Después de conversar con Betty, Aria había vuelto a su usual tono de voz, uno mucho más alegre y colorido, por lo que me era evidente que a esta no le agradaba Betty.
Manteniendo las mismas posiciones de antes —ella sentadas en una cama y nosotras en otra—, comenzó a hablar Aria nuevamente:
— Edith, ¿nos podrías decir tu relación con Annette?
— En realidad —contestaba la pelirroja—, no la conocía muy bien. Solo sabía de ella gracias a Betty, aunque si de Lys se trata, esa ya es otra historia. Lys me solía ayudar en clase cuando no entendía algo, incluso fue la primera en hablar conmigo cuando llegué aquí sin conocer a nadie. No era precisamente mi amiga, porque ella solía pasar mucho más tiempo con Annette y Betty, pero sí la apreciaba muchísimo.
— Humm, parece que Annette no era muy amigable, ¿no?
— Ahora que lo mencionas, Mikaela —continúa Edith—, dentro de las pocas veces que venías a clases, siempre te veía hablando con Annette. ¿No era acaso tu amiga?
— ¿Annette? ¡Para nada! —contestó Aria, sorprendida ante la pregunta—. A decir verdad, Annette siempre tuvo una pequeña rivalidad conmigo.
— Es cierto —añadía Betty—. Annette siempre fue muy inteligente, de hecho, ella era quien estaba en el segundo lugar de las mejores calificaciones. Por supuesto, Mikaela era la primera. Aunque Annette nunca fue muy habladora con respecto a las charlas que sostenía contigo.
— No la culpo, porque al final siempre me preguntaba sobre cosas aburridas, como la forma en la que estudiaba, por qué estudiaba, cuáles eran mis aspiraciones y esas basuras. Aunque me gustaba hablar con ella porque... Olvídenlo, Supongo que me agradaba. Será un poco solitario ahora que no está.
— Pero, Mikaela, podemos ser amig...
— ¡Entonces, Edith! ¿Podrías describirme lo hechos del lunes, cuando entraron al dormitorio de Annette? —dijo Aria, evitando que Betty pudiese terminar su propuesta.
— Sí, lo qué pasó fue...
La muchacha nos narró la misma historia que Betty, pero solo desde una perspectiva diferente, donde al final no existieron incongruencias. Aunque hubo algo que llamó la atención de Aria.
— Entonces, ¿dices que ustedes dos son compañeras de habitación?
— Así es —contestaba Edith—. Por eso estaba por ahí cerca, aunque en el caso de Betty es diferente. Pero, sí. Nuestra habitación está a solo unos pocos metros de la de Annette.
Los verdosos ojos de Aria miraron con furia a Betty, ya que estaba claro que la muchacha había omitido esa información.
— No tiene caso lamentarse —concluyó Mikaela con resignación, volviendo su mirada hacia la pelirroja—. De todas formas, Edith, ¿notaste o viste algo raro el lunes por la noche? Al final, sus dormitorios están muy cerca.
— Déjame ver, pues... —se detiene a pensar por un momento—. No, nada en particular, al menos no el lunes.
— ¿Qué quieres decir?
— Verás, Mikaela, por lo general tengo el sueño muy ligero, así que me despierto apenas oigo cualquier cosa fuera de lo común. Fue el viernes a eso de la madrugada cuando... No, ya era sábado, porque miré el reloj en mi cómoda y era la una con diez minutos cuando sucedió, pero da igual la hora. El punto es que oí como alguien daba un fuerte portazo, para luego cerrar con llave.
— ¿Un portazo? ¿Eso es todo?
— Sí, después de eso la persona simplemente se fue.
— ¿Piensas que fue en el dormitorio de Annette?
— No hay ninguna duda, mis oídos nunca me fallan.
— ¿Y tienes alguna idea de quien pudo haber sido?
— Diría que Annette, ¿no? Al final ella debería tener la llave de su dormitorio, ¿no? Tampoco es como si tuviese compañera de cuarto.
— Tú lo dijiste, «debería» tenerla. Pero, por favor, continúa.
— Unas pocas horas después, a eso de las tres con cincuenta, el sonido de la puerta al golpearse me volvió a despertar. Había decidido no darle importancia, por lo que me habría dormido de inmediato si no hubiese sido por el sonido de la ventana que oí abrirse, ya que de cierta forma lo encontré extraño.
— ¿La ventana? —pregunté.
— Sí. Me daba igual lo que hiciera Annette, por lo que intenté conciliar el sueño, pero fue ese extraño sonido de la ventana al abrirse lo que me hizo difícil el dormir. Quiero decir, ¿por qué alguien abriría su ventana a las cuatro de la mañana con el frío atroz que había afuera? Después de eso, pasaron cerca de 4 minutos hasta que al final vino el sonido más raro de todos: la persona que estaba dentro de la habitación, que asumo que era Annette, lanzó algo muy pesado por la ventana. Lo recuerdo bien, porque el sonido de este «algo» azotando contra el suelo mantuvo a mi mente muy intrigada e inquieta, quizá sea algo paranoica. Al final, cerraron la ventana y salieron del dormitorio. Eso es todo.
— Espera. Piensa un poco más, ¿esa persona solo salió y ya? ¿Qué hay de la puerta? ¿Qué hay de sus zapatos? ¿Qué hay de su voz? Cualquier cosa puede servir.
— Bueno, ahora que lo mencionas, sí cerró la puerta con llave, pero sus zapatos... No recuerdo nada que sea relevante, solo que sonaban pesados.
— ¿Pesados en qué sentido?
— Humm, como si el sonido que hiciesen fuese un tanto más intenso que antes. Como si se marcasen más al moverse.
— Interresante
— En cuanto a su voz... La verdad es que no dijo nada, así que no podría...
— ¡No te preocupes, lo que me has dicho vale oro!
— ¿De verdad? –le pregunté.
— Pippa, ¿acaso no te das cuenta? ¡De todas formas, debemos continuar con los interrogatorios!
— ¡Ah, por cierto! —dijo Betty—. Si van a ver a Meli, ella suele frecuentar el décimo invernadero a esta hora.
Aria salió del dormitorio sin ni siquiera despedirse de Betty o Edith y comenzó a caminar en dirección a los invernaderos. Por supuesto, me disculpé justificando su actuar para luego seguirla.
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La Aprendiz
Mystery / Thriller«No sé quién soy, ni dónde estoy», me dije a mí misma al recuperar la conciencia, porque lo último que recordaba era haber estado arrastrando una maleta por la playa con un cuerpo en su interior. Pero fue gracias a ella que ahora puedo contar mi his...