilizar a su pobre y angustiada madre.
—qué bueno, mi niño. Por cierto, no es por quererte fastidiar o que te sientas mal, pero ¿en serio perdonaste a Yokozawa por lo que te hizo? Digo, él te engañó quién sabe desde cuando, y tú aún estabas en coma—respondió la castaña con molestia.
—sí, lo perdoné, mamá. Espero que respetes mi decisión. Yo quiero estar con él a pesar de todo lo que haya pasado o vaya a pasar—respondió con firmeza.
—está bien. Si eso es lo que quieres, los apoyaré—respondió con resignación.
—gracias. Pero antes de que se me olvide, Takafumi no es el único culpable, pregúntale a Dan lo que pasó realmente—hablo el castaño serio.
—no te preocupes. Yuu ya me contó todo. Hablaré con tu hermano más al rato. Ahora solamente quería verte. ¿El doctor ha dicho algo más?
—pues, no en realidad. Tal vez le dijo algo a Takafumi, pero se ha de haber ido a ver a nuestro hijo. Espero que regrese más al rato, lo extraño tanto—expresó el castaño.
De pronto, la puerta fue golpeada ligeramente.
—adelante—accedió el castaño. Dicho esto, la puerta fue abierta y se dejó ver a un chico algo más bajo de estatura y de cabellos azules.
—h-hola—saludó con una sonrisa y miro a su amor.
—hola, amor. Justamente estábamos hablando de ti. Ven, pasa—expresó el castaño con una sonrisa llena de ilusión.
—¿ah, sí? ¿Cómo estás? ¿Ya no te duele la cabeza?—le preguntó con preocupación y se sentó a su lado en la cama, acariciando sus cabellos.
—en estos momentos estoy bien. Esos malestares vienen de repente, pero ahora estoy bien—esbozó una bonita sonrisa y el menor se sonrojó.
—no quisiera arruinar sus demostraciones de afecto, pero quiero saber si el doctor te ha dado nueva información sobre la condición de mi hijo—hablo Saori, interrumpiendo a los dos chicos.
—ah, sí. El doctor me comunicó  que el tumor que Zen tiene en el lado izquierdo de la cabeza es benigno, pero deben analizar el tamaño para saber si es posible que sea extirpado. Eso es todo lo que me dijo.
—bueno, al menos es benigno. Qué alivio. Entonces, como tú te vas a quedar con mi hijo, yo ya puedo irme a casa. Este día fue demasiado agotador y en estos momentos lo único que quiero hacer es dormir. Nos vemos mañana. Y tú—se dirigió a Takafumi con una mirada seria—, cuida bien a mi niño—este sólo asintió. Dicho esto, se acercó a su hijo para darle un beso en la mejilla, Zen sonrió y la mujer se fue.
Cuando ambos chicos estuvieron completamente a solas, se acercaron para darse un beso de bienvenida y después se abrazaron.
—ahora tu mamá me odia—se lamentó el pequeño peli azul aún entre los brazos del más alto.
—no digas que te odia, nadie te odia. Solamente están un poco molestos, eso es todo—le acarició la mejilla y después deposito un beso en su frente.
—tú no me odias, ¿verdad?—le preguntó al castaño, levantando la mirada.
—por supuesto que no. Sí debo decir que por un momento lo sentí, pero eso ya quedó en el pasado. Ahora estamos juntos, ¿no es así?
—sí, pero...
—pero nada. Lo más importante en estos momentos es que salga bien de la operación. Después podremos hablar bien con mis papás y luego nos casaremos. ¿Aún tienes el anillo que te di cuando te pedí matrimonio?
—sí. No me le he quitado en estos 8 años y cuando nos casemos, lo pondré encima de este—le respondió enseñándole su dedo anular donde estaba la preciosa joya.
—muy bien—esbozó una sonrisa tierna y acaricio los cabellos del menor—. Y, ¿dónde está Hiro?
—se quedó en la casa, le pedí a tu hermana que si podía cuidarlo en lo que yo venía para acá. Me dijo que sí. Es muy extraño, porque ella no me dijo nada.
—¿nada de qué?—preguntó extrañado.
—pues, algún comentario de odio hacia mí, no sé. Se me hace muy raro. Tal vez aún no le han dicho.
—no te preocupes, aunque todos estén en tu contra, yo voy a estar ahí, tomando tu mano—le expresó Zen su apoyo y lo abrazó acariciando su brazo.
—estaremos juntos y si es así, podremos enfrentar lo que sea—Zen asintió con una gran sonrisa y ambos se acurrucaron en la cama, listos para dormir.
—te aseguro que todo va a salir bien. Saldrás bien de la operación. Te prometo que cuando salgas y abras los ojos, a la primera persona a la que verás será a mí—le dijo el peli azul, acurrucándose en el pecho del castaño y abrazándolo por la cintura.
—¿lo prometes?—preguntó el castaño con un poco de temor y levantó su dedo meñique.
—te lo prometo—respondió con voz dulce, pero segura y entrelazó su meñique con el de su amado, simbolizando una promesa que ninguno de los dos debía romper.
Zen respiró hondo y comenzó a cerrar los ojos.
—te amo—murmuró el peli azul, entre cerrando los ojos.
—yo te amo a ti también—replicó, con los ojos cerrados.
Después de un rato, ambos cayeron en un sueño profundo, deseando que todo lo que pasara de ahora en adelante fueran cosas buenas.
***
A la mañana siguiente, el primero en despertar fue el castaño, su cabeza dolía, pero era soportable y sentía el estómago un poco revuelto. Esos síntomas ya se le estaban haciendo costumbre desde muy temprano, pero esperaba que pronto pasaran. Después de algunos minutos de estar lidiando con ellos, se levanto y camino hacia el baño. Devolvió lo poco que había comido el día anterior. Se mantuvo de rodillas cubriendo su rostro cuando su cabeza comenzó a doler con más intensidad.
—ya no lo soporto—murmuró con sus últimas fuerzas y se dejó caer al suelo.
Takafumi reaccionó al escuchar un fuerte golpe proveniente del baño. Se preocupó al ver que su amado no estaba a su lado. Corrió hacia dicho cuarto y encontró a su amor tirado en el suelo, no convulsionaba, solamente estaba desmayado.
—¡Zen, Zen! ¡Doctor!—exclamó con preocupación y salió de la habitación para pedirle al médico que se acercara.
El hombre se acercó y junto con él algunos enfermeros, colocaron al castaño de nuevo en la cama y el doctor comenzó con la inspección.
Takafumi lo miraba todo de lejos, con sus manos cubriendo su boca y los ojos repletos de lágrimas.
—por favor, que todo esté bien—suplico el pequeño peli azul juntando sus manos como si estuviera orando.
Después de inspeccionar al castaño, el doctor se acercó al chico con una mirada seria.
—antes que nada, buenos días. Acabo de revisar a Zen y todo en él está bien, sólo fue un pequeño desmayo. Con respecto a su situación, es posible operar para extirpar el tumor. Para ello vamos necesitar por lo menos tres donadores de sangre, en caso de que haya alguna complicación durante la cirugía. ¿Hay alguien aparte de ti aquí en el hospital?—cuestionó el hombre.
—en estos momentos sólo estoy yo, pero le avisaré a su familia. Gracias—respondió el chico con una sonrisa un poco forzada.
El doctor asintió y dicho esto, se retiró de la habitación.
Takafumi se acercó a su amado y se sentó a su lado, estaba consciente, pero no habló. No tenía fuerzas para hacer nada.
—hola, mi amor. ¿Sabes algo? Hoy te van a operar. Por fin van a quitarte eso que tanto daño te hace. Vamos a poder salir a jugar con nuestro hijo, podremos hacer tantas cosas los tres juntos. Por favor, no te rindas ahora. Todo va a estar bien. Te prometí que cuando salieras de la operación y abrieras los ojos, me verías a mí y así será—hablo con una voz dulce y sin poderlo evitar, sus ojos comenzaron a derramar lágrimas.
Zen lo miró con los ojos un poco entre cerrados y esbozó una pequeña sonrisa. Takafumi correspondió y le acarició la mejilla.
—escucha... Si no logro salir de esta... Prométeme que cuidarás bien de Hiro,  prométeme que siempre estarás con él y no lo dejarás desamparado, ¿me lo prometes?—preguntó el castaño asustado. Tenía miedo de no volver a abrir los ojos jamás.
—¿q-qué dices? Tú vas a estar bien. Vas a sobrevivir. No vuelvas a decir algo como eso.
—pero...
—ya, ya, no gastes tus energías. Mejor descansa. Yo voy a estar aquí—acarició su mejilla y le dio un beso en la frente. Zen asintió y poco a poco comenzó a cerrar los ojos.
Cuando su amor ya se encontraba en un sueño profundo, se levantó de su sitio y salió de la habitación. Tal vez alguien de la familia había ido a verlo. Caminó hacia el pasillo y ahí encontró a Yuu, estaba sentado en una silla y leía un libro. Se acercó un poco a él y le hablo.
—hola—murmuró con voz tímida.
El castaño cerró su libro y miro a su «cuñado». Estaba serio, pero no lo miraba con odio. ¿Por qué?
—hola. ¿Cómo esta mi hermano?—preguntó el castaño en un tono hasta cierto punto calmado, pero su semblante era serio.
—él está bien. Más al rato van a operarlo. El doctor me dijo que necesitaría como mínimo tres personas como donadores de sangre.
—yo puedo ser donador. Le diré a Chihiro que venga, ella también es compatible. Pero nos hace falta uno más—expresó Yuu con preocupación.
—yo también voy a donar, soy compatible con Zen—respondió el peli azul.
—qué bueno. Empezaba a preocuparme. Y ahora, ¿dónde está?
—está en su habitación. Le dije que durmiera un poco, tiene que ahorrar energías.
—iré a verlo, con permiso—se disculpó el castaño y caminó hacia la habitación de su hermano.
En lo que esperaba, cierto castaño se acercó a él de manera sorpresiva, arrancándole un gran susto.
—¿me extrañaste?—le murmuró Dan al oído, logrando sobresaltarlo, este se alejó rápidamente y se tocó el pecho.
—n-no me murmures al oído. ¿Qué te ocurre?—le reclamó, aún con su corazón latiendo a mil por hora.
—no respondiste mi pregunta—cambio su semblante a uno serio.
—deja de decir tonterías. Yo ya no tengo nada que ver contigo. Estoy con Zen y lo amo, es el único hombre al que amo—respondió con firmeza.
—JA—soltó una sonora carcajada y después lo miró con la cara seria—. No creas que puedes engañarme. Tú sientes algo por mí, al igual que yo por ti. Vamos, no me rechaces.
—yo no siento nada por ti más que odio. Por tu culpa casi pierdo al amor de mi vida. Tú solamente fuiste un momento de liviandad, de pasión, pero jamás sentiré algo por ti. Quise llenar ese hueco que había  en mi corazón por la ausencia de Zen, pero nada más. Tú no significas nada para mí—respondió con tono frío y sin ninguna expresión en el rostro.
—¿en serio no significo nada de lo que hicimos hace pocos meses? ¿En verdad no te importo ni un poco?—entristeció al oír al otro decir esas palabras con tanta sequedad y sin inmutarse.
—no creas que con esa cara de: «no rompo ni un plato», harás que cambie de opinión. Eres una persona egoísta y envidiosa. Tienes envidia de Zen, sabes que él es mejor que tú en cualquier cosa que haga. Yo creo que tú no me amas como dices, solamente lo haces por envidia, porque quieres tener lo mismo que él, pero no lo vas a conseguir. Yo amo a Zen y siempre lo amaré—afirmó.
—tú no sabes nada. No hables de esa manera tan arrogante y soberbia. Te ves demasiado seguro de que él va a sobrevivir a la operación, hay que ser realistas. ¿Por qué no mejor te das por vencido?—hablo en tono burlón.
—jamás vuelvas a decir algo como eso—le ordenó el castaño menor y se aproximó a su hermano para darle una bofetada.
—¿Yuu?—preguntó el peli azul  impresionado. Él planeaba hacer lo mismo, pero el pequeño castaño se le adelantó.
—no entiendo cómo es que puedes hablar de esa manera, no entiendo por qué tanto odio hacia Zen, él nunca te ha hecho nada malo como para que te expreses de esa forma de él.
—él siempre ha acaparado toda la atención de nuestros padres. Aunque yo soy el hijo mayor, siempre me decían, «has esto, has el otro» «¿por qué no eres como Zen?» «¿por qué no estudias lo mismo que él». Siempre prefiriéndolo a él. Según ellos, es el hijo perfecto, alguien atractivo, inteligente. Diciéndome a mí que tengo que ser como él. Y por eso, quiero tener lo que él tiene.
—eso no es justificación para lo que acabas de decir. Dijiste que quieres que él muera—respondió con molestia.
—yo no quiero que muera. Solamente estoy viendo la realidad. Su condición es muy delicada y toda operación implica ciertos riesgos.
—eso es verdad, pero todos sabemos que él va a estar bien y saldrá bien librado de esta—expresó Takafumi.
—Zen va a estar bien, debemos tener fe y confiar—replicó el castaño menor.
—como sea—respondió Dan con indiferencia y salió de ahí con la cabeza agachada.
Cuando el hermano mayor se fue, los dos chicos se miraron, uno con seriedad y el otro con nerviosismo.
—¿en verdad amas a mi hermano?—interrogó el castaño.
—sí. Lo amo con todo mi corazón y mi alma. Es un amor que nunca va a desaparecer. Lo que sucedió entre Dan y yo fue un error. Me arrepiento de eso, pero te aseguro que lo que siento por Zen es amor—explicó el azabache con nervios.
—bueno, supongo que te creeré. Mi mamá ya me explicó todo lo que habló con Zen ayer, me dijo que te había perdonado y que a pesar de lo que hayas hecho, aún quería estar contigo. Así que, solamente me queda apoyarte—expresó y esbozó una sonrisa.
—¿en serio? Gracias—brincó un poco de alegría e iba a acercarse a abrazar al castaño, pero inmediatamente se retractó. No podía tomarse tal atrevimiento.
Yuu sonrió por el movimiento repentino del peli azul y para cortar aquella atmósfera incómoda, estiró  sus brazos y esbozó otra sonrisa. Takafumi correspondió y se aproximó a él para devolverle el abrazo.
—gracias por aceptarme de nuevo. Prometo que esta vez no les fallaré—aseguró el peli azul.
—a mí no me prometas nada. Prométetelo a ti y a mi hermano. Sean felices y cumplan con todos esos planes y sueños que tienen en mente. Realicen todo aquello que hay en sus corazones, pero sobre todo, sean felices. Ambos han sufrido demasiado por la ausencia del otro, no dejes que nada ni nadie los vuelva a separar nunca—Takafumi se separó un momento para mirarlo a los ojos, empañados un poco por las lágrimas y asintió, para después volver a abrazarlo.
Continuará...

SufrimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora