Algo que Jinx disfrutaba, incluso mucho más que disparar en sus videojuegos, era mirar el bello rostro de Luxanna Crownguard. Su compañera de clases y... Mejor amiga.
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Sentada en su asiento correspondiente, la joven rubia escribía lo que un profesor les dictaba. Algo cansada, ya que llevaba más de dos hojas llenas de letras y aquel viejo canoso no daba señal alguna de querer detenerse. «Se emocionó mucho. » Pensó rodando sus ojos azules.
Inesperadamente su lapicero rojo se quedó sin tinta, y no aceptando el hecho, Lux probó rayando su hoja una y otra vez a ver si funcionaba, pero no lo hacía. Vaya suerte la que se cargaba. Casualmente ese día había olvidado su lapicera, llevaba todo el día sobreviviendo con sus apuntes en rojo.
Maldiciendo un poco, la ojiazul levantó la vista, observando a sus compañeros para ver quién era el más apto para pedirle prestado uno. Uno que estuviese en buen estado y que el tipo fuese lo suficientemente confiable para pedírselo. «No tengo lapicero, pero soy exigente. » Ahí probablemente quedaba lo de antes muerta que sencilla.
Pero al mirar entre los demás alumnos, que seguían escribiendo con rapidez, se topó con la hipnotizante mirada de su mejor amiga, que al verle se sobresaltó un poco, pues había sido descubierta. Mas Jinx lo disimuló muy bien, apartando los mechones azules de su frente, para después sonreírle.
Ante el gesto, Lux también sonrió, casi sin darse cuenta automáticamente poniendo una cara boba, con un bonito color rosa abarcando sus mejillas. Sintiéndose caliente, pasó saliva y bajó su cabeza de inmediato, volviendo a su libreta.
«Lo mejor sería escribir a la antigua, a lápiz. » Pensó para sí. Recordando que tenía un lápiz pequeño en medio de alguno de sus libros.
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En el almuerzo, la rubia tuvo que sentarse acompañada de su soledad, debido a Janna había enfermado y llevaba días en cama, mientras que Syndra había salido del país por problemas familiares y aún no le decía cuando volvería.
