Capítulo II. ¿Realmente todo está solucionado?

456 17 5
                                    

—Takafumi, amor. ¿Estás bien?—preguntó Zen del otro lado de la puerta de la habitación del peli azul.
—sí, sí. Estoy bien. Solamente me duele un poco la cabeza, pero se me va a pasar pronto—hablo el peli azul tratando de no sonar nervioso.
—está bien. Cualquier cosa, llámame—dijo el castaño antes de retirarse.
—¿qué se supone que voy a hacer?  No puedo seguir engañándolo de esta manera—hablo Takafumi para sí mismo.
De pronto, la puerta de la habitación fue abierta, dejando al descubierto al mayor de todos los hermanos.
—¿qué estás haciendo aquí? En estos momentos no quiero ver a nadie—hablo Yokozawa en tono despectivo.
—¿qué forma de hablarme es esa? ¿Cuándo les vas a decir a todos sobre lo nuestro?—replicó el castaño en tono serio.
—¿de qué hablas? Nosotros dos no tenemos nada. Lo que pasó fue un error—le respondió sin mirarlo a los ojos.
—¿en serio? A mí me pareció que lo decías en serio una y otra vez. Cada vez que nos besábamos o nos acariciábamos, me decías que me amabas. ¿Por qué ahora vienes a decirme que todo fue un error?
Yokozawa tuvo que quedarse callado, sabía que lo había hecho con Dan en múltiples ocasiones y por lo mismo no tenía un argumento con el cual contraatacar.
—deberías de decirle a Zen todo lo que hemos estado haciendo durante estos últimos días—hablo el castaño.
—no, no lo haré.
—¿o prefieres que se lo diga yo?
—no, no se lo digas. Si él se entera, me odiará, todos van a odiarme—respondió con miedo en la voz.
—tienes que decírselo. No puedes mantenerlo engañado toda la vida. ¿Así es cómo planeas casarte con él? ¿Sabiendo que te metiste con su hermano?
—se lo diré, pero cuando sea el momento. En estos momentos no me siento preparado como para confesarle algo así. Se acaba de recuperar de un coma. No quiero que nada le pase. Prometo que se lo voy a decir, pero ahora no.
—de acuerdo. No te voy a presionar más con eso. Por el momento, me retiro, pero quiero que nos veamos mañana en la tarde, ¿está bien?—Yokozawa sólo asintió. Se levanto de la cama, no sin antes acercarse un poco al azabache y rozar sus labios con los suyos. Yokozawa desvió la mirada y se sonrojó. Dan sonrío con satisfacción y después salió de la habitación.
***
2 meses después...
Narra Zen
¿Dos meses han pasado tan rápido? En serio que no me lo creo. Este año se está yendo como agua.
Desde hace dos meses que desperté del coma después de 8 años. En estos momentos tengo 33 años y me siento más joven que nunca. Estoy con mi novio Takafumi y juntos criamos a nuestro pequeño Hiro. Amo tanto a mi familia que, no sé qué sería de mí si me los arrebataran.
Aunque, ahora que lo pienso, Takafumi  ha estado actuando un tanto extraño. Casi nunca está en la casa y cuando está, se le ve preocupado o ansioso. Le he preguntado muchas veces si le ocurre algo, pero siempre me responde que todo está perfectamente. Prefiero no indagar más en el asunto, total, si necesita contarme algo, aquí estaré yo para escucharlo.
***
—¿por qué insistes tanto en que se lo diga a Zen? Si se lo digo, lo más seguro es que termine conmigo—murmuró el peli azul cuando estaba recostado con el castaño a un lado suyo.
—no puedes seguir ocultando lo que sientes por mí. Además, no es justo que engañes de esa manera a mi hermano. Está bien que me ames, pero debes decirle la verdad—hablo el castaño con seguridad y abrazo más fuerte al peli azul.
—sí, pero...
En esos momentos, sin previo aviso entró a la habitación un chico castaño, de mirada amielada. Su rostro reflejaba sorpresa, dolor, enojo, tristeza. Se quedó de pie en el umbral de la puerta, solamente observando a los dos amantes, veía los rostros de ambos al acariciarse o besarse.
—¿Zen?—cuestionó el menor de todos al verlo ahí, parado en la puerta.
El mencionado no dijo nada y simplemente se dio la vuelta para después salir, cerrando la puerta tras de sí.
—no, no, no, no... Zen nos vio. ¿Qué vamos a hacer? Estoy frito—respondió el peli azul con histeria mientras se acomodaba la ropa para salir a hablar las cosas con su pareja.
Salió de la habitación sin percatarse de que Dan venía justo detrás de él. Bajó las escaleras con nerviosismo y caminó hacia la sala, donde encontró al castaño sentado, recargando su rostro sobre sus manos.
—¿Zen?—preguntó temeroso. El mencionado levantó la cara y lo miró, era una mirada llena de odio y resentimiento. Takafumi se sorprendió con aquella mirada, nunca lo había visto de esa manera.
—¿qué quieres? Déjame en paz—le ordenó, bajando de nuevo la mirada.
—no, no, déjame explicarte...
—¿qué me vas a explicar? ¿Que me engañas con mi hermano? No te preocupes, ya me enteré, por desgracia me acabo de enterar.
—Zen... Yo...
—¡maldita sea! ¡No hables!—exclamó levantándose de su asiento y encarando al peli azul, quien se hizo unos pasos hacia atrás cuando el castaño se acercó a él peligrosamente.
—lo siento—murmuró el más bajo con la cabeza agachada.
—¿y de qué sirven tus disculpas? No van a sanar la herida que me acabas de hacer. No te lo voy a perdonar.
—no, no era mi intención. Y-yo...
—no quiero oír tus malditas excusas. Tú y yo terminamos—replicó el castaño con frialdad.
El peli azul se quedó callado ante sus palabras.
—veo que no te arrepientes de nada. No me has dicho que todo fue un malentendido o que quieres que nuestra relación no termine. En su lugar, te quedas callado. Veo que eres muy feliz al lado de mi querido hermano. No te preocupes, puedes ser feliz con él por el resto de tu vida.
—yo quiero a tu hermano. Desde hace tres meses que nos veíamos a escondidas y... Creo que me enamoré de él. Lo siento—suspiró el peli azul y agachó la mirada, no tenía el valor para ver al castaño a los ojos.
—entonces vete. Lárgate de aquí. No quiero volver a verte en mi vida—exclamó el castaño con odio en su mirada.
—está bien. Me voy a ir, pero me voy a llevar a Hiro, él es mi hijo—respondió con seriedad.
—puedes a hacer lo que se te dé la gana. Ya no me importa nada que tenga que ver contigo. Puedes irte y llevarte a quien quieras—respondió sin dejar su semblante serio.
—¿estás seguro? Ya no vas a volver a Hiro, él es solamente mi hijo—advirtió.
—ya te dije que no me importa. No tengo ningún apego a tu hijo. Poco me va a importar si él se queda o no.
—muy bien—respondió y desapareció de la sala.
Inmediatamente después de que Takafumi se fue, Zen se sentó en el sillón. Un horrible dolor de cabeza lo había invadido y se llevó las manos a la cara, cerró los ojos y respiro hondo. Su cabeza pulsaba como si le estuvieran clavando miles de agujas.
—¿Zen?—preguntó su hermano menor, Yuu. Acababa de llegar a la casa y se acercó a él rápidamente.
—hola, ¿qué pasó?—preguntó Zen cuando se vio un poco repuesto.
—¿te encuentras bien, hermanito? Te veo demasiado pálido. ¿Te duele algo?
—estoy bien. Solamente es un dolor de cabeza—respondió el castaño, pero cuando iba a levantarse de su lugar, tuvo que agacharse debido a que comenzó a vomitar de una manera descontrolada, su cuerpo temblaba y comenzó a sufrir convulsiones.
—¡Zen, Zen! ¡Ayuda, por favor!—suplico el menor de los hermanos, acercándose a su hermano y colocándolo boca arriba.
—¿qué pasa? ¿Por qué tanto alboroto...? ¡Zen!—exclamó el peli azul asustado al ver el estado del castaño. Su cuerpo no paraba de convulsionar y de sus labios escurría un poco del líquido estomacal.
—¡rápido, Takafumi! ¡Llama a una ambulancia!—le pidió el castaño al peli azul. Este se encontraba un poco aturdido, pero obedeció la orden.
La ambulancia tardo unos pocos minutos en llegar y atendieron rápidamente al castaño mayor, quien hace poco había dejado de convulsionar, pero se encontraba inconsciente.
Lo trasladaron inmediatamente al hospital, donde lo internaron.
—no puede ser. Todo esto es mi culpa—es culpo el peli azul, quien iba acompañado de Dan y Yuu.
—¿por qué dices que es tu culpa? ¿Pasó algo?—preguntó el castaño menor con preocupación.
—eh, bueno...
—Takafumi y yo estamos saliendo. Zen nos vio y por eso se puso así—respondió Dan sin siquiera inmutarse.
—¿qué? Pero Zen es el novio de Takafumi. ¿Cómo demonios es que vienes a decirme que ustedes dos están saliendo? O sea, en pocas palabras, son amantes—afirmó Yuu con una mirada fría, dirigida a ambos traidores.
—así es, pero pronto vamos a ser pareja oficial—anunció el mayor de los hermanos.
—¿estás hablando en serio? Ni siquiera porque mi hermano está mal, dejas de decir estupideces. Eres de lo peor. Ambos me dan asco—hablo con una voz llena de odio hacia ambos y giró su cabeza para no tener que verlos.
—Yuu...
El mencionado no giró la cabeza, ni lo miró ni le dirigió la palabra.
—escúchame muy bien, si algo le llega a suceder a mi hermano por tu culpa, no te lo voy a perdonar jamás, ¿me escuchaste? ¡Jamás!
Takafumi solamente agachó la mirada y se abrazó al castaño mayor para que este lo atrajera hacia su cuerpo y pasará su brazo alrededor de sus hombros.
—¡malditos sinvergüenzas!—exclamó Yuu enfurecido y se levantó de su asiento para alejarse de esos dos.
Después de unos cuantos minutos, el doctor que había atendido a Zen la primera vez salió, pero su semblante lo decía todo. Algo no estaba bien, para nada bien.
—buenas noches a todos. Quiero notificarles el estado de salud del joven Kirishima—anunció el hombre de alrededor de 40 años.
—¿cómo está mi hermano?—preguntó el castaño menor, evadiendo por completo a los otros dos.
—tengo que decirles en primer lugar que, su salud decayó completamente y sus signos vitales son demasiado bajos—explicó el médico.
—pero ¿qué es lo que tiene? ¿Por qué fue que se puso así? Cuando salió del hospital estaba bien—expresó el menor con preocupación.
—bueno, casi siempre pasa después de haber sufrido alguna lesión de gravedad en la cabeza. Al parecer, se detectó una protuberancia en la parte izquierda de su cerebro, tenemos que hacerle más estudios para saber con exactitud lo que es, pero lo más seguro es que sea un tumor—explicó de nuevo el hombre.
—¿t-tumor?—preguntó el peli azul  asustado.
—así es. Aunque el haya despertado del coma aparentemente bien, en realidad puede ser que el tumor ya existía, pero más pequeño, por eso los síntomas no habían aparecido aún.
—¿es grave? ¿Va a quedar en coma de nuevo?—preguntó Yokozawa.
—debemos hacer más pruebas para asegurarnos de que no sea un tumor maligno, si es así, lo más probable es que se desarrolle cáncer, pero si es benigno, debemos analizar su tamaño para ver si se puede extirpar.
—¿puedo pasar a verlo?—le preguntó Yuu al doctor.
—claro que sí. Creo que en estos momentos está consciente, así que no lo alteres demasiado—le indicó el médico al castaño. Este ni siquiera se giró para decirle algo a los dos que se encontraban detrás de él. Solamente se alejó junto con el doctor.
Caminaron hacia la habitación y antes de entrar, le pidió que se pusiera una bata y un cubre bocas, Yuu obedeció y después entró a la habitación. Al hacer esa acción, se topó con la mirada de su hermano, lo miraba con una sonrisa un poco forzada y los ojos entre cerrados. 
—¿cómo estás ahora?—le preguntó Yuu a su hermano, se sentó a su lado y tomó su mano delicadamente.
—estoy bien. No sé por qué se preocupan tanto, yo estoy bien. Deberíamos irnos de aquí—respondió el castaño mayor un poco adormilado.
—estás aquí para que te curen. Estás un poco mal de la cabeza y por eso deben repararte.
—me estás hablando como si le hablarás a un niño de primaria, sé lo que me pasa, pero no quiero estar aquí.
—lo sé, hermano. Pero si no te curan, no podrás sanarte. Tienes que estar bien.
—no me importa si me muero. Solamente quisiera verle la cara a Yokozawa si yo llegara a morir, no le importaría en absoluto si yo ya no existo—respondido con indiferencia.
—deja de decir esas tonterías. No pienses más en eso. No merece la pena que lo menciones—le respondió con la misma indiferencia.
—no puedo creer que haya hecho algo como eso. Mientras yo estaba aquí, postrado en una cama, él andaba por ahí, revolcándose con mi propio hermano. Me da tanto coraje pensar en eso. No quiero tener nada que ver con él. A partir de ahora, no quiero que lo vuelvas a mencionar, ¿de acuerdo? Él está muerto para mí—replicó con una voz llena de odio.
—como tú quieras. Si consideras que eso es lo mejor para ti, lo haré. Pero ¿qué va a pasar con Hiro? —preguntó el castaño menor con un poco de preocupación.
—no quiero tener nada que ver con alguien relacionado a él.
—pero, es tu hijo. Él no tiene la culpa de los errores de su madre—argumento el menor.
—no me importa—respondió con desprecio.
—vas a destrozar al niño. Hiro no tiene la culpa. Solamente quiere estar con su papá.
—¿acaso mi dolor no importa? Soy el que más ha sufrido. Yo nunca mande a nadie para que me tiraran desde un tercer piso, tampoco le pedí a alguien que me dejara en coma. Perdí 8 años de mi vida, postrado en una maldita cama. Ahora que estoy despierto, lo único que quiero es poder ser feliz y ni eso puedo hacer. En estos momentos tengo un tumor en la cabeza y no sé si voy a sobrevivir para contarlo, y resulta que un niño que apenas tiene 8 años, ¿sufre más que yo?—explicó el castaño mayor con enojo y miedo en los ojos.
—por favor, no hables así de tu propio hijo. Y tampoco digas que no sabes si vas a sobrevivir, claro que vas a sobrevivir y seguirás adelante. Tú eres muy fuerte y lograrás salir de esta. Sabes que tienes mi apoyo y también el de nuestros padres.
—gracias—respondió serio.
Yuu esbozó una sonrisa un poco torcida al verlo tan serio de repente. El doctor le había comentado que ese era otro síntoma frecuente en esos casos, así que no se inmutó.
—ya me tengo que ir. Quede de verme con mi novio. Nos vemos al rato—se acercó a su hermano y le besó la frente.
—nos vemos. Por cierto, si alguien viene, dile que no quiero ver a nadie. Menos a él—respondió con la mirada seria.
—está bien. Se los diré—se despidió y salió de la habitación.
Al estar en el pasillo, se topó con dos desagradables personas.
—¿cómo está Zen? ¿Está consciente?—cuestionó el peli azul.
—está consciente. Pero no te hagas ilusiones, mi hermano no quiere verte ni tampoco quiere tener nada que ver contigo. No quiere que nadie más entre a la habitación. Ahora, si me disculpan, par de traidores. Tengo que irme—respondió con una mirada llena de odio hacia ambos y después salió del hospital.
—tengo que ver a Zen. Debo explicarle todo. Debemos arreglar las cosas. No quiero que lo nuestro termine—explicó el peli azul y caminó hacia la habitación del castaño.
Se posicionó frente a la puerta y puso su mano en la perilla, la giro lentamente y después entró.
Zen estaba recostado en la camilla y tenía los ojos cerrados.
—¿qué ocurre, Yuu? ¿Se te olvido darme mi beso de las buenas noches?—preguntó en tono burlón.
—...
Takafumi se quedó callado unos momentos hasta que decidió por fin, mover la boca.
—n-no soy Yuu—respondió avergonzado.
El castaño abrió los ojos inmediatamente y le dedico una mirada fría y llena de odio.
—¿qué demonios haces aquí? Le dije a Yuu que no quería que nadie más viniera, mucho menos tú. Lárgate de aquí ahora mismo.
—no—respondió con firmeza.
—en serio no quiero hablar contigo. En estos momentos siento como si mi pobre cabeza me fuera a explotar, por favor vete—le suplico.
—no quiero irme, no sin hablar antes.
—¡¿qué parte no entiendes de que quiero que te largues!?—exclamó sintiendo su cabeza palpitar.
—no te exaltes. No te hará bien.
—si no hubieras venido a perturbar mi paz, tal vez no estaría exaltado—le reprochó.
—por favor, escúchame. Si después de que hablemos, aún quieres que me vaya, me iré, te lo prometo—le suplico.
—no sé qué es lo que quieres decirme. Lo que tenía que ver ya lo vi, estás con mi hermano y tú me dices que estás enamorado de él. ¿Qué es lo que quieres aclarar? ¿Vienes a pedirme que sea el padrino de tu boda?—le preguntó de manera burlona.
—claro que no. Vengo a disculparme. Sé que la manera en la que sucedieron las cosas no era la correcta. Yo quería decírtelo todo de frente para que lograras comprenderlo. Pero no fue así—se lamentó el peli azul.
—ya lo entendí todo. ¿Te puedes ir ya? En serio mi cabeza me duele mucho—murmuró sintiendo miles de agujas clavándose en su cabeza. Se tapó la cara con las manos y respiro hondo.
—¿quieres que llame al doctor?—preguntó preocupado.
—no quiero que lo llames, quiero que te vayas—respondió, recuperándose un poco.
—lamento mucho todo lo que sucedió, pero entiéndeme, yo estaba asustado, preocupado. No sabía cómo decirle a mi hijo todo lo que pasaba. Yo también estaba preocupado, tenía la certeza de que ibas a despertar, pero simplemente no sabía cuando iba a pasar—respondió con la mirada agachada.
—y decidiste meterte con mi hermano. Estabas preocupado por mí, pero te metiste con él. Me engañaste mientras yo aún dormía—le reclamó, pero trato de no exaltarse, no quería volver a tener dolor de cabeza.
—lo siento—se disculpó el peli azul y agachó más la mirada.
—cuida bien a tu hijo y desaparece de mi vida—le indicó.
—¿en serio quieres que me vaya? Si me voy, me llevaré a Hiro y no volverás a verlo—respondió serio.
—¿me estás amenazando? ¿Acaso estás utilizando a tu propio hijo para chantajearme? Sí que eres de lo peor. Ya vete, me cansé de escucharte.
—tú no entiendes para nada mi dolor. No sabes lo angustiado que estaba cada año que se terminaba y tú no dabas señales de despertar. Me preocupaba cada vez que mi hijo preguntaba por su papá y yo tenía que decirle que dormías, pero que pronto despertarías. No quieras echarme a mí toda la culpa—le reclamó.
—entonces, ¿quieres decir que todo es mi culpa? Yo no tuve la culpa de que me arrojaran del tercer piso, me secuestraron, ¿sabes? Y fue una experiencia horrible, es algo que aún recuerdo y lo sueño casi todo el tiempo. Yo tampoco tuve la culpa de haber quedado en coma por 8 años, no supe lo que pasó en ese lapso, ni tampoco supe si alguien me vino a visitar, si me extrañaban o me recordaban. Ese día, hace 2 meses, cuando desperté, la primera persona que se me vino a la mente fuiste tú. Pensé que solamente habían sido unos cuantos días, incluso meses. Pero cuando el doctor me dijo que habían sido 8 años, me desmoroné por un momento, creí que toda mi vida se había ido por la borda y que ya nadie me querría ni se acordaría de mí. Ahora, sé que tengo problemas en mi cabeza y heridas físicas, me duele la cabeza, pero también me duele el corazón. Mi vida se ha ido como agua, no sé si vaya a salir bien de la operación, ni siquiera sé si voy a sobrevivir. Solamente me queda dejarte ir, que seas feliz con quien tú quieras, si es mi hermano está bien. Deseo que seas feliz. Mi felicidad me ha sido arrebatada de las manos de una manera muy cruel, pero la tuya está ahí, ve por ella—le incitó, con una sonrisa en los labios un poco torcida y sus ojos estaban llenos de lágrimas.
Takafumi no pudo soportarlo más y se sentó frente a él en la camilla, se acercó y lo abrazó. Sus ojos también derramaban lágrimas y su corazón dolía, ahora entendía todo. Su amor por el castaño jamás se había esfumado, aún seguía ahí, en su corazón. Lo que sintió por Dan momentáneamente, sólo fue un momento de pasión desenfrenada, de lujuria, de deseo. Solamente fue para llenar el hueco que había en su corazón. Jamás tuvo sentimientos románticos hacia Dan. Al único al que amaba era a Zen.
—Zen, yo... Yo te amo, aún lo hago—susurró, aún abrazándolo.
—¿en serio? ¿Desde cuándo llevabas engañándome?
—desde hace tres meses. Lo siento, lo siento mucho. Yo solamente quería llenar ese hueco que había en mi corazón, quería sentirme feliz otra vez—argumento el peli azul.
—está bien, creo que está bien. Estabas perdiendo las esperanzas y querías encontrar a alguien con quien ser feliz. Lo entiendo. No quiero mantenerte atado a un enfermo como yo, así que puedes ir con Dan y ser feliz como lo mereces. Si quieres, tienes mi bendición—respondió en tono burlón.
—no digas tonterías. Yo no quiero estar con nadie más. Tú eres mi felicidad. Si tú quieres podríamos... No sé... Ser felices—murmuró avergonzado.
—¿en serio quieres esto? ¿Quieres estar conmigo?—Takafumi asintió mirándolo directamente a los ojos—. Ven—estiro sus brazos para que el otro se acercara y lo envolvió en un abrazo lleno de calidez y amor. Ambos se recostaron un poco en la cama sin dejar de abrazarse.
—¿Zen?—hablo el peli azul, levantando un poco su mirada.
—¿sí?—preguntó en tono dulce.
—todo va a estar bien. Vas a salir bien de la operación. Yo voy a estar aquí para apoyarte, pase lo que pase, ¿de acuerdo?
—de acuerdo—suspiró, antes de dejarse llevar por el sueño, envolvió más al menor entre sus brazos y ambos cayeron rendidos.
Continuará...

SufrimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora